Ivonne Melgar
Excélsior/3 de julio de 2010
Es la guerra y está declarada. El presidente Felipe Calderón tiene nuevos aliados no sólo en la disputa del voto sino en la pretensión de frenar el regreso del PRI a Los Pinos.
La respuesta de la dirigente nacional priista, Beatriz Paredes, a la convocatoria al diálogo para "perfeccionar" la estrategia anticrimen ha sido violenta, sí, dura, por supuesto, pero sobre todo reveladora del enojo que provoca en la principal fuerza política del país el cambio de compañeros de viaje del gobierno y del partido en el poder.
Como en el mundo al revés, el bloque del PRD-PT-Convergencia que durante la primera mitad del sexenio le regateó legitimidad a Calderón, ahora argumenta que la delicada coyuntura de seguridad reclama suma de esfuerzos a favor de la democracia.
Este giro ha desatado el efecto pendular de trasladar, cual estafeta, el espantapájaros de la ilegitimidad a la cúpula tricolor que, al tiempo que acusa al gobierno de ese déficit, asume haberlo permitido en tanto avaló la toma de posesión del Presidente.
Es la guerra y ya nadie puede ocultar la dimensión de una alianza que habría sido inimaginable en el pasado proceso electoral de 2009 y que inició con las candidaturas comunes del PAN y PRD en Oaxaca, Sinaloa, Puebla e Hidalgo, y paulatinamente se fue extendiendo por la vía de los hechos a Tlaxcala y Zacatecas.
Es una alianza que esta semana dejó el terreno estrictamente electoral para adquirir un alcance político cuando Manuel Camacho, al frente del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA) -donde se aglutinan PRD-PT-Convergencia-, resultó ser el primero en secundar el llamado presidencial de formular una estrategia de Estado contra el crimen organizado, a raíz del asesinato del candidato priista de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú.
Para que no quedara duda del nuevo realineamiento de fuerzas, el dirigente del PRD, Jesús Ortega, también salió a declarar a favor de la convocatoria de Calderón. Y el más importante de los gobernadores perredistas, el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, por primera vez se adhirió a una iniciativa política de Los Pinos.
Frente al nuevo escenario de polarización, con la astucia mediática que lo caracteriza, Andrés Manuel López Obrador igualmente por primera vez en el sexenio no se opuso al acercamiento de los suyos al gobierno federal e incluso dijo que él mismo estaría dispuesto a participar en el diálogo siempre y cuando hubiera un cambio en la política económica. Una salida retórica, si se quiere, pero finalmente un sí al realineamiento que se avecina.
La alianza de Calderón y el DIA de Camacho y de Ebrard tiene ya en puerta otro derrotero electoral.
No es un secreto. Basta revisar las advertencias de los dos últimos fines de semana del gobernante capitalino para entender que las metas comunes han unidos a los hasta hace poco adversarios a muerte. Hace 15 días Ebrard dijo que sí habría alianza PAN-PRD en 2011 para renovar gobernador en el Edomex y el sábado sembró la duda de que el PRI no regresaría a Los Pinos.
Así que a partir del próximo lunes, Calderón y sus nuevos aliados se darán a la tarea de velar armas contra el puntero de las encuestas hacia el relevo presidencial de 2012, Enrique Peña Nieto.
Cada parte hará su propia apuesta. Pero la definición de un prospecto mexiquense panista acelerará la contenida competencia blanquiazul por la siguiente candidatura presidencial. Y no sólo obligará a que Los Pinos formule una quiniela, sino al establecimiento de un método de selección que justifique la evidente predilección de Calderón por el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, cuyo lucimiento y proyección han sido la constante de los eventos presidenciales de los últimos días.
Y es ahí donde entra a escena Josefina Vázquez Mota, la coordinadora de los diputados blanquiazules, quien al igual que el senador Santiago Creel, cuenta con mayores simpatías y respaldos entre el panismo y los ciudadanos que cualquier integrante del gabinete.
Acaso para suavizar el camino de Cordero, ella es la carta que en Los Pinos quieren para jugar en el Estado de México.
Sin embargo, Pina, como la llama el Presidente, habla en serio cuando se autodescarta para esa gubernatura, así sea en alianza con los perredistas y sea su jefe quien una vez más le solicite un favor difícil.
En 2005 le solicitó que se sumara a su campaña a pesar del rechazo del equipo calderonista. En 2009 la forzó a dejar la SEP para incorporarse al quehacer legislativo.
¿Le pedirá hoy el sacrificio de enfrentarse al más armado de los hombres del tricolor?
Es la guerra. Y todo es posible.
