jueves, 11 de noviembre de 2010

La juventud y la Revolución Mexicana

María Herlinda Suárez Zozaya*
herlinda@servidor.unam.mx

EN los albores de la Revolución Mexicana, en un tiempo y contexto donde el único territorio reservado para la existencia juvenil eran los centros de estudio, la recién creada Universidad Nacional de México, junto con otros centros de educación superior, albergaban a los jóvenes privilegiados que contaban con los recursos para formar parte de la juventud mexicana que se estaba gestando. Los estudiantes universitarios aparecían frente a quienes entonces se adscribían a la identidad de revolucionarios bajo la representación de aristócratas y conservadores, simpatizantes con los valores del porfirismo. Pero esto, siguiendo lo expuesto por Soledad Loaeza en su libro Clases medias y política en México, no necesariamente era cierto.

Ciertamente, la mayoría de los primeros estudiantes universitarios mexicanos del siglo XX provenía de las filas de la clase media. En ese entonces esta clase social podía considerarse como la más progresista, revolucionaria y nacionalista. Claro está que entre ella había conservadores, pero la “nueva clase” más bien tenía como referencia ideológica central la tradición liberal y tenía más de un motivo para estar descontenta con el porfirismo. Entre 1900 y 1910 su nivel de vida había disminuido significativamente debido a la inflación y a que el gobierno introdujo una elevación general de impuestos. Cierto es también que los fraccionamientos característicos de la clase media se manifestaron entre la juventud naciente y que no puede hablarse de que frente a la Revolución los jóvenes mexicanos hayan tenido una reacción en bloque; de hecho, ni siquiera entre los ateneístas hubo una única postura.

Acerca del significado que tuvo el pensamiento y la actividad de los ateneístas para la Revolución Mexicana, existe polémica. En ella participaron intelectuales mexicanos de la más alta talla. Los pensamientos de Octavio Paz y Leopoldo Zea, por ejemplo, sostienen que los ateneístas fueron precursores ideológicos de la Revolución Mexicana. En oposición, Alfonso Reyes desplegó la tesis de que fueron un grupo cultural ajeno a la política. Incluso, escribió Reyes, que la Revolución Mexicana, a diferencia de las de Francia o Rusia, brotó de impulsos más que de ideas. La discusión sobre este asunto no ha acabado y en la actualidad todavía persiste. No es de ninguna manera banal y debe darse de manera seria, puesto que contribuye a crear representaciones y significaciones sobre uno de los movimientos sociales más importantes de la historia de México.

No es mi intención entrar en el debate sobre si la juventud ateneísta jugó un papel o no en la Revolución. Lo que a mí me interesa destacar aquí es que la llegada de la juventud al país, como concepto y anhelo de cambio que incorporaba ideas de progreso material y social y renovación moral, ligadas al desarrollo de la educación superior, contribuyó a dar fuerza a las tensiones que desencadenaron en el movimiento armado. Dicho de otra manera, las demandas por el paso de una generación a otra que era impedido por una gerontocracia fue uno más de los ingredientes detonantes del movimiento revolucionario. Justo antes de que estallara la Revolución se registraba en el país un proceso de creciente oligarquización que amenazaba con clausurar todos los canales de movilidad social. Además, las condiciones económicas del periodo dificultaban el acceso a un ámbito laboral que asegurara independencia económica. Si no había posibilidades de movilidad social ni de independencia económica, entonces ¿para que servía la educación superior y para qué iba a servir la recién creada universidad?

En los jóvenes nacidos a finales del siglo XIX, que para cuando dio inicio la Revolución Mexicana eran estudiantes de preparatoria, de otros centros de educación superior y de la recién creada universidad, o que aspiraban a serlo, la identificación con la idea de formar parte de la naciente juventud mexicana había generado expectativas respecto de su posición socioeconómica y su función política. Había propiciado en ellos, también, aversión contra un poder corrupto, patriarcal, autoritario y caduco que en vez de abrirles opciones, se las cerraba. Así que las frustraciones y aversiones de estos entonces jóvenes, seguramente, nutrieron los conflictos sociales y políticos del periodo.

