EL PAÍS.com/30 de marzo de 2009
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha presentado recientemente una serie de propuestas para reformar totalmente el sistema educativo, algunas de ellas muy polémicas, como la de vincular el sueldo de los profesores a los resultados académicos de sus alumnos. Por ahora, el presidente se ha encontrado con la resistencia de los sindicatos y con el problema de que la constitución estadounidense atribuye las competencias en materia de educación a los Estados, por lo que el modelo está completamente descentralizado. Con pocos recursos y muchas ideas, el presidente ha pedido una alianza entre políticos, maestros, padres y alumnos para superar las divergencias y mejorar el maltrecho cuadro de la educación en Estados Unidos.
Así, Obama hace campaña a favor de sus ideas en discursos y actos públicos, y va a condicionar la concesión de al menos una parte de los fondos federales para educación (cerca de 50.400 millones de euros anuales) a que los Estados y los distritos escolares trabajen juntos para mejorar la calidad educativa. "Debe haber un plan de reforma asociado a los fondos", dijo Obama recientemente en Los Ángeles. Dirigiéndose a los profesores, añadió: "No pidáis más dinero, grupos de alumnos más pequeños, sin estar dispuestos a considerar una nueva forma de evaluar mejor el sistema".
La propuesta es regular los aumentos de sueldo en función de los resultados de los alumnos en unas pruebas estandarizadas que cada Estado efectúa anualmente entre tercer y octavo grado, hasta los 13 o 14 años. El presidente fue tajante: "Si a un profesor se le da una, dos o tres oportunidades pero no mejora, no hay excusas para que siga enseñando". En principio, el Departamento de Educación destinará fondos para que 150 distritos escolares -de los más de 13.000 que existen- ofrezcan complementos salariales a sus profesores en función de esos resultados de los alumnos.
Rechazo sindical
Al abrir esta posibilidad, Obama sorprendió a la que fue una de las grandes bases sobre las que erigió su victoria electoral: los sindicatos. Éstos alabaron la voluntad de reforma del presidente, pero no los medios con los que quiere acometerla. "El del pago por méritos individuales, tal y como se ha planteado hasta ahora, es un sistema fallido", explica A. J. Duffy, portavoz del sindicato de profesores de Los Ángeles UTLA. "Es una idea de mercado. Ofrece bonos a aquellos empleados que obtienen más ingresos. Pero los maestros son personas que trabajan con un derecho humano como el de la educación".
"Los maestros que eduquen a niños de entornos pobres, que sufren penurias económicas, se enfrentan a un desafío mucho mayor. Los resultados de un examen no pueden ser el único baremo. A veces se dice que un profesor educa mejor cuando tiene buenos estudiantes o cuando enseña a niños que tienen sus necesidades básicas (nutricionales, sanitarias, familiares...) satisfechas. Y suele ser cierto. En principio, este tipo de iniciativa es una buena idea. Pero debe aplicarse examinando todos los factores implicados", explica el profesor de la American University Charles Tesconi.
Obama también ha emprendido una campaña para establecer estándares nacionales que permitan homogeneizar la educación en el país, algo que contempla como un requisito previo para mejorar la calidad educativa en las aulas. La polémica ley No Child Left Behind, impulsada por el anterior presidente, George Bush, en 2001, estableció una serie de exámenes en los que se decidiría cuántos fondos federales merecía una escuela, en función de los resultados de sus alumnos. Un resultado no esperado de esta medida es que muchas escuelas públicas de zonas deprimidas, o aquellas que educan a niños con necesidades especiales, han quedado sumidas en la bancarrota. Pero los Estados son los que tienen la última palabra a la hora de administrar estos exámenes, y muchos de ellos, con sistemas educativos tradicionalmente deficientes, se han puesto unas pruebas más fáciles.
La propuesta es regular los aumentos de sueldo en función de los resultados de los alumnos en unas pruebas estandarizadas que cada Estado efectúa anualmente entre tercer y octavo grado, hasta los 13 o 14 años. El presidente fue tajante: "Si a un profesor se le da una, dos o tres oportunidades pero no mejora, no hay excusas para que siga enseñando". En principio, el Departamento de Educación destinará fondos para que 150 distritos escolares -de los más de 13.000 que existen- ofrezcan complementos salariales a sus profesores en función de esos resultados de los alumnos.
Rechazo sindical
Al abrir esta posibilidad, Obama sorprendió a la que fue una de las grandes bases sobre las que erigió su victoria electoral: los sindicatos. Éstos alabaron la voluntad de reforma del presidente, pero no los medios con los que quiere acometerla. "El del pago por méritos individuales, tal y como se ha planteado hasta ahora, es un sistema fallido", explica A. J. Duffy, portavoz del sindicato de profesores de Los Ángeles UTLA. "Es una idea de mercado. Ofrece bonos a aquellos empleados que obtienen más ingresos. Pero los maestros son personas que trabajan con un derecho humano como el de la educación".
"Los maestros que eduquen a niños de entornos pobres, que sufren penurias económicas, se enfrentan a un desafío mucho mayor. Los resultados de un examen no pueden ser el único baremo. A veces se dice que un profesor educa mejor cuando tiene buenos estudiantes o cuando enseña a niños que tienen sus necesidades básicas (nutricionales, sanitarias, familiares...) satisfechas. Y suele ser cierto. En principio, este tipo de iniciativa es una buena idea. Pero debe aplicarse examinando todos los factores implicados", explica el profesor de la American University Charles Tesconi.
Obama también ha emprendido una campaña para establecer estándares nacionales que permitan homogeneizar la educación en el país, algo que contempla como un requisito previo para mejorar la calidad educativa en las aulas. La polémica ley No Child Left Behind, impulsada por el anterior presidente, George Bush, en 2001, estableció una serie de exámenes en los que se decidiría cuántos fondos federales merecía una escuela, en función de los resultados de sus alumnos. Un resultado no esperado de esta medida es que muchas escuelas públicas de zonas deprimidas, o aquellas que educan a niños con necesidades especiales, han quedado sumidas en la bancarrota. Pero los Estados son los que tienen la última palabra a la hora de administrar estos exámenes, y muchos de ellos, con sistemas educativos tradicionalmente deficientes, se han puesto unas pruebas más fáciles.
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