Alberto Aziz Nassif
El Universal/9 de noviembre de 2010
La rapidez con la que el péndulo ha regresado y los conservadores han ganado las elecciones en Estados Unidos el pasado 2 de noviembre es sorprendente. El ciclo progresista que abrió el triunfo de Obama, hace sólo dos años, hoy está seriamente amenazado. La agenda de grandes cambios legislativos sobre medio ambiente y migración tendrá que guardarse en el cajón para mejores tiempos, así como una política exterior multipolar. ¿Qué explica este contundente viraje del electorado hacia la derecha?
Las encuestas previas a la elección anunciaron un realineamiento del electorado, por un lado, una gran participación y entusiasmo en el conservador Partido Republicano, sobre todo en su nuevo agregado el extremista, el Tea Party, un fenómeno racista, xenófobo y articulado con mucho dinero que hizo la campaña anti-Obama. Por el otro, una gran decepción y descontento en el lado demócrata por los estragos que ha dejado la crisis económica, el alto nivel de desempleo, la pérdida de viviendas, el cierre de empresas y la percepción de que las promesas de cambio no se han cumplido.
La serie de encuestas elaboradas por The New York Times y CBS News nos muestran cómo cambió la tendencia entre principios del 2009 y octubre de 2010: mientras que hace dos años la aprobación presidencial era de 62%, ahora sólo es de 45%, pero la desaprobación que entonces era de 15% ahora llegó a 47%. Sobre si el país va en la dirección correcta, bajó de 45% a 35% y los que piensan que Estados Unidos va en la dirección incorrecta llegó a 61%. Sobre la actuación del Congreso la evaluación es más drástica, sólo lo aprueba un 14% y la desaprobación llega al 76%. Esta percepción llevó a que los demócratas perdieran 60 escaños para quedar en una minoría de 186 escaños en la Cámara baja, mientras que los republicanos subieron hasta 239; en el Senado los demócratas perdieron seis puestos para quedar en 53 y en las gubernaturas el partido de Obama perdió nueve estados (The New York Times, 4/11/2010).
El presidente reconoció la “paliza” y asumió la responsabilidad, algo que deberían aprender los políticos mexicanos. En su discurso identificó algunas de las causas de la derrota, como el haber perdido la “conexión con la gente”; la enorme “frustración” de los electores frente a una crisis económica que sigue presente; reconoció también lo complicado de algunas medidas que tomó para rescatar empresas, con lo cual subió el endeudamiento. Con una economía en problemas, el costo es para el gobierno. Por las políticas de rescate el gobierno de Obama fue acusado absurdamente de ser “socialista”. La otra parte del análisis tuvo que ver con la mala química que ha tenido este gobierno con el medio empresarial. Sin duda, vienen tiempos complicados para Estados Unidos. Lo más probable es un crecimiento en la polarización de los electores, porque ahora el “Tea Party” considera que ya le quitaron a Obama un pie para que pueda reelegirse en 2012.
Esta paliza no necesariamente lleva a un escenario de derrota en 2012 para los demócratas. Como está documentado, en las elecciones intermedias suelen darse cambios de votos y derrotas para el partido en el gobierno. Se recuerdan particularmente los casos de Reagan y Clinton, ambos perdieron los comicios de medio término y dos años más tarde lograron la reelección. Algunos analistas han llamado a este fenómeno “el voto de la pataleta” (El País, 3/11/2010).
Sin embargo, no se puede dejar de lado que habrá cambios importantes en la vida interna y en la política externa de Estados Unidos. Se habla de una complicada relación entre el Congreso y el presidente que puede llevar a una parálisis, sobre todo en temas importantes como podría ser el de la migración. Para el interés de México se puede anticipar un probable endurecimiento al movimiento migratorio, sobre todo en algunos estados de la frontera que puede imitar lo que hizo Arizona.
En las próximas semanas se podrá ver en qué se traduce la autocrítica de Obama y las posibilidades de volver a lanzar su proyecto rumbo a la reelección para el 2012. Sin duda, será una operación complicada volver a conquistar al electorado que lo llevó a la Casa Blanca, sobre todo por el contexto de una economía que no ha podido dejar atrás la crisis. El presidente tendrá que volver a conectarse con los electores independientes y progresistas y desarrollar una mejor estrategia de comunicación, pero también tendrá que dar resultados que se vean en el bolsillo del votante. Sólo así podrá darle continuidad al ciclo progresista que inició en 2008 y que hoy está seriamente amenazado.
Investigador del CIESAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario