Humberto Musacchio
Excélsior/22 de abril de 2010
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), fundada hace nueve años, es una respuesta novedosa, si bien todavía insuficiente, a la multitudinaria demanda de educación superior en el DF. Es una criatura del perredismo que, por extraño que parezca, tiene como principales enemigos a políticos del PRD, empeñados en ahorcar financieramente a la institución.
Para todos los efectos, la UACM es heterodoxa. Para empezar, no realiza un examen de admisión entre los aspirantes, sino un sorteo que decide a quiénes se asignan las plazas disponibles. Por supuesto, no faltará quien se desgarre las vestiduras frente al citado procedimiento, pero está sobradamente demostrado que los procesos de selección poseen un carácter clasista y que los muchachos pobres tienen una marcada desventaja frente a los que llegan con el estómago lleno.
No casualmente, los principales planteles de esta Universidad se hallan en lugares como San Lorenzo Tezonco y Cuautepec, en medio de zonas eminentemente proletarias y por lo mismo sin oferta de educación superior, pues se trata, como es obvio, de atender a los olvidados de siempre, lo que resulta difícil de entender para la política parasitaria.
Entre las innovaciones que representa la UACM frente a otras universidades está el hecho de que el profesorado es, salvo contadas excepciones, de tiempo completo, lo que otorga una relativa seguridad económica a los docentes y propicia el ejercicio de una tutoría cotidiana sobre los alumnos, pues fuera de las horas de clase los maestros están en sus cubículos a disposición de los muchachos. Don Manuel Pérez Rocha, el humanista que ha ocupado hasta ahora la rectoría de la Universidad, es uno de nuestros grandes expertos en educación superior, la que por décadas ha sido su tema de estudio. Sus innovaciones han contado con el respaldo de un consejo asesor integrado por eminencias académicas como Luis Villoro, Luis de la Peña, Horacio Flores de la Peña, Enrique González Pedrero, Elena Beristáin, Mónica Díaz Pontones, Cristina Barros, Antonia Candela, León Olivé y Esther Orozco, quien ahora aspira a suceder a Pérez Rocha.
Las cartas de presentación de la UACM son irreprochables, pero entre Marcelo Ebrard y los diputados de la Asamblea Legislativa del DF le recortaron la mitad de su presupuesto para este año y le regatean otros recursos ya autorizados.
Mario Delgado, quien cobra como secretario de Finanzas del gobierno del Distrito Federal, pide a la Universidad mayor eficiencia y quiere saber “qué programas se tienen y demás (sic) para ver el destino de esos recursos” (los que regatea a la institución educativa).
La declaración del señor Delgado, además de violatoria de la autonomía universitaria, es una elocuente muestra del analfabetismo funcional que campea en un sector del PRD que pide eficiencia, pero no la ofrece, pues la recaudación del GDF es un perfecto ejemplo de exacción anárquica y abusiva contra los ciudadanos y de arbitrariedad absurda y antidemocrática en perjuicio de los contribuyentes.
Para la mentalidad de cuentachiles que priva entre ciertos funcionarios del gobierno capitalino y la vergonzosa sumisión burocrática de la mayoría perredista de la Asamblea Legislativa del DF, lo mejor sería convertir la institución educativa en otra universidad patito, de esas que escupen cada año “profesionistas” sin conocimientos, sin idea del país que pisan ni interés por las carencias de las mayorías. Estudiantes y profesores de la UACM deben salir en defensa de su casa de estudios.
*Periodista y autor de Milenios de México
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