Excélsior/3 de julio de 2010
Es la guerra y está declarada. El presidente Felipe Calderón tiene nuevos aliados no sólo en la disputa del voto sino en la pretensión de frenar el regreso del PRI a Los Pinos.
La respuesta de la dirigente nacional priista, Beatriz Paredes, a la convocatoria al diálogo para "perfeccionar" la estrategia anticrimen ha sido violenta, sí, dura, por supuesto, pero sobre todo reveladora del enojo que provoca en la principal fuerza política del país el cambio de compañeros de viaje del gobierno y del partido en el poder.
Como en el mundo al revés, el bloque del PRD-PT-Convergencia que durante la primera mitad del sexenio le regateó legitimidad a Calderón, ahora argumenta que la delicada coyuntura de seguridad reclama suma de esfuerzos a favor de la democracia.
Este giro ha desatado el efecto pendular de trasladar, cual estafeta, el espantapájaros de la ilegitimidad a la cúpula tricolor que, al tiempo que acusa al gobierno de ese déficit, asume haberlo permitido en tanto avaló la toma de posesión del Presidente.
Es la guerra y ya nadie puede ocultar la dimensión de una alianza que habría sido inimaginable en el pasado proceso electoral de 2009 y que inició con las candidaturas comunes del PAN y PRD en Oaxaca, Sinaloa, Puebla e Hidalgo, y paulatinamente se fue extendiendo por la vía de los hechos a Tlaxcala y Zacatecas.
Es una alianza que esta semana dejó el terreno estrictamente electoral para adquirir un alcance político cuando Manuel Camacho, al frente del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA) -donde se aglutinan PRD-PT-Convergencia-, resultó ser el primero en secundar el llamado presidencial de formular una estrategia de Estado contra el crimen organizado, a raíz del asesinato del candidato priista de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú.
Para que no quedara duda del nuevo realineamiento de fuerzas, el dirigente del PRD, Jesús Ortega, también salió a declarar a favor de la convocatoria de Calderón. Y el más importante de los gobernadores perredistas, el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, por primera vez se adhirió a una iniciativa política de Los Pinos.
Frente al nuevo escenario de polarización, con la astucia mediática que lo caracteriza, Andrés Manuel López Obrador igualmente por primera vez en el sexenio no se opuso al acercamiento de los suyos al gobierno federal e incluso dijo que él mismo estaría dispuesto a participar en el diálogo siempre y cuando hubiera un cambio en la política económica. Una salida retórica, si se quiere, pero finalmente un sí al realineamiento que se avecina.
La alianza de Calderón y el DIA de Camacho y de Ebrard tiene ya en puerta otro derrotero electoral.
No es un secreto. Basta revisar las advertencias de los dos últimos fines de semana del gobernante capitalino para entender que las metas comunes han unidos a los hasta hace poco adversarios a muerte. Hace 15 días Ebrard dijo que sí habría alianza PAN-PRD en 2011 para renovar gobernador en el Edomex y el sábado sembró la duda de que el PRI no regresaría a Los Pinos.
Así que a partir del próximo lunes, Calderón y sus nuevos aliados se darán a la tarea de velar armas contra el puntero de las encuestas hacia el relevo presidencial de 2012, Enrique Peña Nieto.
Cada parte hará su propia apuesta. Pero la definición de un prospecto mexiquense panista acelerará la contenida competencia blanquiazul por la siguiente candidatura presidencial. Y no sólo obligará a que Los Pinos formule una quiniela, sino al establecimiento de un método de selección que justifique la evidente predilección de Calderón por el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, cuyo lucimiento y proyección han sido la constante de los eventos presidenciales de los últimos días.
Y es ahí donde entra a escena Josefina Vázquez Mota, la coordinadora de los diputados blanquiazules, quien al igual que el senador Santiago Creel, cuenta con mayores simpatías y respaldos entre el panismo y los ciudadanos que cualquier integrante del gabinete.
Acaso para suavizar el camino de Cordero, ella es la carta que en Los Pinos quieren para jugar en el Estado de México.
Sin embargo, Pina, como la llama el Presidente, habla en serio cuando se autodescarta para esa gubernatura, así sea en alianza con los perredistas y sea su jefe quien una vez más le solicite un favor difícil.
En 2005 le solicitó que se sumara a su campaña a pesar del rechazo del equipo calderonista. En 2009 la forzó a dejar la SEP para incorporarse al quehacer legislativo.
¿Le pedirá hoy el sacrificio de enfrentarse al más armado de los hombres del tricolor?
Es la guerra. Y todo es posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario