miércoles, 9 de marzo de 2011

De Tila Tequila a las Revueltas por las Redes Sociales en Medio Oriente y Wikileaks

Jenaro Villamil*

Apenas en octubre de 2007, hace menos de cuatro años, el personaje más conocido en las redes sociales era una perfecta desconocida con 1 millón 779 mil amigos en MySpace: Tila Tequila, mejor conocida como la “Madonna de My Space”. A sus 26 años y sin ningún atributo extraordinario más que su gran capacidad para hacerse de “amigos” en la red social, Tila Tequila ya era una celebridad de las redes sociales en Estados Unidos. En mayo de 2008, Tila Tequila superó los 3 millones de contactos.

En esa misma época, el fenómeno de la celebridad efímera de Tila Tequila era paralelo a la sensación generada por Second Life, un exitoso escaparate donde cada usuario podía quedarse una “vida paralela” de forma virtual: una nueva identidad generalmente gratificante, y una idea más estimulante de la sociedad de consumo o de la llamada “sociedad líquida”, teorizada por Zigmunt Bauman.

La sociedad líquida es una muestra de la posmodernidad: conexiones que son “relaciones virtuales”, a diferencia de las “verdaderas relaciones”, que son de fácil acceso y de fácil salida. Parecen sensatas, higiénicas, no reclaman más compromiso que el de “conectarse” a una red social.

Ese era el encanto de las nacientes “redes sociales” o Web 2.0. Para la misma época, un genio informático, antisocial y profundamente incapaz de entablar relaciones de afecto duradero, creó Facebook como una red de contactos que creció exponencialmente hasta llegar a sus 500 millones de usuarios actuales.

En paralelo, un hacker australiano, amigo del misterio y enemigo de los secretos a los que él no podía acceder, Julian Assange, creó junto con otros colegas el sitio de filtraciones informativas Wikileaks. De hacker, Assange se transformó rápidamente en activista de la sociedad de la información hasta generar el auténtico tsunami que vivimos desde finales de 2010 hasta estos meses.

También surgió una nueva red social, el Twitter, que en menos de un lustro de vida ha llegado a tener 200 millones de usuarios creando una auténtica sensación en el mundo occidental. Según el banco JPMorgan, Twitter, empresa creada por tres expertos en informática, vale ahora 3 mil 200 millones de euros.

En otras palabras, del mundo hegemónico del infoentretenimiento y de la sociedad del espectáculo, las redes sociales han pasado paulatinamente a formar parte de la sociedad de la información, hasta constituirse en plataformas que amenazan seriamente las relaciones tradicionales de control entre el poder político y la prensa y los medios electrónicos, especialmente las grandes cadenas televisivas.

Tres Reflexiones.

1.-La transformación de las redes sociales en medios de vivencias y emociones aparentes y banales a medios que inciden con mayor fuerza en las nuevas insurgencias sociales constituyen un fenómeno de crecimiento de audiencias deliberativas, típicas del tránsito del modelo analógico al modelo digital.

No significa que Facebook, Twitter, Youtube o Google dejen de estar dominado por la agenda de la sociedad del espectáculo, sino que precisamente por estar insertas en esta dinámica del escándalo, del alto impacto, han logrado crear también nuevas insurgencias donde nadie se lo esperaba.

Esta transformación no se ha hecho en el vacío. Sin la reverberancia y el impacto que los contenidos de las redes sociales han tenido en los medios tradicionales de la era de Guttemberg (la prensa) y de McLuhan (los medios electrónicos) no se podría explicar el crecimiento exponencial de su influencia.

2.-En Egipto y en Túnez y en menor medida en Libia y lo que se avecina en los países colindantes del mundo árabe, se ha dicho que el verdadero “ministro de la información” del movimiento de insurgencia es Facebook.

Antes de esto, Wikileaks y el Cablegate que develó una parte de la hipocresía del Departamento de Estado norteamericano frente a los regímenes autoritarios y cleptocráticos del mundo árabe, demostró que en la medida que surge información no controlada ni gestionada de la manera tradicional por el poder político y económico, se generan reacciones inesperadas.

En Túnez, la repercusión de los cables de Wikileaks fue tremenda. Uno de ellos confirmó que Estados Unidos sabía la corrupción de Leila Trabelsi, la esposa del presidente Ben Alí, mejor conocida como la Regenta de Cartago, un símbolo de los altos niveles de corrupción en ese país. Sus familiares, sus hijos, sus yernos se convirtieron en los reyes del tráfico ilegal y del crimen organizado, una especie de Marta Sahagún y de Raúl Salinas de Gortari juntos en un mismo personaje.

Lo mismo sucedió con la corrupción rampante de Hosni Mubarak, el dictador de los últimos 30 años de Egipto que se encubrió bajo el velo de “aliado funcional” de Estados Unidos y de Israel. Los egipcios sabían perfectamente los niveles de corrupción, pero no habían visto que este tema se ventilara en los medios que no estaban controlados por el régimen.

Los “juguetes” de la sociedad líquida occidental jugaron una travesura en las sociedades árabes. Fueron más allá de la evasión y la banalidad para transformarse en instrumentos de comunicación y rebelión.

3.-Frente a lo que está sucediendo en estos países y en otros de regímenes cerrados –como China o Cuba- ¿ha terminado la era de la televisión y de la sociedad del espectáculo? ¿En México podría suceder algo similar a lo que se vive en los países árabes?

Es muy pronto para cantar la victoria de los medios bidireccionales frente a la hegemonía de los medios unidireccionales. Sin embargo, es claro que transitamos de las sociedades petroleras, analógicas y patriarcales, a las sociedades digitales, convergentes y de audiencias deliberativas. Los ejércitos y los controles tradicionales del Big Brother podrán funcionar en países altamente monopolizados por la televisión como en México, pero van de salida y difícilmente exista reversa.

Estamos transitando de la era del Homo Viddens, tal como la teorizó Giovanni Sartori, a la era del Homo Zapping, de la búsqueda incesante de contenidos y a la generación de los contenidos mismos por aquellos que antes eran audiencias pasivas de la sociedad del espectáculo.