Terminado el movimiento armado, los cambios se dieron y la juventud mexicana se llenó de esperanza. El hecho de que la educación de los jóvenes se haya convertido en un compromiso social incorporado al acervo de símbolos y de lealtades colectivos, es muestra de que para la juventud mexicana el movimiento social trajo ganancias. Pero ahora, que ya han pasado 100 años, encontramos que los (as) jóvenes, universitarios(as) y no, que nacieron a fines del siglo XX, se encuentran con escasas expectativas respecto del futuro que el país les ofrece y con aversión frente a los gobernantes y sus políticas que no respetan, entre muchas otras cosas, el compromiso educativo que tienen con la juventud.

La experiencia descubre la importancia de atender las frustraciones y desconfianzas de los jóvenes universitarios, y de la juventud en general, en contextos de crisis económicas y de anuncios de cambio de época. Pero lo que parece es que los poderosos de hoy desconocen la historia.

* Investigadora del CRIM, profesora de la FCPS, miembro del Seminario de Educación Superior y del Seminario de Juventud de la UNAM.

Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización


“Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización”

Ciudad Juárez Chih., a 9 de noviembre de 2010

A l@s estudiantes
A l@s trabajad@s
A las organizaciones sociales
A tod@s los mexican@s hartos de tanta injusticia e impunidad

La Asociación Estudiantil Juarense, asamblea que surge como respuesta al intento de asesinato del compañero estudiante de Sociología Darío Álvarez (quien recibió un disparo por la espalda por parte de la Policía Federal dentro de nuestro campus universitario), en el afán de difundir lo que realmente sucedió, mantener nuestra exigencia de justicia, repudiar la presencia de PF y del ejército en las calles, así como para poder acabar con el cerco mediático en que nos encontramos, convocamos al inicio del “Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización” teniendo como fecha de partida el 20 de Noviembre del año en curso.
Compañer@s, los exhortamos, en la medida de sus posibilidades, a sincronizar nuestras acciones, a difundir lo sucedido el 29 de octubre y que nos respalden en nuestra de manda por el retiro de la PF de nuestra ciudad y por el regreso de los militares a sus cuarteles. Sabemos que muchas de ustedes dentro de sus agendas ya tienen movilizaciones previstas, por lo que les pedimos incorporen, de ser posible, nuestras demandas. Nuestras razones las podrán encontrar próximamente en http://aej2010.wordpress.com/

En ciudad Juárez iniciaremos este 20 de Noviembre con la marcha “A favor de la Desmilitarización: Por una vida sin miedo; una Revolución sin armas” recorreremos La Av. De las Torres, Iniciando en Plaza Las Torres y terminando en el Monumento a Francisco Villa. La concentración será en Plaza Las Torres a la 1:30 PM. Se propone finalizar el acto con un mitin a micrófono abierto para emitir posicionamientos por organización, célula o instituto educativo. sabemos que muchas de ustedes dentro de sus agendas ya tienen movilizaciones previstas, por lo que les pedimos incorporen de ser posible nuestras demandas.
En la medida de las posibilidades difundir la información de las movilizaciones en foros, universidades y demás espacios. Difundir las fechas de sus acciones y las relatorías de sus encuentros.

Si nos dan a un@, nos dan a tod@s!!

Asociación Estudiantil Juarense



Foro internacional contra la militarizaciòn y la Violencia
29 , 30 y 31 Octubre 2010

www.jzmov.com/porunaculturadiferente


A 42 años de la matanza de estudiantes por parte del gobierno,
2 de octubre no se olvida!!!
Juárez no es cuartel fuera ejército de él!!!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sobre abogados

