En esta semana se cumplieron los primeros dos años de esta administración. Las opiniones acerca de su desempeño son muy variadas, como también las apreciaciones acerca de sus logros. Algunas encuestas le otorgan calificaciones arriba de 60 por ciento. Sin embargo, en el terreno de la ciencia y la tecnología, el balance no es positivo. A estas alturas ni siquiera existe el programa con los lineamientos estratégicos para impulsar la actividad.
Al inicio de diciembre de 2006, al asumir funciones la actual gestión, las circunstancias indicaban que el gabinete debía prepararse un entorno políticamente adverso y para una relación tirante, difícil e impredecible con los legisladores. Lo curioso es que la relación con el Congreso, contrariamente a lo que se preveía, ha sido más bien fluida y también la que mayores dividendos le ha producido al gobierno federal y a algunas de las fracciones parlamentarias.
Las llamadas reformas estructurales que parecían imposibles de realizar, como la del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), la hacendaria o la energética, se realizaron en este periodo. Tal vez no fueron las reformas que debieran ser y su costo fue muy elevado para el resultado obtenido, pero sin duda son ilustrativas del entendimiento de gobierno federal y legisladores.
También se han entendido Congreso y gobierno federal en materia de asignación de recursos financieros. Desde el Presupuesto de Egresos para 2007, el primero que le correspondió diseñar a esta administración, la propuesta ha sido llevada al alza por los diputados y las modificaciones no han sido cuestionadas por el presidente de la República. Por el contrario, ha destacado su responsabilidad y celebrado el acuerdo.
En términos corrientes (sin descontar el efecto de la inflación), entre los años 2006 y 2009, el presupuesto aprobado para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) pasó de 8 mil 859 millones de pesos a 15 mil 475 millones de pesos. A su vez, en el mismo periodo, el presupuesto general para ciencia y tecnología pasó de 30 mil 600 millones a 43 mil 529 millones de pesos. Un incremento importante en ambos casos, aunque en términos relativos es mayor el destinado a Conacyt.
El asunto es que como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto no ha rebasado la mitad de lo que establece la propia ley; para el año próximo representará alrededor de 0.49 por ciento.
Otra muestra más de acuerdo entre gobierno federal y Congreso fue la aprobación de la ley para crear la Agencia Espacial Mexicana (Aexa) el pasado mes de noviembre. Por cierto, cuando se aprobó la creación de esta agencia, el gobierno federal ya había diseñado su proyecto de presupuesto de egresos, de forma que no pudo ser considerada en la distribución de recursos; tampoco fue mencionada en las negociaciones del presupuesto que se cerraron el pasado 12 de noviembre. Entonces, ¿cuál será el presupuesto para este nuevo organismo o de dónde se le canalizarán recursos?
Hasta aquí algunos de los aspectos positivos. Lo grave es que desde la consulta para integrar el Plan Nacional de Desarrollo parecía que el factor científico y tecnológico no sería el decisivo en las coordenadas de navegación de esta administración y quedó constatado cuando se presentó el plan en mayo de 2007. El factor fue incluido en el eje denominado “Economía competitiva y generadora de empleo”.
Pero el tema apenas mereció una cuartilla en el volumen total del plan y fue para reiterar lo que se viene repitiendo desde hace casi una década: se establecerán políticas de Estado en el sector, se articulará el sistema nacional de ciencia y tecnología, se incrementará el financiamiento, se fortalecerá la infraestructura y se descentralizarán las actividades. Nada más.
En ese entonces, los funcionarios del área indicaron que en el programa sectorial se presentaría más ampliamente el componente científico y tecnológico. Después vinieron una serie de ajustes y reajustes en los funcionarios que ocupan las direcciones de Conacyt, mismas que al parecer todavía no concluyen. El caso es que a la fecha, después de dos años, la entrega del programa sigue pendiente. Ni una versión amplia ni una corta.
El pasado mes de septiembre, el director de Conacyt, ante comisiones en el Senado, señaló que en los días siguientes quedaría aprobado el Programa en el Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico que preside el presidente de la República y, al parecer, según informó un boletín de Presidencia, así fue. Pero después no se supo nada más.
Al parecer, el programa se dio a conocer de manera discrecional el mes anterior, pero no se ha difundido y mucho menos se ha publicado en el Diario Oficial de la Federación, como lo indica la normatividad. Es el último programa de la administración que falta y como ha llevado tanto tiempo su elaboración seguramente debe ser excepcional. El único problema es que para cuando esté listo tal vez no haya sexenio. Aunque si ya pasó el primer tercio de esta administración sin lineamientos programáticos del sector, que más da que así transcurra todo el periodo. ¿O no?
* UNAM–IISUE/SES.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/
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