Podrán inventarnos nuevas Tilas Tequilas o escándalos distractores, pero el efecto de la pérdida de control tradicional de los candados de la información –la principal demostración de Wikileaks- generará nuevas formas y fórmulas de las redes sociales.

Esta historia apenas inicia.

* Texto de la conferencia ofrecida este lunes 7 de marzo en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
Tomado de: http://homozapping.com.mx/2011/03/de-tila-tequila-a-las-revueltas-por-las-redes-sociales-en-medio-oriente-y-wikileaks/

Educación y desigualdad social, el ángulo político

Humberto Muñoz García*
recillas@servidor.unam.mx

En este artículo comento el decreto formulado por el presidente de la república el Día del Amor y la Amistad, mediante el cual se puede deducir del impuesto el pago de las colegiaturas en las escuelas privadas. Este decreto ha sido discutido por mis colegas en este suplemento y por periodistas de los medios electrónicos y de la prensa. Hay quienes han apoyado la medida, pero la mayor parte ha hablado de sus efectos negativos sobre el sistema educativo y sobre la sociedad en su conjunto. Aquí, lo que pretendo hacer es dar algunos argumentos más desde la perspectiva de la desigualdad social a la que, desde mi punto de vista, contribuye la medida presidencial.

La educación es una tarea de Estado: entrega habilidades y valores para la vida y para el ejercicio de la ciudadanía. Por ello, quién educa y cómo educa es esencial para la conducción de un país. La educación y quién la posee representan un factor de primer orden para impulsar el desarrollo y la transformación productiva con equidad. Obtener educación permite la movilidad social, el logro de un trabajo mejor remunerado y la realización en el mismo.

Por ello, quien no tiene acceso a la educación queda al margen, excluido de la dinámica social. Por ello, en los malos tiempos, cuando todo se achica y se restringen las posibilidades de vida, la educación se instala en el imaginario social como la tabla de salvación, particularmente para las generaciones que siguen. En los momentos de crisis, los sectores populares ven en el logro educativo una de sus pocas posibilidades para que los hijos salgan adelante.

En México, en el siglo XX, la disputa por la nación tuvo como centro la querella educativa. La querella contra la educación que imparte el Estado, contra los libros de texto gratuitos y por la obtención de títulos universitarios, fue planteada por los sectores de derecha en el país y por las clases medias, ansiosas de mantener su estatus social y sus privilegios. Pero también por sectores de derecha de la clase política, toda vez que la educación superior pública en México formó durante mucho tiempo a la élite del poder revolucionario, hasta que la tecnocracia se instaló en el poder del Estado e hizo cosas que favorecieron el triunfo del foxismo.

El gobierno decidió dejar de recibir una enorme cantidad de recursos económicos que quedarán en los bolsillos de quienes tienen más condiciones de pagar por su educación. Son el presidente y sus secretarios quienes están promoviendo la distinción en el seno de la sociedad.

Pero el punto va más allá. La medida presidencial va a generar que el sector privado de la educación abra primarias patito para que la clase media de bajo nivel mande a sus hijos a escuelas particulares en la idea de que son mejores que las públicas. El chiste es ampliar la oferta educativa, deprimir la educación pública, que el capital se reproduzca en el sector educativo y que se instale la idea en la sociedad de que la educación y el conocimiento se compran y se venden. Lo ideológico de la medida no es una ganancia marginal, es una cuestión central para el debate sobre el futuro del país. La educación es en esencia una cuestión política.

La medida del presidente Calderón fue tomada en la cultura del descontón político: el que pega primero pega dos veces. Es una medida que favorece electoralmente a su partido y amarra la protesta de los otros partidos, porque en su sano juicio ninguno va a reclamar para echarse encima a la clase media beneficiada con la medida; clase que está bien representada en el Estado de México donde habrá elecciones en julio.

La medida llega en un momento histórico en el que el futuro de los jóvenes mexicanos resulta preocupante porque, entre los 14 y los 18 años más de la mitad abandona sus estudios; porque entre los 15 y los 29 años hay millones que están rezagados en su escolaridad, que se enfrentan a un mercado de creciente credencialización y segmentación, donde tres de cada diez jóvenes no encuentran trabajo, entre otras cosas porque no han tenido oportunidades de estudio, donde la gran mayoría de los jóvenes restantes tienen muy malos empleos.

La medida del presidente favorece a quienes tienen la posibilidad de gastar en la educación de sus hijos, a los sectores sociales de más altos ingresos, que son quienes mayormente pagan escuelas privadas y alcanzan los más altos niveles de escolaridad. Los datos sobre las desigualdades educativas nos hablan de que las diferencias de escolaridad por deciles de ingreso se abrieron de manera considerable hasta 2002, cuando entre los más pobres el promedio de años de estudio llegó a 3.6 años, mientras que entre los más ricos fue de nivel universitario (13.3 años).

En 2006, entre los cinco y los 14 años asistía a la escuela 92.6 por ciento de los niños más pobres y 99.3 por ciento de los ubicados en las familias más ricas. Pero entre los 18 y los 29 años, iban a la escuela 5.8 por ciento de los más pobres y 35.4 por ciento de los más ricos.

Dijo el gobierno que deducir los pagos por colegiatura significaría dejar de recaudar 13 mil millones de pesos que se van a repartir entre las clases medias acomodadas y los más ricos. Pues bien habló el rector de la UNAM al referirse a que con la mitad de ese dinero se hubiera podido ampliar la cobertura de educación superior en el sector público, y que con la mitad de esos recursos se hubiera podido eliminar el analfabetismo en cuatro años.

No. Los intereses de las mayorías no están representados por los políticos que nos gobiernan. No les importa la educación ni, por tanto, el país.