Sergio Aguayo Quezada
Reforma/10 de noviembre de 2010

Al quebranto ético hay que añadir el creciente cinismo de quienes nos gobiernan. Urgen soluciones y las busco en el mundo de la abogacía.
El futuro de los pensionados está en riesgo. Mientras bancos e instituciones financieras se dan un festín con el cobro de comisiones de las Afores, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) están al borde de la bancarrota. Felipe Calderón y Manlio Fabio Beltrones ya se enzarzaron en una competencia discursiva sin reparar en que ambos permiten el cuotismo y el saqueo del ISSSTE
y del IMSS.
En su primer día como Presidente, Vicente Fox entregó el ISSSTE al grupo político de Elba Esther Gordillo, y Calderón le refrendó la "posición". El Partido Verde Ecologista de México nunca aparece en las luchas ambientales pero es una lumbrera para hacer negocios; en alianza con el PRI y con Nueva Alianza aprobaron la llamada "Ley Simi", una reforma a la Ley del Seguro Social según la cual el IMSS entregará vales para adquirir las medicinas en farmacias
privadas; eso beneficia a los negocios de la familia controladora del Verde (Sara Cantera, Reforma, 5 de noviembre de 2010).
¿Cómo enfrentar la desvergüenza institucionalizada? Comprendiendo los engranajes y resortes que la hacen posible. Todos conocimos al joven idealista que vibraba de indignación ante las injusticias y que terminó chapoteando en la corrupción y el cinismo. Es una historia que se ha seguido reproduciendo durante la alternancia.
Luis Fernando Pérez Hurtado escribió un libro sobre los estudiantes de derecho
(La futura generación de abogados mexicanos, México, UNAM/CEEAD, 2009). Es un trabajo importante porque de los licenciados depende la existencia de un Estado de derecho y porque ésa es la profesión que profesa un importante número de políticos. Según una investigación de Esteban David Rodríguez, de los 432 diputados federales con licenciatura ¡149 son abogados! y 42 senadores con esa profesión de 128.
La abogacía sigue siendo atractiva para los jóvenes; la cursa 9% de todos los estudiantes de educación superior. De acuerdo con Pérez Hurtado esto se debe a que es relativamente fácil impartir la carrera en México porque basta con el reconocimiento oficial, unos cuantos salones, una biblioteca modesta y una planta docente generalmente mal pagada.
Pérez Hurtado entrevistó a 21 mil 798 estudiantes de 45 instituciones educativas y encontró que uno de cada cinco (17.5%) se interesaron por el derecho porque les hervía la sangre ante la injusticia, la corrupción y la impunidad. A uno de ellos le mataron al papá y como "no hubojusticia contra los asesinos" pensó en estudiar leyes, mientras que otros lo hicieron al ver la
"discriminación contra los indígenas". Convencidos de la urgencia de que México tenga "abogados preparados y honestos" entraron a las escuelas de leyes para "ayudar", para ser parte de la solución.
Su entusiasmo e idealismo iniciales los fueron perdiendo mientras cursaban la carrera. Tomo algunas frases particularmente reveladoras: "[estudié derecho] para ayudar a las personas que lo necesiten y para llevar a cabo la justicia, aunque creo que me equivoqué, porque no es como creía"; "creí encontrar la solución de algunos problemas, hoy me doy cuenta que me equivoqué"; "tenía la idea de justicia, ahora no".
¿Qué experiencias tuvieron en las aulas para terminar tan desencantados? Tropezaron con un sistema jurídico, burocrático y político -dentro y fuera de las aulas- que los fue doblegando, cuadriculando y forzando a adaptarse al orden establecido. Se rindieron y capitularon cuando se dieron cuenta lo poco que podían hacer. Dejaron de ser agentes de cambio y se transformaron en
reproductores de los antivalores del cinismo y la impunidad que hacen posibles la "Ley Televisa", la "Ley Simi", el saqueo de las pensiones, etcétera.
Aun así, es igualmente notable el número de jóvenes que egresa con su compromiso intacto, que lo mantiene porque hay instituciones oficiales, privadas y sociales auténticamentecomprometidas con el cambio. Me consta que hay muchos abogados íntegros; trabajo con ellos todo el tiempo. También hay programas que mencionaré en otra columna.
La norma es el quebranto ético de una profesión desprestigiada que requiere renovarse a fondo. Cualquier reforma en los planes de estudios requiere de una cruzada contra la corrupción y un reajuste al entramado jurídico que ahora permite el florecimiento de esas turbas de cínicos que nos asfixian.

La Miscelánea

Los diputados pueden corregir en estos días la escasez de presupuestos que padece el Archivo General de la Nación (AGN). En 2007 el AGN recibía una sexta parte de lo que Chile dedica a sus archivos nacionales. Una vergüenza nacional que eso suceda.


