DAVID ALANDETE
EL PAÍS.com/7 de enero de 2009
"Aquí hay una lista con las caras de todos los presidentes norteamericanos", explica Christine Elder, profesora de quinto curso de primaria en la escuela de primaria Oakland Terrace, en el Estado de Maryland. Mientras apunta a un cartel con las imágenes de los 43 gobernantes, añade: "No hay ninguno de raza negra. Éste es un gran paso en la historia, uno de los más importantes desde los tiempos de George Washington, nuestro primer presidente. Entonces, ser blanco significaba ser rico. Las personas de raza negra no tenían derechos".
"¿Qué representa la victoria de Barack Obama?", pregunta la señorita Elder a sus alumnos, que tienen entre 10 y 11 años. Responde Lucas Intrater: "Es algo bueno. Hace mucho tiempo los afroamericanos no podían ni votar. Eran esclavos. No recibían educación". "Fijaos en qué diferentes son las cosas hoy en día. Ahora, cualquiera de vosotros podría llegar a ser presidente, chicos", dice la señorita Elder. "Éste es un momento muy importante en nuestra historia".
Los alumnos reconocen esta importancia. Los abuelos de Aman Tune no podían votar. Su familia se mudó desde Carolina del Norte a Maryland. Y aquí, muy cerca de Washington, Aman y los suyos han contemplado cómo se forja la historia. "Mi madre me contó cómo nuestros antepasados no tenían derechos. Nosotras somos negras y mujeres, todavía más difícil. Mi madre está muy contenta con que tengamos el primer presidente negro", dice. "?Crees que podrías llegar a ser presidente algún día?", le dice la maestra. "Sí. Ahora sí".
La escuela pública Oakland Terrace es un fidedigno reflejo de la sociedad que ha llevado a alguien llamado Barack Hussein Obama a la Casa Blanca. El 42% de los alumnos es blanco; el 20%, afroamericano, y el 26% hispánico. Sobre la puerta de la biblioteca penden dos fotos de dos personas con las que se ha comparado a Obama: Martin Luther King y John F. Kennedy. En este aula hay niños cuyas familias han llegado a EE UU desde otros países, huyendo de la pobreza o de guerras cuyas heridas aun están abiertas, en busca de un futuro mejor.
"Mi padre ha conseguido la nacionalidad y ha votado por primera vez", dice Kelly González, cuya familia huyó de Nicaragua. "Ha votado por Barack Obama. Mis padres vinieron aquí para tener una vida mejor y dicen que Obama entiende lo que eso significa". "Estas elecciones han despertado algo en ellos", explica la maestra. "Ahora todos quieren cumplir los 18 para poder votar. Entienden que pueden cambiar el mundo".
Hubieran votado por Obama
Elder ha estado guiando a estos niños a través del largo proceso de elecciones. Están tan bien informados como cualquier adulto que ejerciera su derecho al voto el pasado cuatro de noviembre. Saben qué candidato ganó en cada Estado. Conocen sus promesas electorales. Incluso tienen la respuesta adecuada para las preguntas más rebuscadas: "¿Dónde nació John McCain?". "En Panamá", contestan. "¿De dónde era el padre de Obama?". "De Kenia". "¿Y quién queríais que ganara las elecciones?".
Ante esta pregunta, los niños, no dudan. Levantan la mano como si supieran la respuesta inequívoca a una pregunta compleja. Responden casi al unísono. Si hubieran podido votar, todos, sin excepción, lo hubieran hecho por Barack Obama. "Es mejor que McCain, porque nos sacará de la guerra pronto", dice Lucas. "Además, mi padre dice que si no hubiera ganado Obama se habría enfadado tanto que no votaría nunca más", añade. "Yo creo que era necesario que ganara Obama para que todos les pudiéramos mostrar a los afroamericanos cuánto les respetamos", dice Matthew Kessler. "Es algo que les debíamos".
En esta clase hay mayoría de mujeres. Para las chicas, éstas han sido unas elecciones doblemente importantes. Kelly opina que el hecho de que Sarah Palin llegara tan lejos servirá de inspiración para muchas mujeres. "Las mujeres ya no tendrán miedo a la hora de luchar por algo y hacer que cambie el mundo", explica. "¿Quién sabe? ¡A lo mejor es presidenta dentro de cuatro años!", añade Malik Vines, con el aire de quien hubiera leído una columna de opinión al respecto en el diario The Washington Post esta misma mañana.
"Hace 40 años, en esta escuela sólo podían estudiar niños blancos", explica el profesor Christopher Love, de 39 años. "El sueño de Martin Luther King era que la igualdad llegara a todos los rincones de la tierra. Y con estas elecciones se ha conseguido". Hasta 1967, Maryland fue un Estado segregado. En 1884, quedaron ilegalizados aquí los matrimonios interraciales, bajo penas de entre 10 meses y tres años de cárcel. Era un crimen que una mujer blanca diera a luz a un niño de padre negro. Los negros debían viajar en vagones de tren separados. No podían utilizar los baños públicos reservados para los blancos. Su vida debía de ser un discreto segundo plano de humillación y servidumbre.
Ahora, una escuela pública donde niños de todas las razas juegan juntos de la mano en el recreo, es el ejemplo del cambio que se ha consumado en EE UU. Aquí cada niño cita un asunto en el que cree que Obama debería ponerse a trabajar de inmediato. Calentamiento global. Derechos de las mujeres. La guerra. Cobertura médica. Asistencia a los más desfavorecidos. Pero todos coinciden en algo que Aman, con su historia familiar de segregación y sufrimiento, expresa sin dudarlo: "Se ha cumplido el sueño de Martin Luther King. Mi madre dice que hoy todos somos un poco más iguales".
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