El presidente Calderón, quien desea que no regrese el PRI a los Pinos, tomó una medida que la da a la oposición una bandera espléndida para movilizar al sector popular y a los jóvenes que luchan para que no les mutilen su futuro. Una desigualdad social tan profunda, con masas en condiciones de pobreza y jóvenes sin expectativas de progreso es una fórmula políticamente explosiva. Allá él. La querella por la educación continúa, pero ahora desde el otro lado.

* UNAM: Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/404/textos/opinion_humberto_munoz.html

viernes, 21 de enero de 2011

Un peligro para México

Epigmenio Carlos Ibarra
Milenio/21 de enero de 2011


Se presentó como el hombre que podía conjurarlo y en realidad lo atrajo. Sembró Felipe Calderón Hinojosa el miedo y la discordia, anunciándolo como inminente para acceder al poder y hoy, cuando su mandato agoniza, ese peligro del que pretendía “salvar al país”, más que un lema propagandístico, un instrumento de la guerra sucia electoral, es una realidad multiforme y fuera de control que pone en entredicho a la, ya de por sí, maltrecha democracia mexicana.

Balas, trampas desde el poder y de los distintos actores políticos, aparición de nuevos e indeseados protagonistas, injerencia indebida y creciente de los poderes fácticos se ciernen sobre los próximos comicios en los estados, enturbiándolos y marcan, desde ya, lo que se anuncia como un complicado proceso de sucesión presidencial.

Nada más sagrado que la paz y nada más precario e inestable. No ha dado la democracia resultados, lo que la vuelve sólida y rentable para los pueblos y, además, desde 2006, hasta como coartada parece haber desaparecido para muchos millones de mexicanos.

¿Cuánta tensión más aguanta la cuerda? ¿Cuánto desencanto acumulado, cuántos agravios, cuántas traiciones de una clase política que ha crecido dando la espalda a la gente puede resistir el país? ¿Hasta cuándo mantener la democracia, esa democracia que de poco ha servido, en lugar de irse por el camino —aparentemente efectivo— del autoritarismo, de la mano dura?

Ya se jugó con fuego en 1988 y después en 2006 y entonces la violencia aún no se salía de madre en el país. Hoy sobran los hombres armados por todos lados y campean el miedo y la zozobra. Nuevos poderes, el del fusil criminal por un lado, el de los jefes de los miles de soldados desplegados a lo largo y ancho del país por el otro, se aprestan a reclamar su participación en las elecciones.

Impone el narco, con atentados, masacres y bloqueos, su poder de veto sobre candidatos y partidos. Con plata penetra donde puede. Con plomo donde se le resisten. Vota con balas, determina el comportamiento de los electores por el terror. Es la muerte ejemplar su forma de proselitismo.

Tampoco puede ignorarse que, desplegado casi en su totalidad, factor esencial de la lucha contra el crimen y de la precaria estabilidad del Estado mexicano el Ejército, que por tantos años se mantuvo fuera de la política activa, adquiere hoy un protagonismo que la virulencia de la acción criminal y los desaciertos gubernamentales no han hecho sino acrecentar.

Ninguna democracia latinoamericana sale bien librada cuando en su camino se cruzan los generales. Menos todavía si esta democracia y ese Ejército son tan cercanos y dependientes de Washington y representan, hasta cierto punto, la primera línea de defensa del país más poderoso de la tierra.

País que, por cierto y a pesar de que desde ahí nos llegan los dólares y las armas y es ahí donde va la droga que tanta sangre produce en México, no habrá de quedarse con los brazos cruzados ante los comicios presidenciales. Lo del “Estado fallido” y los deslices de Hillary es apenas el comienzo. Votaran los estadunidenses en nuestro país con sus dólares, el Plan Mérida y también, claro, con los asuntos migratorios.

Malas noticias para la democracia que las elecciones se celebren en una situación tan inestable y explosiva. Peores que al protagonismo de los actores del conflicto armado en los procesos democráticos se sume, desmandada, la de los poderes fácticos que se aprestan a pasar la factura a un gobierno que se debe a su apoyo.

Envalentonada la alta jerarquía eclesiástica viene por sus fueros. Nada la contiene; ni la Constitución, ni los medios, ni la clase política, menos todavía el gobierno federal, su deudor y para el que el laicismo es el indeseable lastre ideológico de los liberales.

La virulencia de su discurso, el descaro de los prelados no hace sino crecer en la medida en que se acerca la contienda decisiva. Curas, obispos y cardenales hacen su juego; satanizan a sus enemigos ideológicos con los viejos argumentos de la cruzada anticomunista, incitan al linchamiento de sus adversarios y caen continuamente en la tentación de convocar a una nueva Cristiada.

Y si la Iglesia actúa impunemente peor hacen los barones del dinero y los dueños de los grandes medios electrónicos. Acreedores se saben de un gobernante que solo gracias a ellos llegó al poder y sólo gracias a ellos se mantiene en él. Hoy pasan también la factura a Calderón y al PAN al tiempo que hacen sus apuestas propias.

Y como a río revuelto ganancia de acreedores, también Elba Esther y su sindicato se presentan a cobrar los favores de 2006. En las escuelas los maestros del Panal, sin contención como la Iglesia, hacen campaña. Otros sectores habrá que, rotos los diques legales y con el mismo descaro, comiencen muy pronto a moverse.

Lo cierto, pues, es que en este ambiente enrarecido, sin árbitros, ni instituciones sólidas, México y su democracia navegan a la deriva. Ya está aquí ese peligro que Felipe Calderón anunciaba; con él llegó pero, desgraciadamente, no habrá de desaparecer con él cuando se vaya.

http://elcancerberodeulises.blogspot.com

www.twitter.com/epigmenioibarra

jueves, 11 de noviembre de 2010

La juventud y la Revolución Mexicana

María Herlinda Suárez Zozaya*
herlinda@servidor.unam.mx

EN los albores de la Revolución Mexicana, en un tiempo y contexto donde el único territorio reservado para la existencia juvenil eran los centros de estudio, la recién creada Universidad Nacional de México, junto con otros centros de educación superior, albergaban a los jóvenes privilegiados que contaban con los recursos para formar parte de la juventud mexicana que se estaba gestando. Los estudiantes universitarios aparecían frente a quienes entonces se adscribían a la identidad de revolucionarios bajo la representación de aristócratas y conservadores, simpatizantes con los valores del porfirismo. Pero esto, siguiendo lo expuesto por Soledad Loaeza en su libro Clases medias y política en México, no necesariamente era cierto.