El capricho de los vientos


Jesús Silva-Herzog Márquez
8 de noviembre de 2010

La paliza que recibió el presidente Obama el martes pasado tiene dimensiones históricas. No fue el coscorrón común que reciben los gobernantes estadounidenses a la mitad de su gobierno. Fue una auténtica tunda. En momentos en que el desempleo llega a los niveles más altos en un cuarto de siglo, el rechazo al partido en el gobierno era esperado. Los números registran un revés inusitado para un presidente y un castigo extraordinario para el Partido Demócrata. Para los miembros de ese partido hay muchos motivos de preocupación. Los vientos no solamente soplaron hacia la derecha, le arrebataron territorios tradicionalmente seguros y apartaron a simpatizantes fieles de sus filas. Los independientes, ese sector clave para la victoria de hace un par de años, se inclinó ahora por los republicanos. Tras aquella votación, algunos comentaristas se adelantaron a decretar un cambio tectónico en la política norteamericana. La victoria de los demócratas significaría un desplazamiento de las placas del subsuelo político. El cambio duró apenas unos meses. Ese país que se movía a la izquierda, se inclina ahora a la derecha. Interesante lección: en democracias son infrecuentes esos desplazamientos tectónicos que el análisis instantáneo se apresura a decretar. Impera, más bien, el capricho de los vientos.

La política puesta a prueba de su compleja ingeniería. La Casa Blanca en manos demócratas; la Cámara de Representantes con franca mayoría republicana y el Senado con una encogida mayoría demócrata. Lo único que salvó a los demócratas de la debacle, fue el haber logrado mantener el control del Senado. A los radicales del té y, en particular a Sarah Palin, deben ese obsequio. Sus ultras resultaron exitosos en las primarias pero fracasaron en la elección constitucional. No solamente ha habido en un franco desplazamiento a la derecha; también se ha atizado la polarización. Al tiempo que la cámara baja cambió de manos, también debilitó su centro. Los moderados fueron barridos por los radicales. El calendario parece ser también adversario de la moderación e, incluso, repelente a la colaboración con el Presidente Obama. Buena parte de los legisladores demócratas que enfrentan la perspectiva de su reelección en 2012, se ubican en distritos en donde la derecha se ha fortalecido recientemente. Tenderán, inevitablemente, a apartarse de la agenda del presidente. Tomemos nota para que no haya sorpresas si cambiamos nosotros. La reelección podrá tener muchas virtudes pero de ninguna manera asegura cooperación en el ámbito legislativo. La reelección también puede desalentar la cooperación cuando ésta resulta electoralmente costosa.

Se escucha en Estados Unidos la tentación de comparar esta elección con la del 94 cuando, el presidente Clinton recibió un revés en una elección semejante. El paralelo es interesante. Recuerda que las derrotas no son irreversibles y que una derrota a tiempo puede llegar a ser una bendición. Pero las diferencias son también notables. En primer lugar, el partido republicano no es el partido unificado que fue hace dieciséis años. No tiene el ansioso liderazgo que tenía bajo el diputado Newt Gingrich, convencido de que el voto le había dado un mandato claro para estrangular al demócrata al punto de cerrar el gobierno. La habilidad de Clinton y la torpeza de Gingrich dieron a los demócratas una nueva oportunidad con la reelección del sureño un par de años después de que se le daba ya por muerto. Hoy los republicanos están unidos solamente por su antipatía a Obama y unos cuantos lemas pero carecen de una agenda clara y de un liderazgo firme. Los radicales del té, exitosos para movilizar la desconfianza en el gobierno, difícilmente pueden conectar con el votante medio que es necesario para conquistar una elección nacional. En el flanco republicano hay famosos, pero no dirigentes. Más aún: parece que han estudiado también la lección del 94, por lo que no estarán en camino de obsequiarle a Obama sus tonterías.

La carrera sucesoria empezó el miércoles. Mal harían los demócratas si apuestan al error del adversario y no asumen el imperativo de cambiar y sobre todo, la urgencia de echar a andar la economía. Dos incógnitas se abren este interesante experimento: ¿qué uso darán los republicanos a su victoria? ¿Qué lecciones extrae el presidente de este revés? Si piensa Obama que el único problema que tiene es una mala comunicación está en el camino equivocado. Al reconocer su derrota, asumió responsabilidad y se expresó con humildad para reconocer el castigo de los votantes. No fue, sin embargo, particularmente autocrítico. Algún simpatizante en la prensa preguntaba, ¿dónde quedó el líder que nos fascinó hace pocos meses? Otro dijo: Obama perdió la voz. Si voz era lo único que tenía Obama, no tenía nada.

Freno al ciclo progresista

Alberto Aziz Nassif
El Universal/9 de noviembre de 2010

La rapidez con la que el péndulo ha regresado y los conservadores han ganado las elecciones en Estados Unidos el pasado 2 de noviembre es sorprendente. El ciclo progresista que abrió el triunfo de Obama, hace sólo dos años, hoy está seriamente amenazado. La agenda de grandes cambios legislativos sobre medio ambiente y migración tendrá que guardarse en el cajón para mejores tiempos, así como una política exterior multipolar. ¿Qué explica este contundente viraje del electorado hacia la derecha?

