José Luis Reyna
Milenio/26 de abril de 2010
Si algo distingue a la educación básica mexicana es su baja calidad. Cualquier prueba que se realice a nuestros niños y jóvenes, los resultados que se obtienen son insatisfactorios. En 2009, 90 por ciento de los estudiantes de secundaria que se sometieron a la prueba conocida como Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE) obtuvo calificaciones reprobatorias en matemáticas. En otra prueba aplicada por la OCDE, los jóvenes mexicanos de 15 años difícilmente alcanzan los 400 puntos en comparación con los estudiantes finlandeses que obtienen, en promedio, 548 puntos (M. Servitje. Reforma, Suplemento Enfoque, 18/IV/10). Una explicación posible de este problema es que el SNTE funciona como un obstáculo más que como un estímulo para promover la educación de calidad de la que el país está tan urgido. Ese sindicato, y no la SEP, define la “política educativa” del país.
La semana pasada se puso en marcha la aplicación de la prueba ENLACE. Fueron examinados alrededor de 16 millones de estudiantes de primaria y secundaria. En teoría, dicho examen tiene como finalidad hacer una evaluación que permita conocer las fortalezas y las debilidades del sistema educativo nacional. En pocas palabras, evaluar qué va bien y qué va mal. Es deseable, por tanto, que la aplicación rigurosa de ENLACE sirva para introducir las correcciones pertinentes en el sistema educacional. Sin embargo, el principal obstáculo que se encuentra está en esa cúpula sindical encabezada por la señora Gordillo que ha confundido el papel del sindicato que preside (el SNTE) con un instrumento político que no tiene como prioridad promover la elevación de la calidad de la educación de nuestra juventud. Funciona más bien como un organismo que ofrece favores políticos y expendio para la venta de plazas.
Gordillo, en el mismo acto en el que se encontraban Calderón y el secretario de Educación, fue clara: “el examen no puede evaluar el esfuerzo que realizan las escuelas del país”. Añadió que “la prueba es insuficiente para mejorar la calidad de la educación” (Reforma, 20/IV/10). Una interpretación de sus palabras sugiere que de efectuarse una evaluación rigurosa, demostraría que la mayoría de los maestros de educación básica carecen de los conocimientos necesarios para la enseñanza. Que el SNTE es un organismo burocrático y político que le tiene sin cuidado la superación de sus agremiados. De ser cierto esto, puede afirmarse que ambos factores explican por qué nuestro país se rezaga día a día y por qué la mayoría de nuestros estudiantes, en sus ciclos básicos de formación, tienen un desempeño mediocre.
El gobierno federal, pese a esta indignante situación, anunció que pondrá a disposición del sindicato magisterial una bolsa de 900 millones de pesos (mdp) para estimular alrededor de 260 mil profesores cuyos estudiantes sobresalgan en la prueba mencionada. Este generoso ofrecimiento, que corre por cuenta de nosotros, los contribuyentes, no fue cuestionado por la lideresa sindical. Habrá que darle seguimiento a ese dinero para que llegue a los bolsillos de los profesores, cuyos magros salarios contrastan notablemente con los ingresos que obtiene esa camarilla que se ha apropiado de la educación nacional y que, desde hace varias administraciones, se convirtió en un instrumento político-electoral al que no pocos políticos acuden. Adicionalmente a esos 900 millones, el sindicato dispondrá de otros mil 740 mdp para formación y capacitación magisterial, para crear nuevas plazas y erigir centros regionales de excelencia académica, una función que, por cierto, compete sólo a las universidades.
La falta de escrúpulos de la cúpula del SNTE hace dudar que los recursos mencionados tengan el destino para los que fueron asignados. La Auditoría Superior de la Federación documentó en días pasados, entre otras irregularidades, el desvío de mil 654 mdp del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica (FAEB) para el pago de más de 8 mil trabajadores “comisionados” al SNTE durante 2008 (MILENIO Diario, 21/IV/10).
El sindicato magisterial es un barril sin fondo. Insisto: para elevar la calidad de la educación mexicana se requiere un cambio radical del sistema educativo. El SNTE es una lacra que, de no erradicarse, impedirá no sólo el avance de la juventud mexicana, sino será el verdadero obstáculo a vencer para que México retome el camino del crecimiento económico.
El poder político que acumula ese sindicato implica una confrontación que bien podría valer la pena asumirla en aras de salir del letargo educativo del país. Hay malos estudiantes porque hay malos profesores y hay malos profesores porque hay un sindicato que excluye el mérito como el criterio en las tareas de los docentes.
Si la actual administración que encabeza Felipe Calderón quiere darle un impulso significativo a la educación básica de este país, tiene que empezar a desarticular al SNTE, mafia que sólo representa los intereses de su cúpula dirigente. Si Calderón no quiere recibir como respuesta un ¡Nooo!, de jóvenes estudiantes para realizar un examen de evaluación, tendrá que enfrentar a esa caterva de pillos sindicales que está gangrenando la educación de nuestra juventud y frenando el desarrollo del país.
jreyna@colmex.mx
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