Ciertamente, la mayoría de los primeros estudiantes universitarios mexicanos del siglo XX provenía de las filas de la clase media. En ese entonces esta clase social podía considerarse como la más progresista, revolucionaria y nacionalista. Claro está que entre ella había conservadores, pero la “nueva clase” más bien tenía como referencia ideológica central la tradición liberal y tenía más de un motivo para estar descontenta con el porfirismo. Entre 1900 y 1910 su nivel de vida había disminuido significativamente debido a la inflación y a que el gobierno introdujo una elevación general de impuestos. Cierto es también que los fraccionamientos característicos de la clase media se manifestaron entre la juventud naciente y que no puede hablarse de que frente a la Revolución los jóvenes mexicanos hayan tenido una reacción en bloque; de hecho, ni siquiera entre los ateneístas hubo una única postura.

Acerca del significado que tuvo el pensamiento y la actividad de los ateneístas para la Revolución Mexicana, existe polémica. En ella participaron intelectuales mexicanos de la más alta talla. Los pensamientos de Octavio Paz y Leopoldo Zea, por ejemplo, sostienen que los ateneístas fueron precursores ideológicos de la Revolución Mexicana. En oposición, Alfonso Reyes desplegó la tesis de que fueron un grupo cultural ajeno a la política. Incluso, escribió Reyes, que la Revolución Mexicana, a diferencia de las de Francia o Rusia, brotó de impulsos más que de ideas. La discusión sobre este asunto no ha acabado y en la actualidad todavía persiste. No es de ninguna manera banal y debe darse de manera seria, puesto que contribuye a crear representaciones y significaciones sobre uno de los movimientos sociales más importantes de la historia de México.

No es mi intención entrar en el debate sobre si la juventud ateneísta jugó un papel o no en la Revolución. Lo que a mí me interesa destacar aquí es que la llegada de la juventud al país, como concepto y anhelo de cambio que incorporaba ideas de progreso material y social y renovación moral, ligadas al desarrollo de la educación superior, contribuyó a dar fuerza a las tensiones que desencadenaron en el movimiento armado. Dicho de otra manera, las demandas por el paso de una generación a otra que era impedido por una gerontocracia fue uno más de los ingredientes detonantes del movimiento revolucionario. Justo antes de que estallara la Revolución se registraba en el país un proceso de creciente oligarquización que amenazaba con clausurar todos los canales de movilidad social. Además, las condiciones económicas del periodo dificultaban el acceso a un ámbito laboral que asegurara independencia económica. Si no había posibilidades de movilidad social ni de independencia económica, entonces ¿para que servía la educación superior y para qué iba a servir la recién creada universidad?

En los jóvenes nacidos a finales del siglo XIX, que para cuando dio inicio la Revolución Mexicana eran estudiantes de preparatoria, de otros centros de educación superior y de la recién creada universidad, o que aspiraban a serlo, la identificación con la idea de formar parte de la naciente juventud mexicana había generado expectativas respecto de su posición socioeconómica y su función política. Había propiciado en ellos, también, aversión contra un poder corrupto, patriarcal, autoritario y caduco que en vez de abrirles opciones, se las cerraba. Así que las frustraciones y aversiones de estos entonces jóvenes, seguramente, nutrieron los conflictos sociales y políticos del periodo.

Terminado el movimiento armado, los cambios se dieron y la juventud mexicana se llenó de esperanza. El hecho de que la educación de los jóvenes se haya convertido en un compromiso social incorporado al acervo de símbolos y de lealtades colectivos, es muestra de que para la juventud mexicana el movimiento social trajo ganancias. Pero ahora, que ya han pasado 100 años, encontramos que los (as) jóvenes, universitarios(as) y no, que nacieron a fines del siglo XX, se encuentran con escasas expectativas respecto del futuro que el país les ofrece y con aversión frente a los gobernantes y sus políticas que no respetan, entre muchas otras cosas, el compromiso educativo que tienen con la juventud.

La experiencia descubre la importancia de atender las frustraciones y desconfianzas de los jóvenes universitarios, y de la juventud en general, en contextos de crisis económicas y de anuncios de cambio de época. Pero lo que parece es que los poderosos de hoy desconocen la historia.

* Investigadora del CRIM, profesora de la FCPS, miembro del Seminario de Educación Superior y del Seminario de Juventud de la UNAM.

Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización


“Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización”

Ciudad Juárez Chih., a 9 de noviembre de 2010

A l@s estudiantes
A l@s trabajad@s
A las organizaciones sociales
A tod@s los mexican@s hartos de tanta injusticia e impunidad

La Asociación Estudiantil Juarense, asamblea que surge como respuesta al intento de asesinato del compañero estudiante de Sociología Darío Álvarez (quien recibió un disparo por la espalda por parte de la Policía Federal dentro de nuestro campus universitario), en el afán de difundir lo que realmente sucedió, mantener nuestra exigencia de justicia, repudiar la presencia de PF y del ejército en las calles, así como para poder acabar con el cerco mediático en que nos encontramos, convocamos al inicio del “Movimiento Nacional a favor de la Desmilitarización” teniendo como fecha de partida el 20 de Noviembre del año en curso.
Compañer@s, los exhortamos, en la medida de sus posibilidades, a sincronizar nuestras acciones, a difundir lo sucedido el 29 de octubre y que nos respalden en nuestra de manda por el retiro de la PF de nuestra ciudad y por el regreso de los militares a sus cuarteles. Sabemos que muchas de ustedes dentro de sus agendas ya tienen movilizaciones previstas, por lo que les pedimos incorporen, de ser posible, nuestras demandas. Nuestras razones las podrán encontrar próximamente en http://aej2010.wordpress.com/

En ciudad Juárez iniciaremos este 20 de Noviembre con la marcha “A favor de la Desmilitarización: Por una vida sin miedo; una Revolución sin armas” recorreremos La Av. De las Torres, Iniciando en Plaza Las Torres y terminando en el Monumento a Francisco Villa. La concentración será en Plaza Las Torres a la 1:30 PM. Se propone finalizar el acto con un mitin a micrófono abierto para emitir posicionamientos por organización, célula o instituto educativo. sabemos que muchas de ustedes dentro de sus agendas ya tienen movilizaciones previstas, por lo que les pedimos incorporen de ser posible nuestras demandas.
En la medida de las posibilidades difundir la información de las movilizaciones en foros, universidades y demás espacios. Difundir las fechas de sus acciones y las relatorías de sus encuentros.