Las encuestas previas a la elección anunciaron un realineamiento del electorado, por un lado, una gran participación y entusiasmo en el conservador Partido Republicano, sobre todo en su nuevo agregado el extremista, el Tea Party, un fenómeno racista, xenófobo y articulado con mucho dinero que hizo la campaña anti-Obama. Por el otro, una gran decepción y descontento en el lado demócrata por los estragos que ha dejado la crisis económica, el alto nivel de desempleo, la pérdida de viviendas, el cierre de empresas y la percepción de que las promesas de cambio no se han cumplido.


La serie de encuestas elaboradas por The New York Times y CBS News nos muestran cómo cambió la tendencia entre principios del 2009 y octubre de 2010: mientras que hace dos años la aprobación presidencial era de 62%, ahora sólo es de 45%, pero la desaprobación que entonces era de 15% ahora llegó a 47%. Sobre si el país va en la dirección correcta, bajó de 45% a 35% y los que piensan que Estados Unidos va en la dirección incorrecta llegó a 61%. Sobre la actuación del Congreso la evaluación es más drástica, sólo lo aprueba un 14% y la desaprobación llega al 76%. Esta percepción llevó a que los demócratas perdieran 60 escaños para quedar en una minoría de 186 escaños en la Cámara baja, mientras que los republicanos subieron hasta 239; en el Senado los demócratas perdieron seis puestos para quedar en 53 y en las gubernaturas el partido de Obama perdió nueve estados (The New York Times, 4/11/2010).


El presidente reconoció la “paliza” y asumió la responsabilidad, algo que deberían aprender los políticos mexicanos. En su discurso identificó algunas de las causas de la derrota, como el haber perdido la “conexión con la gente”; la enorme “frustración” de los electores frente a una crisis económica que sigue presente; reconoció también lo complicado de algunas medidas que tomó para rescatar empresas, con lo cual subió el endeudamiento. Con una economía en problemas, el costo es para el gobierno. Por las políticas de rescate el gobierno de Obama fue acusado absurdamente de ser “socialista”. La otra parte del análisis tuvo que ver con la mala química que ha tenido este gobierno con el medio empresarial. Sin duda, vienen tiempos complicados para Estados Unidos. Lo más probable es un crecimiento en la polarización de los electores, porque ahora el “Tea Party” considera que ya le quitaron a Obama un pie para que pueda reelegirse en 2012.


Esta paliza no necesariamente lleva a un escenario de derrota en 2012 para los demócratas. Como está documentado, en las elecciones intermedias suelen darse cambios de votos y derrotas para el partido en el gobierno. Se recuerdan particularmente los casos de Reagan y Clinton, ambos perdieron los comicios de medio término y dos años más tarde lograron la reelección. Algunos analistas han llamado a este fenómeno “el voto de la pataleta” (El País, 3/11/2010).


Sin embargo, no se puede dejar de lado que habrá cambios importantes en la vida interna y en la política externa de Estados Unidos. Se habla de una complicada relación entre el Congreso y el presidente que puede llevar a una parálisis, sobre todo en temas importantes como podría ser el de la migración. Para el interés de México se puede anticipar un probable endurecimiento al movimiento migratorio, sobre todo en algunos estados de la frontera que puede imitar lo que hizo Arizona.


En las próximas semanas se podrá ver en qué se traduce la autocrítica de Obama y las posibilidades de volver a lanzar su proyecto rumbo a la reelección para el 2012. Sin duda, será una operación complicada volver a conquistar al electorado que lo llevó a la Casa Blanca, sobre todo por el contexto de una economía que no ha podido dejar atrás la crisis. El presidente tendrá que volver a conectarse con los electores independientes y progresistas y desarrollar una mejor estrategia de comunicación, pero también tendrá que dar resultados que se vean en el bolsillo del votante. Sólo así podrá darle continuidad al ciclo progresista que inició en 2008 y que hoy está seriamente amenazado.

Investigador del CIESAS

¿Listos para la cordura?

