Jenaro Villamil*
Apenas en octubre de 2007, hace menos de cuatro años, el personaje más conocido en las redes sociales era una perfecta desconocida con 1 millón 779 mil amigos en MySpace: Tila Tequila, mejor conocida como la “Madonna de My Space”. A sus 26 años y sin ningún atributo extraordinario más que su gran capacidad para hacerse de “amigos” en la red social, Tila Tequila ya era una celebridad de las redes sociales en Estados Unidos. En mayo de 2008, Tila Tequila superó los 3 millones de contactos.
En esa misma época, el fenómeno de la celebridad efímera de Tila Tequila era paralelo a la sensación generada por Second Life, un exitoso escaparate donde cada usuario podía quedarse una “vida paralela” de forma virtual: una nueva identidad generalmente gratificante, y una idea más estimulante de la sociedad de consumo o de la llamada “sociedad líquida”, teorizada por Zigmunt Bauman.
La sociedad líquida es una muestra de la posmodernidad: conexiones que son “relaciones virtuales”, a diferencia de las “verdaderas relaciones”, que son de fácil acceso y de fácil salida. Parecen sensatas, higiénicas, no reclaman más compromiso que el de “conectarse” a una red social.
Ese era el encanto de las nacientes “redes sociales” o Web 2.0. Para la misma época, un genio informático, antisocial y profundamente incapaz de entablar relaciones de afecto duradero, creó Facebook como una red de contactos que creció exponencialmente hasta llegar a sus 500 millones de usuarios actuales.
En paralelo, un hacker australiano, amigo del misterio y enemigo de los secretos a los que él no podía acceder, Julian Assange, creó junto con otros colegas el sitio de filtraciones informativas Wikileaks. De hacker, Assange se transformó rápidamente en activista de la sociedad de la información hasta generar el auténtico tsunami que vivimos desde finales de 2010 hasta estos meses.
También surgió una nueva red social, el Twitter, que en menos de un lustro de vida ha llegado a tener 200 millones de usuarios creando una auténtica sensación en el mundo occidental. Según el banco JPMorgan, Twitter, empresa creada por tres expertos en informática, vale ahora 3 mil 200 millones de euros.
En otras palabras, del mundo hegemónico del infoentretenimiento y de la sociedad del espectáculo, las redes sociales han pasado paulatinamente a formar parte de la sociedad de la información, hasta constituirse en plataformas que amenazan seriamente las relaciones tradicionales de control entre el poder político y la prensa y los medios electrónicos, especialmente las grandes cadenas televisivas.
Tres Reflexiones.
1.-La transformación de las redes sociales en medios de vivencias y emociones aparentes y banales a medios que inciden con mayor fuerza en las nuevas insurgencias sociales constituyen un fenómeno de crecimiento de audiencias deliberativas, típicas del tránsito del modelo analógico al modelo digital.
No significa que Facebook, Twitter, Youtube o Google dejen de estar dominado por la agenda de la sociedad del espectáculo, sino que precisamente por estar insertas en esta dinámica del escándalo, del alto impacto, han logrado crear también nuevas insurgencias donde nadie se lo esperaba.
Esta transformación no se ha hecho en el vacío. Sin la reverberancia y el impacto que los contenidos de las redes sociales han tenido en los medios tradicionales de la era de Guttemberg (la prensa) y de McLuhan (los medios electrónicos) no se podría explicar el crecimiento exponencial de su influencia.
2.-En Egipto y en Túnez y en menor medida en Libia y lo que se avecina en los países colindantes del mundo árabe, se ha dicho que el verdadero “ministro de la información” del movimiento de insurgencia es Facebook.
Antes de esto, Wikileaks y el Cablegate que develó una parte de la hipocresía del Departamento de Estado norteamericano frente a los regímenes autoritarios y cleptocráticos del mundo árabe, demostró que en la medida que surge información no controlada ni gestionada de la manera tradicional por el poder político y económico, se generan reacciones inesperadas.
En Túnez, la repercusión de los cables de Wikileaks fue tremenda. Uno de ellos confirmó que Estados Unidos sabía la corrupción de Leila Trabelsi, la esposa del presidente Ben Alí, mejor conocida como la Regenta de Cartago, un símbolo de los altos niveles de corrupción en ese país. Sus familiares, sus hijos, sus yernos se convirtieron en los reyes del tráfico ilegal y del crimen organizado, una especie de Marta Sahagún y de Raúl Salinas de Gortari juntos en un mismo personaje.
Lo mismo sucedió con la corrupción rampante de Hosni Mubarak, el dictador de los últimos 30 años de Egipto que se encubrió bajo el velo de “aliado funcional” de Estados Unidos y de Israel. Los egipcios sabían perfectamente los niveles de corrupción, pero no habían visto que este tema se ventilara en los medios que no estaban controlados por el régimen.
Los “juguetes” de la sociedad líquida occidental jugaron una travesura en las sociedades árabes. Fueron más allá de la evasión y la banalidad para transformarse en instrumentos de comunicación y rebelión.
3.-Frente a lo que está sucediendo en estos países y en otros de regímenes cerrados –como China o Cuba- ¿ha terminado la era de la televisión y de la sociedad del espectáculo? ¿En México podría suceder algo similar a lo que se vive en los países árabes?
Es muy pronto para cantar la victoria de los medios bidireccionales frente a la hegemonía de los medios unidireccionales. Sin embargo, es claro que transitamos de las sociedades petroleras, analógicas y patriarcales, a las sociedades digitales, convergentes y de audiencias deliberativas. Los ejércitos y los controles tradicionales del Big Brother podrán funcionar en países altamente monopolizados por la televisión como en México, pero van de salida y difícilmente exista reversa.
Estamos transitando de la era del Homo Viddens, tal como la teorizó Giovanni Sartori, a la era del Homo Zapping, de la búsqueda incesante de contenidos y a la generación de los contenidos mismos por aquellos que antes eran audiencias pasivas de la sociedad del espectáculo.
Podrán inventarnos nuevas Tilas Tequilas o escándalos distractores, pero el efecto de la pérdida de control tradicional de los candados de la información –la principal demostración de Wikileaks- generará nuevas formas y fórmulas de las redes sociales.
Esta historia apenas inicia.
* Texto de la conferencia ofrecida este lunes 7 de marzo en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
Tomado de: http://homozapping.com.mx/2011/03/de-tila-tequila-a-las-revueltas-por-las-redes-sociales-en-medio-oriente-y-wikileaks/
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