Si nos dan a un@, nos dan a tod@s!!

Asociación Estudiantil Juarense



Foro internacional contra la militarizaciòn y la Violencia
29 , 30 y 31 Octubre 2010

www.jzmov.com/porunaculturadiferente


A 42 años de la matanza de estudiantes por parte del gobierno,
2 de octubre no se olvida!!!
Juárez no es cuartel fuera ejército de él!!!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sobre abogados

Sergio Aguayo Quezada
Reforma/10 de noviembre de 2010

Al quebranto ético hay que añadir el creciente cinismo de quienes nos gobiernan. Urgen soluciones y las busco en el mundo de la abogacía.
El futuro de los pensionados está en riesgo. Mientras bancos e instituciones financieras se dan un festín con el cobro de comisiones de las Afores, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) están al borde de la bancarrota. Felipe Calderón y Manlio Fabio Beltrones ya se enzarzaron en una competencia discursiva sin reparar en que ambos permiten el cuotismo y el saqueo del ISSSTE
y del IMSS.
En su primer día como Presidente, Vicente Fox entregó el ISSSTE al grupo político de Elba Esther Gordillo, y Calderón le refrendó la "posición". El Partido Verde Ecologista de México nunca aparece en las luchas ambientales pero es una lumbrera para hacer negocios; en alianza con el PRI y con Nueva Alianza aprobaron la llamada "Ley Simi", una reforma a la Ley del Seguro Social según la cual el IMSS entregará vales para adquirir las medicinas en farmacias
privadas; eso beneficia a los negocios de la familia controladora del Verde (Sara Cantera, Reforma, 5 de noviembre de 2010).
¿Cómo enfrentar la desvergüenza institucionalizada? Comprendiendo los engranajes y resortes que la hacen posible. Todos conocimos al joven idealista que vibraba de indignación ante las injusticias y que terminó chapoteando en la corrupción y el cinismo. Es una historia que se ha seguido reproduciendo durante la alternancia.
Luis Fernando Pérez Hurtado escribió un libro sobre los estudiantes de derecho
(La futura generación de abogados mexicanos, México, UNAM/CEEAD, 2009). Es un trabajo importante porque de los licenciados depende la existencia de un Estado de derecho y porque ésa es la profesión que profesa un importante número de políticos. Según una investigación de Esteban David Rodríguez, de los 432 diputados federales con licenciatura ¡149 son abogados! y 42 senadores con esa profesión de 128.
La abogacía sigue siendo atractiva para los jóvenes; la cursa 9% de todos los estudiantes de educación superior. De acuerdo con Pérez Hurtado esto se debe a que es relativamente fácil impartir la carrera en México porque basta con el reconocimiento oficial, unos cuantos salones, una biblioteca modesta y una planta docente generalmente mal pagada.
Pérez Hurtado entrevistó a 21 mil 798 estudiantes de 45 instituciones educativas y encontró que uno de cada cinco (17.5%) se interesaron por el derecho porque les hervía la sangre ante la injusticia, la corrupción y la impunidad. A uno de ellos le mataron al papá y como "no hubojusticia contra los asesinos" pensó en estudiar leyes, mientras que otros lo hicieron al ver la
"discriminación contra los indígenas". Convencidos de la urgencia de que México tenga "abogados preparados y honestos" entraron a las escuelas de leyes para "ayudar", para ser parte de la solución.
Su entusiasmo e idealismo iniciales los fueron perdiendo mientras cursaban la carrera. Tomo algunas frases particularmente reveladoras: "[estudié derecho] para ayudar a las personas que lo necesiten y para llevar a cabo la justicia, aunque creo que me equivoqué, porque no es como creía"; "creí encontrar la solución de algunos problemas, hoy me doy cuenta que me equivoqué"; "tenía la idea de justicia, ahora no".
¿Qué experiencias tuvieron en las aulas para terminar tan desencantados? Tropezaron con un sistema jurídico, burocrático y político -dentro y fuera de las aulas- que los fue doblegando, cuadriculando y forzando a adaptarse al orden establecido. Se rindieron y capitularon cuando se dieron cuenta lo poco que podían hacer. Dejaron de ser agentes de cambio y se transformaron en
reproductores de los antivalores del cinismo y la impunidad que hacen posibles la "Ley Televisa", la "Ley Simi", el saqueo de las pensiones, etcétera.
Aun así, es igualmente notable el número de jóvenes que egresa con su compromiso intacto, que lo mantiene porque hay instituciones oficiales, privadas y sociales auténticamentecomprometidas con el cambio. Me consta que hay muchos abogados íntegros; trabajo con ellos todo el tiempo. También hay programas que mencionaré en otra columna.
La norma es el quebranto ético de una profesión desprestigiada que requiere renovarse a fondo. Cualquier reforma en los planes de estudios requiere de una cruzada contra la corrupción y un reajuste al entramado jurídico que ahora permite el florecimiento de esas turbas de cínicos que nos asfixian.

La Miscelánea

Los diputados pueden corregir en estos días la escasez de presupuestos que padece el Archivo General de la Nación (AGN). En 2007 el AGN recibía una sexta parte de lo que Chile dedica a sus archivos nacionales. Una vergüenza nacional que eso suceda.


