Excélsior/18 de marzo de 2010
El gobierno mexicano debe cambiar su estrategia para combatir la ola de violencia que afecta a varios estados del país, declaró la talentosa cantautora Julieta Venegas, para quien “ya es momento de explicar y resolver la corrupción y la impunidad que afectan a la nación”.
Julieta Venegas habla como mera ciudadana, pero con ella coinciden personajes de relevancia nacional e internacional. Por ejemplo, la señora Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, quien considera que el envío de militares a Ciudad Juárez, operación ordenada por Felipe Calderón, “no ha ayudado a resolver la ola de violencia”.
Sacar a los militares de los cuarteles fue una medida determinada por la creciente ola de violencia, pero desde entonces se levantan voces que advierten sobre los riesgos de desplegar uniformados en tareas que, en rigor, corresponden a los cuerpos policiacos, pues el Ejército y la Armada no sirven para actuar ante fuerzas que forman parte del tejido social, donde criminales y gente pacífica están mezclados por lazos de familia, vecindad y otras formas de identidad.
La militarización de las tareas de seguridad ofrece inmensos riesgos de todo orden, pues propicia los abusos contra civiles y a ese respecto abundan las denuncias; desalienta a los militares en tanto que se enfrentan a ejércitos invisibles, sin contornos precisos, lo que estimula la abulia, la indisciplina y la deserción y, cuando se establece contacto con los grupos delictivos, se pone a los uniformados en un espacio de tentaciones corruptoras, de lo que conocemos sobradas muestras.
El resultado de la militarización está reflejado objetivamente en los rendimientos decrecientes. De acuerdo con información de la Secretaría de la Defensa Nacional, entre marzo y diciembre de 2008 la mariguana incautada sumó casi 78 toneladas, en tanto que de enero a diciembre de 2009 el total decomisado fue de poco menos de 55 toneladas. En 2008 se detuvo a mil 214 presuntos delincuentes y en 2009 a mil 169. Más alarmante es saber que en enero de este año solamente fueron 12 los consignados, algo así como la décima parte del promedio de los dos años anteriores, pese a que la violencia aumenta y el número de muertos ya es un escándalo mundial.
El asesinato de funcionarios del consulado estadunidense en Ciudad Juárez motivó un anuncio inquietante: policías de ese país vendrían a investigar lo ocurrido. Legisladores del PRI, el PRD y el PT salieron a rasgarse las vestiduras y censuraron la anunciada investigación. Los senadores Manlio Fabio Beltrones y Gustavo Madero de plano negaron que hubiera injerencismo, pero los hechos los contradicen, pues en México actúan mil 400 agentes de diversas corporaciones estadunidenses, como el FBI, la DEA y otras.
Lo cierto es que en el extranjero no confían en el Estado mexicano y aquí y allá hablan de “Estado fallido”. No es precisamente el caso, pues más mal que bien, dentro de un acelerado deterioro, pero la mayoría de las instituciones siguen funcionando. Urge, sí, un golpe de timón, una reorientación general de la política, pues de ella depende todo lo demás. No será el “gobierno” de Calderón el que pueda evitar el prolongado y cada vez más notorio declive del país. Es una administración rotundamente incapaz en todos los órdenes. Más bien habría que tomar con la necesaria seriedad lo dicho por el doctor José Narro Robles, rector de la UNAM, quien propone “un gran acuerdo social” para rescatar al país del desastre. Estamos a tiempo.
*Periodista y autor de Milenios de México
No hay comentarios:
Publicar un comentario