Sara Sefchovich
EL Universal/7 de noviembre de 2010

La palabra cordura, según el Diccionario de la Lengua Española, significa prudencia, buen seso, juicio. La palabra sensatez significa lo mismo: prudencia, cordura, buen juicio. Las dos palabras sirven por igual para traducir el vocablo “sanity”, que fue el que usaron los convocantes a un mitin “Para restaurar la cordura”, que se llevó a cabo en Washington, el fin de semana anterior a las elecciones intermedias en Estados Unidos y al que acudieron unas 200 mil personas, “una de las manifestaciones más grandes en tiempos recientes” según el periodista David Brooks.

La manifestación tuvo como objetivo señalar el hartazgo con el hecho de que el discurso público se haya convertido en apocalíptico, es decir, destinado a instaurar el temor y a que la política sea una arena para señalar enemigos e instigar contra ellos, insultando y amenazando. Pero sobre todo, para hacer hincapié en la necesidad de que la vida pública y la política sean más mesuradas y menos crispadas.

En la convocatoria se preguntaba: “¿Quién no ha tenido ganas de asomarse a la ventana y gritar a todo pulmón: ya no soporto más, ya no voy a seguir aguantando esto?” Pero la respuesta que se daba era del todo inesperada: “La gente que cree que gritar sirve de algo, debería saber que es contraproducente.” Lo que este evento puso sobre la mesa es muy significativo.

-Primero, porque hace evidente que cuanto más se discursea sobre pluralidad, respeto y tolerancia, más se convierte a la diferencia en enemistad y a la discordancia en pleito.

-Segundo, porque demuestra que a pesar de la existencia de un discurso público en el que parecería que vivimos en el puro horror, como si ya nada funcionara, en la realidad millones de personas seguimos viviendo y conviviendo.

-Tercero, porque muestra que existe una gran cantidad de personas que vemos el ping-pong político pero no tenemos voz ni participación en él. Y de hecho, somos la mayoría, silenciosa pero no porque no tengamos nada que decir o porque no nos interese decirlo, sino porque como dice Jon Stewart, el presentador de televisión que convocó la manifestación, porque está ocupada trabajando (o buscando trabajo), y atendiendo sus obligaciones y ocupaciones.

-Cuarto, porque como también dice Stewart, y esto es lo más interesante, esa mayoría está compuesta por millones de personas que no tienen la misma opinión respecto a nada: “Si quisiéramos resumir su forma de pensar no podríamos y eso es precisamente lo que buscamos”.

Esto significa que la verdadera pluralidad consiste en librarse del fundamentalismo de que debe existir la opinión única o la ruta única (las cuales por cierto, en su celo exagerado terminan pareciéndose demasiado entre sí, sean de extrema derecha o de extrema izquierda, como se burla Alberto Isaac en una caricatura reciente aparecida en la revista Este país) y que le han hecho enorme daño a la humanidad y no combinan para nada con la democracia y la libertad de pensamiento y expresión.

Pero significa también que en lo que sí están de acuerdo esos millones de personas, es en no estar de acuerdo de manera total con ninguno de los extremos vociferantes ni con el tono de los discursos, los pleitos, las actitudes de no ceder un ápice y el derecho que se arrogan esos grupos de hablar en nombre de nosotros y de sentirse portadores de las buenas causas y peor aún, representantes del todo colectivo, con una supuesta misión de cuidadores de los intereses de la patria, la institución, el grupo social o cualquier tema o asunto del que se trate.

-Y por fin, porque hace ver que no sólo deben escucharse las voces de los que gritan, sino también las de los demás aunque no sean estridentes ni amenacen con el apocalipsis a la vuelta de la esquina.

“¿Están ustedes listos para la sensatez?” preguntó Stewart a los asistentes. La respuesta era obvia porque por eso habían acudido al mitin, pero de todos modos, tuvo que resonar el sí para que se convirtiera en compromiso. ¿Estamos nosotros en México listos para la cordura? ¿Seremos capaces de restaurar la sensatez?

sarasef@prodigy.net.mx

Escritora e investigadora en la UNAM

Lujambio, ¿Y el valor de la palabra?


Manuel Gil Antón
El Universal/7 de noviembre de 2010

El maestro Lujambio dijo, el 29 de septiembre, que “en la democracia se necesita de hombres y mujeres de palabra, que saben hablar y escuchar, pero también cumplir la palabra empeñada”. El valor de la palabra para el secretario de Educación tiene dos componentes. Por un lado, la capacidad de hablar junto a la virtud de escuchar y, por el otro, el compromiso de cumplir con lo que se ha comprometido quien habla. Lleva mucha razón.