El capricho de los vientos


Jesús Silva-Herzog Márquez
8 de noviembre de 2010

La paliza que recibió el presidente Obama el martes pasado tiene dimensiones históricas. No fue el coscorrón común que reciben los gobernantes estadounidenses a la mitad de su gobierno. Fue una auténtica tunda. En momentos en que el desempleo llega a los niveles más altos en un cuarto de siglo, el rechazo al partido en el gobierno era esperado. Los números registran un revés inusitado para un presidente y un castigo extraordinario para el Partido Demócrata. Para los miembros de ese partido hay muchos motivos de preocupación. Los vientos no solamente soplaron hacia la derecha, le arrebataron territorios tradicionalmente seguros y apartaron a simpatizantes fieles de sus filas. Los independientes, ese sector clave para la victoria de hace un par de años, se inclinó ahora por los republicanos. Tras aquella votación, algunos comentaristas se adelantaron a decretar un cambio tectónico en la política norteamericana. La victoria de los demócratas significaría un desplazamiento de las placas del subsuelo político. El cambio duró apenas unos meses. Ese país que se movía a la izquierda, se inclina ahora a la derecha. Interesante lección: en democracias son infrecuentes esos desplazamientos tectónicos que el análisis instantáneo se apresura a decretar. Impera, más bien, el capricho de los vientos.

La política puesta a prueba de su compleja ingeniería. La Casa Blanca en manos demócratas; la Cámara de Representantes con franca mayoría republicana y el Senado con una encogida mayoría demócrata. Lo único que salvó a los demócratas de la debacle, fue el haber logrado mantener el control del Senado. A los radicales del té y, en particular a Sarah Palin, deben ese obsequio. Sus ultras resultaron exitosos en las primarias pero fracasaron en la elección constitucional. No solamente ha habido en un franco desplazamiento a la derecha; también se ha atizado la polarización. Al tiempo que la cámara baja cambió de manos, también debilitó su centro. Los moderados fueron barridos por los radicales. El calendario parece ser también adversario de la moderación e, incluso, repelente a la colaboración con el Presidente Obama. Buena parte de los legisladores demócratas que enfrentan la perspectiva de su reelección en 2012, se ubican en distritos en donde la derecha se ha fortalecido recientemente. Tenderán, inevitablemente, a apartarse de la agenda del presidente. Tomemos nota para que no haya sorpresas si cambiamos nosotros. La reelección podrá tener muchas virtudes pero de ninguna manera asegura cooperación en el ámbito legislativo. La reelección también puede desalentar la cooperación cuando ésta resulta electoralmente costosa.

Se escucha en Estados Unidos la tentación de comparar esta elección con la del 94 cuando, el presidente Clinton recibió un revés en una elección semejante. El paralelo es interesante. Recuerda que las derrotas no son irreversibles y que una derrota a tiempo puede llegar a ser una bendición. Pero las diferencias son también notables. En primer lugar, el partido republicano no es el partido unificado que fue hace dieciséis años. No tiene el ansioso liderazgo que tenía bajo el diputado Newt Gingrich, convencido de que el voto le había dado un mandato claro para estrangular al demócrata al punto de cerrar el gobierno. La habilidad de Clinton y la torpeza de Gingrich dieron a los demócratas una nueva oportunidad con la reelección del sureño un par de años después de que se le daba ya por muerto. Hoy los republicanos están unidos solamente por su antipatía a Obama y unos cuantos lemas pero carecen de una agenda clara y de un liderazgo firme. Los radicales del té, exitosos para movilizar la desconfianza en el gobierno, difícilmente pueden conectar con el votante medio que es necesario para conquistar una elección nacional. En el flanco republicano hay famosos, pero no dirigentes. Más aún: parece que han estudiado también la lección del 94, por lo que no estarán en camino de obsequiarle a Obama sus tonterías.

La carrera sucesoria empezó el miércoles. Mal harían los demócratas si apuestan al error del adversario y no asumen el imperativo de cambiar y sobre todo, la urgencia de echar a andar la economía. Dos incógnitas se abren este interesante experimento: ¿qué uso darán los republicanos a su victoria? ¿Qué lecciones extrae el presidente de este revés? Si piensa Obama que el único problema que tiene es una mala comunicación está en el camino equivocado. Al reconocer su derrota, asumió responsabilidad y se expresó con humildad para reconocer el castigo de los votantes. No fue, sin embargo, particularmente autocrítico. Algún simpatizante en la prensa preguntaba, ¿dónde quedó el líder que nos fascinó hace pocos meses? Otro dijo: Obama perdió la voz. Si voz era lo único que tenía Obama, no tenía nada.

Freno al ciclo progresista

Alberto Aziz Nassif
El Universal/9 de noviembre de 2010

La rapidez con la que el péndulo ha regresado y los conservadores han ganado las elecciones en Estados Unidos el pasado 2 de noviembre es sorprendente. El ciclo progresista que abrió el triunfo de Obama, hace sólo dos años, hoy está seriamente amenazado. La agenda de grandes cambios legislativos sobre medio ambiente y migración tendrá que guardarse en el cajón para mejores tiempos, así como una política exterior multipolar. ¿Qué explica este contundente viraje del electorado hacia la derecha?

Las encuestas previas a la elección anunciaron un realineamiento del electorado, por un lado, una gran participación y entusiasmo en el conservador Partido Republicano, sobre todo en su nuevo agregado el extremista, el Tea Party, un fenómeno racista, xenófobo y articulado con mucho dinero que hizo la campaña anti-Obama. Por el otro, una gran decepción y descontento en el lado demócrata por los estragos que ha dejado la crisis económica, el alto nivel de desempleo, la pérdida de viviendas, el cierre de empresas y la percepción de que las promesas de cambio no se han cumplido.


