Reforma/10 de noviembre de 2010
Al quebranto ético hay que añadir el creciente cinismo de quienes nos gobiernan. Urgen soluciones y las busco en el mundo de la abogacía.
El futuro de los pensionados está en riesgo. Mientras bancos e instituciones financieras se dan un festín con el cobro de comisiones de las Afores, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) están al borde de la bancarrota. Felipe Calderón y Manlio Fabio Beltrones ya se enzarzaron en una competencia discursiva sin reparar en que ambos permiten el cuotismo y el saqueo del ISSSTE
y del IMSS.
En su primer día como Presidente, Vicente Fox entregó el ISSSTE al grupo político de Elba Esther Gordillo, y Calderón le refrendó la "posición". El Partido Verde Ecologista de México nunca aparece en las luchas ambientales pero es una lumbrera para hacer negocios; en alianza con el PRI y con Nueva Alianza aprobaron la llamada "Ley Simi", una reforma a la Ley del Seguro Social según la cual el IMSS entregará vales para adquirir las medicinas en farmacias
privadas; eso beneficia a los negocios de la familia controladora del Verde (Sara Cantera, Reforma, 5 de noviembre de 2010).
¿Cómo enfrentar la desvergüenza institucionalizada? Comprendiendo los engranajes y resortes que la hacen posible. Todos conocimos al joven idealista que vibraba de indignación ante las injusticias y que terminó chapoteando en la corrupción y el cinismo. Es una historia que se ha seguido reproduciendo durante la alternancia.
Luis Fernando Pérez Hurtado escribió un libro sobre los estudiantes de derecho
(La futura generación de abogados mexicanos, México, UNAM/CEEAD, 2009). Es un trabajo importante porque de los licenciados depende la existencia de un Estado de derecho y porque ésa es la profesión que profesa un importante número de políticos. Según una investigación de Esteban David Rodríguez, de los 432 diputados federales con licenciatura ¡149 son abogados! y 42 senadores con esa profesión de 128.
La abogacía sigue siendo atractiva para los jóvenes; la cursa 9% de todos los estudiantes de educación superior. De acuerdo con Pérez Hurtado esto se debe a que es relativamente fácil impartir la carrera en México porque basta con el reconocimiento oficial, unos cuantos salones, una biblioteca modesta y una planta docente generalmente mal pagada.
Pérez Hurtado entrevistó a 21 mil 798 estudiantes de 45 instituciones educativas y encontró que uno de cada cinco (17.5%) se interesaron por el derecho porque les hervía la sangre ante la injusticia, la corrupción y la impunidad. A uno de ellos le mataron al papá y como "no hubojusticia contra los asesinos" pensó en estudiar leyes, mientras que otros lo hicieron al ver la
"discriminación contra los indígenas". Convencidos de la urgencia de que México tenga "abogados preparados y honestos" entraron a las escuelas de leyes para "ayudar", para ser parte de la solución.
Su entusiasmo e idealismo iniciales los fueron perdiendo mientras cursaban la carrera. Tomo algunas frases particularmente reveladoras: "[estudié derecho] para ayudar a las personas que lo necesiten y para llevar a cabo la justicia, aunque creo que me equivoqué, porque no es como creía"; "creí encontrar la solución de algunos problemas, hoy me doy cuenta que me equivoqué"; "tenía la idea de justicia, ahora no".
¿Qué experiencias tuvieron en las aulas para terminar tan desencantados? Tropezaron con un sistema jurídico, burocrático y político -dentro y fuera de las aulas- que los fue doblegando, cuadriculando y forzando a adaptarse al orden establecido. Se rindieron y capitularon cuando se dieron cuenta lo poco que podían hacer. Dejaron de ser agentes de cambio y se transformaron en
reproductores de los antivalores del cinismo y la impunidad que hacen posibles la "Ley Televisa", la "Ley Simi", el saqueo de las pensiones, etcétera.
Aun así, es igualmente notable el número de jóvenes que egresa con su compromiso intacto, que lo mantiene porque hay instituciones oficiales, privadas y sociales auténticamentecomprometidas con el cambio. Me consta que hay muchos abogados íntegros; trabajo con ellos todo el tiempo. También hay programas que mencionaré en otra columna.
La norma es el quebranto ético de una profesión desprestigiada que requiere renovarse a fondo. Cualquier reforma en los planes de estudios requiere de una cruzada contra la corrupción y un reajuste al entramado jurídico que ahora permite el florecimiento de esas turbas de cínicos que nos asfixian.
Su entusiasmo e idealismo iniciales los fueron perdiendo mientras cursaban la carrera. Tomo algunas frases particularmente reveladoras: "[estudié derecho] para ayudar a las personas que lo necesiten y para llevar a cabo la justicia, aunque creo que me equivoqué, porque no es como creía"; "creí encontrar la solución de algunos problemas, hoy me doy cuenta que me equivoqué"; "tenía la idea de justicia, ahora no".
¿Qué experiencias tuvieron en las aulas para terminar tan desencantados? Tropezaron con un sistema jurídico, burocrático y político -dentro y fuera de las aulas- que los fue doblegando, cuadriculando y forzando a adaptarse al orden establecido. Se rindieron y capitularon cuando se dieron cuenta lo poco que podían hacer. Dejaron de ser agentes de cambio y se transformaron en
reproductores de los antivalores del cinismo y la impunidad que hacen posibles la "Ley Televisa", la "Ley Simi", el saqueo de las pensiones, etcétera.
Aun así, es igualmente notable el número de jóvenes que egresa con su compromiso intacto, que lo mantiene porque hay instituciones oficiales, privadas y sociales auténticamentecomprometidas con el cambio. Me consta que hay muchos abogados íntegros; trabajo con ellos todo el tiempo. También hay programas que mencionaré en otra columna.
La norma es el quebranto ético de una profesión desprestigiada que requiere renovarse a fondo. Cualquier reforma en los planes de estudios requiere de una cruzada contra la corrupción y un reajuste al entramado jurídico que ahora permite el florecimiento de esas turbas de cínicos que nos asfixian.
La Miscelánea
Los diputados pueden corregir en estos días la escasez de presupuestos que padece el Archivo General de la Nación (AGN). En 2007 el AGN recibía una sexta parte de lo que Chile dedica a sus archivos nacionales. Una vergüenza nacional que eso suceda.
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