La democracia es un régimen que reclama la argumentación, intercambiar ideas y razones, debatir. Aunque a veces sea ríspido, es mucho mejor que acatar las órdenes de quien manda por el hecho de tener el poder. Esta característica fortalece, y mucho, a la rendición de cuentas, pues no sólo los contendientes políticos, sino cualquier ciudadano, una vez empeñada la palabra por la autoridad, está en condiciones de revisar si se cumple con lo dicho e, incluso, si con responsabilidad se expresan las razones por las cuáles no se logró determinado objetivo.

Resulta incoherente que el titular de la Secretaría de Educación no se haga cargo de la palabra empeñada por la administración a la que sirve y que procure aparentar que sí cumplió con lo dicho, aunque para ello tenga que torcer las cifras y apostar al olvido de los ciudadanos. Hay que reivindicar la memoria. Es, también, un elemento básico del debate informado.

Al iniciar la actual gerencia sexenal, el Presidente había hecho el compromiso de elevar la Tasa de Cobertura en Educación Superior al menos a 30%. Vázquez Mota, cuando ocupó el despacho de Vasconcelos, coordinó los trabajos del Plan Sectorial Educativo. En este documento se puso como meta alcanzar, en efecto, 30% de cobertura en 2012, tomando sólo en consideración a la “matrícula escolarizada” y sin el posgrado. Recuerdo y confirmo: “no escolarizada” (p. 17, accesible en el portal de la SEP).

En ese entonces, 2006/2007, tal indicador era 24.3%. El compromiso asumido fue incrementarlo casi 6 puntos porcentuales, lo que conducía a incorporar en ese nivel alrededor de 550 mil jóvenes en el sexenio.

De acuerdo a las cifras oficiales, tenemos 2.65 millones de muchachos si se respetan los criterios establecidos, es decir, si se cumple la palabra empeñada: no incluir al posgrado ni poner en la cuenta a la matrícula no escolarizada. Se han abierto, entonces, cerca de 250 mil lugares más, y la Tasa de Cobertura ascendió al 26.8%. ¿Por qué, en el IV Informe de Gobierno y en muchos discursos, el Presidente y el secretario se han jactado de que la tasa es ya del 29.1%?

Si se analiza la información que emite la SEP (Formato 911) es claro que las autoridades hacen trampa. Y de las más burdas aprovechando que tener memoria y atender a las cifras no es hábito recurrente en la construcción de crítica: en el Informe han incluido a la matrícula no escolarizada, que suma poco más de 227 mil estudiantes. Hagamos cuentas: 250 mil espacios escolarizados más 227 mil no escolarizados da 477 mil nuevos lugares. Si a los 2.4 millones del inicio del sexenio les sumamos los 477 mil, nos da 2.9 millones aproximadamente. Si se compara con los casi 10 millones de jóvenes entre 19 y 23 años de edad, como magos de la chistera sacan el 29.1%. ¡Pero han incluido, incorrectamente, el equivalente a dos entradas completas en el Estadio Azteca, cuyo aforo es de 110 mil personas! De ese tamaño es la “inflación” de las cifras para aparentemente alcanzar las metas. Ese es al número de personas, 227 mil, que separan al correcto 26.8 del 29.1% inventado.

No hay otro nombre para tal proceder: demagogia. Para colmo, la autoridad educativa celebra que la tasa del 30% será conseguida antes de lo previsto, no en el 2012. Claro, si se cambian los criterios y se “cucharean” las cifras a modo, se puede lograr. ¿Dónde está, señor Lujambio, el cumplimiento de la palabra empeñada que usted reivindicó en su discurso como elemento de la democracia? Ahí, en las palabras, pues en los documentos oficiales y en la propaganda fácil, considerando que nadie pone atención ni lleva las cuentas, ha incumplido con los criterios establecidos y nos conduce, de nuevo, al viejo régimen: “¿Cuál es la Tasa de Cobertura en el país? La que usted quiera, señor Presidente.”

¿El túnel del tiempo? Quizá sólo el agujero de siempre. ¿Transparencia? Sí. Es nítida la manipulación de los datos, pero ¿quién rinde cuentas de este maltrato a Pitágoras? Nadie. Es eso lo que cala. Y es lo que debería llamar a cuentas.