La serie de encuestas elaboradas por The New York Times y CBS News nos muestran cómo cambió la tendencia entre principios del 2009 y octubre de 2010: mientras que hace dos años la aprobación presidencial era de 62%, ahora sólo es de 45%, pero la desaprobación que entonces era de 15% ahora llegó a 47%. Sobre si el país va en la dirección correcta, bajó de 45% a 35% y los que piensan que Estados Unidos va en la dirección incorrecta llegó a 61%. Sobre la actuación del Congreso la evaluación es más drástica, sólo lo aprueba un 14% y la desaprobación llega al 76%. Esta percepción llevó a que los demócratas perdieran 60 escaños para quedar en una minoría de 186 escaños en la Cámara baja, mientras que los republicanos subieron hasta 239; en el Senado los demócratas perdieron seis puestos para quedar en 53 y en las gubernaturas el partido de Obama perdió nueve estados (The New York Times, 4/11/2010).


El presidente reconoció la “paliza” y asumió la responsabilidad, algo que deberían aprender los políticos mexicanos. En su discurso identificó algunas de las causas de la derrota, como el haber perdido la “conexión con la gente”; la enorme “frustración” de los electores frente a una crisis económica que sigue presente; reconoció también lo complicado de algunas medidas que tomó para rescatar empresas, con lo cual subió el endeudamiento. Con una economía en problemas, el costo es para el gobierno. Por las políticas de rescate el gobierno de Obama fue acusado absurdamente de ser “socialista”. La otra parte del análisis tuvo que ver con la mala química que ha tenido este gobierno con el medio empresarial. Sin duda, vienen tiempos complicados para Estados Unidos. Lo más probable es un crecimiento en la polarización de los electores, porque ahora el “Tea Party” considera que ya le quitaron a Obama un pie para que pueda reelegirse en 2012.


Esta paliza no necesariamente lleva a un escenario de derrota en 2012 para los demócratas. Como está documentado, en las elecciones intermedias suelen darse cambios de votos y derrotas para el partido en el gobierno. Se recuerdan particularmente los casos de Reagan y Clinton, ambos perdieron los comicios de medio término y dos años más tarde lograron la reelección. Algunos analistas han llamado a este fenómeno “el voto de la pataleta” (El País, 3/11/2010).


Sin embargo, no se puede dejar de lado que habrá cambios importantes en la vida interna y en la política externa de Estados Unidos. Se habla de una complicada relación entre el Congreso y el presidente que puede llevar a una parálisis, sobre todo en temas importantes como podría ser el de la migración. Para el interés de México se puede anticipar un probable endurecimiento al movimiento migratorio, sobre todo en algunos estados de la frontera que puede imitar lo que hizo Arizona.


En las próximas semanas se podrá ver en qué se traduce la autocrítica de Obama y las posibilidades de volver a lanzar su proyecto rumbo a la reelección para el 2012. Sin duda, será una operación complicada volver a conquistar al electorado que lo llevó a la Casa Blanca, sobre todo por el contexto de una economía que no ha podido dejar atrás la crisis. El presidente tendrá que volver a conectarse con los electores independientes y progresistas y desarrollar una mejor estrategia de comunicación, pero también tendrá que dar resultados que se vean en el bolsillo del votante. Sólo así podrá darle continuidad al ciclo progresista que inició en 2008 y que hoy está seriamente amenazado.

Investigador del CIESAS

¿Listos para la cordura?

Sara Sefchovich
EL Universal/7 de noviembre de 2010

La palabra cordura, según el Diccionario de la Lengua Española, significa prudencia, buen seso, juicio. La palabra sensatez significa lo mismo: prudencia, cordura, buen juicio. Las dos palabras sirven por igual para traducir el vocablo “sanity”, que fue el que usaron los convocantes a un mitin “Para restaurar la cordura”, que se llevó a cabo en Washington, el fin de semana anterior a las elecciones intermedias en Estados Unidos y al que acudieron unas 200 mil personas, “una de las manifestaciones más grandes en tiempos recientes” según el periodista David Brooks.

La manifestación tuvo como objetivo señalar el hartazgo con el hecho de que el discurso público se haya convertido en apocalíptico, es decir, destinado a instaurar el temor y a que la política sea una arena para señalar enemigos e instigar contra ellos, insultando y amenazando. Pero sobre todo, para hacer hincapié en la necesidad de que la vida pública y la política sean más mesuradas y menos crispadas.

En la convocatoria se preguntaba: “¿Quién no ha tenido ganas de asomarse a la ventana y gritar a todo pulmón: ya no soporto más, ya no voy a seguir aguantando esto?” Pero la respuesta que se daba era del todo inesperada: “La gente que cree que gritar sirve de algo, debería saber que es contraproducente.” Lo que este evento puso sobre la mesa es muy significativo.

-Primero, porque hace evidente que cuanto más se discursea sobre pluralidad, respeto y tolerancia, más se convierte a la diferencia en enemistad y a la discordancia en pleito.

-Segundo, porque demuestra que a pesar de la existencia de un discurso público en el que parecería que vivimos en el puro horror, como si ya nada funcionara, en la realidad millones de personas seguimos viviendo y conviviendo.

-Tercero, porque muestra que existe una gran cantidad de personas que vemos el ping-pong político pero no tenemos voz ni participación en él. Y de hecho, somos la mayoría, silenciosa pero no porque no tengamos nada que decir o porque no nos interese decirlo, sino porque como dice Jon Stewart, el presentador de televisión que convocó la manifestación, porque está ocupada trabajando (o buscando trabajo), y atendiendo sus obligaciones y ocupaciones.

-Cuarto, porque como también dice Stewart, y esto es lo más interesante, esa mayoría está compuesta por millones de personas que no tienen la misma opinión respecto a nada: “Si quisiéramos resumir su forma de pensar no podríamos y eso es precisamente lo que buscamos”.

Esto significa que la verdadera pluralidad consiste en librarse del fundamentalismo de que debe existir la opinión única o la ruta única (las cuales por cierto, en su celo exagerado terminan pareciéndose demasiado entre sí, sean de extrema derecha o de extrema izquierda, como se burla Alberto Isaac en una caricatura reciente aparecida en la revista Este país) y que le han hecho enorme daño a la humanidad y no combinan para nada con la democracia y la libertad de pensamiento y expresión.

