Octavio Rodríguez Araujo
La Jornada/8 de abril de 2010
Escribo sobre el caso Paulette Gebara Farah porque me gustan las novelas policiacas, no porque crea que sea el único caso hasta ahora impune de niños muertos en este país.
La niña fue reportada desaparecida el lunes 22 de marzo, pues las empleadas de apellido Casimiro no la encontraron esa mañana. Según declaraciones de la madre, la buscaron por todo el apartamento y afuera, incluyendo la alberca. Reportaron su desaparición y ese mismo día la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), con ayuda de perros entrenados y técnicos periciales, la buscaron y no supieron cómo pudo salir de su habitación sin que nadie la viera. No se forzaron chapas de las puertas. Nadie encontró huellas de persona ajena. El edificio tiene seguridad y cámaras de video; la puerta de acceso al edificio es muy pesada para la niña. Nadie la vio. No se ha dicho si ese mismo día las empleadas tendieron la cama de la niña (que es lo normal), pero sí que no hubo solicitud de rescate que revelara la posibilidad de un secuestro.
Paulette y su hermanita mayor habían estado con su padre en Valle de Bravo. La madre estuvo, dijo, con una amiga (no se ha dicho dónde) y regresó antes que su esposo y las niñas. Ella las acostó y les dio la bendición, según declaró a los medios. Los padres están separados, como supimos después.
A los cinco días de desaparecida, los padres se dirigieron a los medios, incluida Internet, para buscarla. Si no hubo secuestro, de acuerdo con las evidencias, y si Paulette no pudo salir sola, dadas su edad y discapacidades, ¿por qué la buscaban y pedían a todo mundo que les diera pistas? ¿Dónde estaba? ¿Estaba muerta?
¿Qué le pasa a un cadáver a los cinco días? A temperatura ambiente de un apartamento de gente con recursos, es decir, superior a los 18 grados centígrados, un cadáver se descompone y despide un olor fétido inconfundible. Si los perros entrenados no descubrieron el cadáver el lunes 22 de marzo, los peritos que pululaban por el edificio y apartamento, ¿no olieron la putrefacción del cadáver? Resumen parcial: o los perros y los peritos mienten o la niña no estaba en su recámara ni en el apartamento ni en el edificio de Interlomas, ya que tanto perros capacitados como vecinos, además de policías, buscaron a la niña en todos los lugares posibles. ¿Todavía no tendían la cama después de cinco días?
El domingo 28 de marzo la madre dijo que quería a su hija de regreso. Ese día se siguieron realizando estudios periciales de la PGJEM. Para facilitar las investigaciones sacaron a la familia. Seis días y no fue detectado olor fétido alguno, que tenía que estar presente, pues, además de la descomposición de un cadáver, hay pérdida de fluidos cuando se relajan los esfínteres. Vale decir que, a consecuencia de los hechos, los vecinos reforzaron la seguridad de sus edificios y apartamentos y los vigilantes fueron invitados a revisar incluso automóviles. Ese mismo día el procurador Alberto Bazbaz descartó, dadas las evidencias hasta ese momento, que hubiera habido secuestro. El análisis de los dos videos existentes, con alta tecnología, no demostraba que la niña hubiera sido sustraída del edificio en que vivía.
El 30 de marzo fueron arraigados en Toluca los padres y las nanas de la niña. Se encontraron inconsistencias en sus declaraciones. El arraigo, dijo Bazbaz, no significaba que fueran culpables de la sustracción de Paulette, misma que dos días antes, en otra versión del procurador, no pudo ser sustraída (no hubo robo ni secuestro). La madre, todavía el 29 de marzo, insistía en que le devolvieran a su hija. Declaró que confiaba en las nanas y que los dos perros que tiene no se inquietaron, lo que sí ocurre cuando hay desconocidos. Esto es, ni los perros de la policía ni los de la familia detectaron a la niña en proceso de descomposición biológica. Los humanos tampoco. “No hubo robo ni secuestro”, pero sí “sustracción de infante” (sic) –declaró el procurador. Y él mismo pidió la colaboración ciudadana para encontrar a la niña y dio un teléfono 01-800. No es de extrañar que la tía de la niña y hermana de la madre, mandara a hacer 300 mantas con la foto y los datos de Paulette, mismas que fueron colocadas incluso en el Distrito Federal y en los accesos a Cuernavaca y Toluca. También hubo profusión de espectaculares.
Ese día, cerca de la media noche, misteriosamente apareció el cadáver de Paulette. Esa noche –dijo al día siguiente el procurador– se percibió un olor a putrefacción y fue así como en la madrugada del miércoles 31 se localizó el cuerpo. Una grabación reveló que la madre de la niña había dicho: “sin evidencia no hay crimen”. Pero la evidencia se presentó de carne y hueso, y estaba, según versiones oficiales, en la misma cama donde su madre dio entrevistas a los medios de comunicación. ¿Antes del “hallazgo” ya habían tendido la cama, aunque fuera para la imagen de la madre en las entrevistas? CNN y Efe señalaron que la niña fue hallada en una bolsa negra debajo del colchón de la cama donde dormía. Se dijo que había sido en presencia de los padres. Posteriormente leímos, el primero de abril, que el cadáver estaba cubierto con unas cobijas. ¿Nunca hicieron la cama? ¿Y qué pasó con la bolsa negra?
Teóricamente el apartamento fue sellado desde que los padres y las nanas fueron arraigados en Toluca. ¿Cómo llegó el cuerpo, si acaso, como han querido aparentar, no estaba antes? Falta precisar el momento en que la niña murió, ha dicho el procurador, y el dato no sería secundario. El sábado 3 de abril se desarraigó a los esposos Gebara y Farah, y a las nanas Casimiro y la procuraduría estatal declaró que habían terminado los estudios periciales. No se dijo en qué momento murió, pero ya fue enterrada y los sospechosos están libres.
En resumen, como dijera El Monje Loco (Alejandro Galindo, 1940): nadie sabe, nadie supo. Y nunca nos informaron qué pasó con la bolsa negra ni si se arregló la cama antes del “hallazgo”.
Moraleja: si alguien quiere asesinar a una persona y tiene dinero, tal vez el estado de México sea una buena opción para quedar libre.
PD: Los servicios periciales pudieron calcular que Paulette comió cinco horas antes de morir, pero no cuando murió. Sólo dicen que fue entre el 22 y el 26 de marzo. Por otro lado, Ericka Casimiro declaró en video de El Universal, fechado el 7 de abril a las 2:01 de la tarde, que sí hizo la cama el 22 y la niña no estaba. Hasta el momento de escribir estas líneas, fue la única vez que se mencionó lo de la cama tendida: 17 días después que descubrieron que la niña no estaba. Lo más significativo fue que la entrevista a las nanas de Paulette fue en su pueblo, sin sus patrones enfrente.
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