Profesor de El Colegio de México

Los enemigos de la transparencia

Darío Ramírez
El Universal/6 de noviembre de 2010

El deterioro de las instituciones públicas en México se alimenta de la impunidad y opacidad. La falta de transparencia genera incertidumbre y perpetúa un sistema social inequitativo, donde unos cuantos gozan de privilegios indebidos, donde el gasto público se confunde con privado, donde los que más tienen siguen aumentando sus riquezas, donde las políticas públicas anquilosan prácticas de mal gobierno. La libertad de conocer a fondo el actuar del gobierno, es fundamental para erradicar la corrupción que a su vez frena el desarrollo y modernidad del sistema político, económico y social del país. La transparencia no es un capricho, es una necesidad si queremos avanzar a un régimen democrático donde la igualdad de oportunidades y no discriminación sean pilares fundamentales de la sociedad.

Entonces, la pregunta simple pero fundamental es ¿quién se beneficia con la opacidad y quién no la quiere? Lo obvio es pensar que la transparencia, rendición de cuentas y acceso a la información, incomoda a las autoridades. Por ello, no sorprende que sean instituciones públicas las que busquen vericuetos y artilugios legales para acotar nuestra libertad de acceder a la información pública. Después de un vertiginoso desarrollo, el sistema de transparencia y acceso a la información está siendo ferozmente atacado por aquellos sujetos que apuestan por acciones de gobierno cubiertas por un manto de opacidad y de impunidad. La realidad nos señala que sigue habiendo actores públicos, quienes se resisten a que se instale un efectivo sistema de transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas. Su perverso objetivo es mantener el status quo y debilitar el derecho de la ciudadanía a conocer su información pública.

La alarma hoy es porque los enemigos de la transparencia han ganado terreno. Han diseñado y avanzado en el camino para debilitar nuestras libertades. Hoy el deporte es pegarle al IFAI. Cada vez más autoridades públicas retan la autoridad del Instituto. Vale la pena señalar que dichas autoridades forman parte del ejecutivo federal. Por ejemplo, las autoridades con mandatos relacionados con la materia fiscal y las autoridades de procuración de justicia son las que más que frecuentemente combaten las resoluciones del Instituto, mediante juicios de nulidad ante el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, que también forma parte del Ejecutivo; o mediante amparos interpuestos ante el Poder Judicial. Los alegatos legales son sólo para minar la autoridad del IFAI y negar la información. La práctica ya es común, de 6 amparos y juicios de nulidad que el IFAI reportó que fueron interpuestos en 2006, la cifra había aumentado para 2008 a 26 resoluciones suspendidas por la interposición de juicios de amparo y nulidad. Durante 2009 se interpusieron 15 juicios de amparo y nulidad. Cada uno de ellos con un objetivo: negar la información.

El último enemigo de la transparencia en mostrarse fue el SAT, el que con perversa ayuda de la CNDH logró un acto conciliatorio, el cual le allanó el camino para que el SAT dejase de cumplir con una resolución que le ordenaba revelar los nombres de los contribuyentes (559 mil personas y empresas) que tuvieron la cancelación de créditos fiscales en 2007, por un total de 74 mil millones de pesos (esto representa, aproximadamente, cinco veces más que el presupuesto anual de Oportunidades) ¿Quién pierde al no conocer la lista de nombres de personas físicas y morales que gozaron de la dicha de no pagar impuestos? Sin duda, la sociedad. Independientemente, si la CNDH tiene argumentos para haber hecho lo que hizo, su acción le ha dado santuario a actos opacos, discrecionales y corruptos. Así dejó de lado el interés de la sociedad.

Los enemigos de la transparencia comienzan a desenmascararse, provenientes de todos los partidos y en todos los niveles de gobierno. A los actos aquí descritos, se les tiene que sumar infinidad de artimañas para negar información o desalentar su uso. Los golpes contra el IFAI no son esporádicos, responden a una estrategia. Debemos recordar que fue la sociedad civil la que ganó y logró imponer estas libertades en nuestras leyes. Parece ser momento, nuevamente, para que esa sociedad civil cierre filas y defienda nuestro derecho a conocer nuestra información pública. Nadie más lo podrá hacer por nosotros, la responsabilidad de preservar nuestros derechos y libertades ante los opacos y corruptos es nuestra. ¿Qué vamos hacer?

Coordinador de Artículo XIX, capítulo México