Pero significa también que en lo que sí están de acuerdo esos millones de personas, es en no estar de acuerdo de manera total con ninguno de los extremos vociferantes ni con el tono de los discursos, los pleitos, las actitudes de no ceder un ápice y el derecho que se arrogan esos grupos de hablar en nombre de nosotros y de sentirse portadores de las buenas causas y peor aún, representantes del todo colectivo, con una supuesta misión de cuidadores de los intereses de la patria, la institución, el grupo social o cualquier tema o asunto del que se trate.

-Y por fin, porque hace ver que no sólo deben escucharse las voces de los que gritan, sino también las de los demás aunque no sean estridentes ni amenacen con el apocalipsis a la vuelta de la esquina.

“¿Están ustedes listos para la sensatez?” preguntó Stewart a los asistentes. La respuesta era obvia porque por eso habían acudido al mitin, pero de todos modos, tuvo que resonar el sí para que se convirtiera en compromiso. ¿Estamos nosotros en México listos para la cordura? ¿Seremos capaces de restaurar la sensatez?

sarasef@prodigy.net.mx

Escritora e investigadora en la UNAM

Lujambio, ¿Y el valor de la palabra?


Manuel Gil Antón
El Universal/7 de noviembre de 2010

El maestro Lujambio dijo, el 29 de septiembre, que “en la democracia se necesita de hombres y mujeres de palabra, que saben hablar y escuchar, pero también cumplir la palabra empeñada”. El valor de la palabra para el secretario de Educación tiene dos componentes. Por un lado, la capacidad de hablar junto a la virtud de escuchar y, por el otro, el compromiso de cumplir con lo que se ha comprometido quien habla. Lleva mucha razón.

La democracia es un régimen que reclama la argumentación, intercambiar ideas y razones, debatir. Aunque a veces sea ríspido, es mucho mejor que acatar las órdenes de quien manda por el hecho de tener el poder. Esta característica fortalece, y mucho, a la rendición de cuentas, pues no sólo los contendientes políticos, sino cualquier ciudadano, una vez empeñada la palabra por la autoridad, está en condiciones de revisar si se cumple con lo dicho e, incluso, si con responsabilidad se expresan las razones por las cuáles no se logró determinado objetivo.

Resulta incoherente que el titular de la Secretaría de Educación no se haga cargo de la palabra empeñada por la administración a la que sirve y que procure aparentar que sí cumplió con lo dicho, aunque para ello tenga que torcer las cifras y apostar al olvido de los ciudadanos. Hay que reivindicar la memoria. Es, también, un elemento básico del debate informado.

Al iniciar la actual gerencia sexenal, el Presidente había hecho el compromiso de elevar la Tasa de Cobertura en Educación Superior al menos a 30%. Vázquez Mota, cuando ocupó el despacho de Vasconcelos, coordinó los trabajos del Plan Sectorial Educativo. En este documento se puso como meta alcanzar, en efecto, 30% de cobertura en 2012, tomando sólo en consideración a la “matrícula escolarizada” y sin el posgrado. Recuerdo y confirmo: “no escolarizada” (p. 17, accesible en el portal de la SEP).

En ese entonces, 2006/2007, tal indicador era 24.3%. El compromiso asumido fue incrementarlo casi 6 puntos porcentuales, lo que conducía a incorporar en ese nivel alrededor de 550 mil jóvenes en el sexenio.

De acuerdo a las cifras oficiales, tenemos 2.65 millones de muchachos si se respetan los criterios establecidos, es decir, si se cumple la palabra empeñada: no incluir al posgrado ni poner en la cuenta a la matrícula no escolarizada. Se han abierto, entonces, cerca de 250 mil lugares más, y la Tasa de Cobertura ascendió al 26.8%. ¿Por qué, en el IV Informe de Gobierno y en muchos discursos, el Presidente y el secretario se han jactado de que la tasa es ya del 29.1%?

Si se analiza la información que emite la SEP (Formato 911) es claro que las autoridades hacen trampa. Y de las más burdas aprovechando que tener memoria y atender a las cifras no es hábito recurrente en la construcción de crítica: en el Informe han incluido a la matrícula no escolarizada, que suma poco más de 227 mil estudiantes. Hagamos cuentas: 250 mil espacios escolarizados más 227 mil no escolarizados da 477 mil nuevos lugares. Si a los 2.4 millones del inicio del sexenio les sumamos los 477 mil, nos da 2.9 millones aproximadamente. Si se compara con los casi 10 millones de jóvenes entre 19 y 23 años de edad, como magos de la chistera sacan el 29.1%. ¡Pero han incluido, incorrectamente, el equivalente a dos entradas completas en el Estadio Azteca, cuyo aforo es de 110 mil personas! De ese tamaño es la “inflación” de las cifras para aparentemente alcanzar las metas. Ese es al número de personas, 227 mil, que separan al correcto 26.8 del 29.1% inventado.

No hay otro nombre para tal proceder: demagogia. Para colmo, la autoridad educativa celebra que la tasa del 30% será conseguida antes de lo previsto, no en el 2012. Claro, si se cambian los criterios y se “cucharean” las cifras a modo, se puede lograr. ¿Dónde está, señor Lujambio, el cumplimiento de la palabra empeñada que usted reivindicó en su discurso como elemento de la democracia? Ahí, en las palabras, pues en los documentos oficiales y en la propaganda fácil, considerando que nadie pone atención ni lleva las cuentas, ha incumplido con los criterios establecidos y nos conduce, de nuevo, al viejo régimen: “¿Cuál es la Tasa de Cobertura en el país? La que usted quiera, señor Presidente.”

¿El túnel del tiempo? Quizá sólo el agujero de siempre. ¿Transparencia? Sí. Es nítida la manipulación de los datos, pero ¿quién rinde cuentas de este maltrato a Pitágoras? Nadie. Es eso lo que cala. Y es lo que debería llamar a cuentas.

Profesor de El Colegio de México