jueves, 1 de julio de 2010

El régimen de trabajo y el retiro de los académicos


Humberto Muñoz García*
recillas@servidor.unam.mx

Años atrás, iniciar una carrera académica daba certeza de alcanzar un empleo estable, un salario razonable y construir una trayectoria en la docencia y la investigación. Importaba dar buenas clases y producir conocimiento original. Había posibilidad de reflexionar e interactuar con los colegas; recibir las experiencias de los académicos de mayor jerarquía, a quienes se concedía la autoridad intelectual y moral para juzgar los productos.

Las políticas de deshomologación salarial, los sistemas de evaluación al desempeño y el goteo en la apertura de plazas han provocado un cambio en las condiciones, contenido y significado del trabajo académico. En varios textos hemos hablado de ello (véase, p.e., “La academia en jaque”).

Ahora haré otro apunte. El régimen laboral que priva enfatiza las publicaciones. Lo que se exige provoca una pesada carga de trabajo. Además, se demanda reportar a varias comisiones y hacer otras actividades que generan dispersión. Todo esto produce en el académico la sensación de tener siempre pendientes, de incumplimiento y culpabilidad. Hace muchas cosas al mismo tiempo y vive con la sensación de que no ha terminado de concluir algo cuando ya debe hacer otra cosa para que no lo recriminen. En el fondo, la noción de productividad ha hecho que las instituciones educativas parezcan fábricas en las que se paga poco y a destajo.

El trabajo se distribuye por periodos de evaluación. En cada uno, el centro de la preocupación del académico es mantener el nivel de remuneración. La excelencia sobra. Pasada la evaluación, lo pasado es pasado. Vuelve a reinar la prisa para la siguiente. Por eso, el régimen laboral está rodeado de ansiedad, angustia, estrés, incertidumbre, riesgo, que militan en contra de la eficacia y la eficiencia, tan preciadas por él.

La academia ha sido obligada a ser hiperactiva en el corto plazo. Los académicos hemos perdido nuestro derecho al tiempo para reflexionar, para volver sobre los textos, para que los argumentos sean más fuertes, mejor fundados. Y, lo más grave, para tener y atender a los alumnos, para tener ratos de ocio que den ganas de volver al trabajo.


El régimen laboral ha creado una elevación sistemática del promedio de edad de los académicos. Hay un proceso de envejecimiento y falta de renovación. Las proyecciones indican que la tendencia se hará más fuerte y con ella, en un entorno laboral corrosivo, crecerá el miedo de los profesores de mayor edad y antigüedad por no tener cómo retirarse.

Así las cosas, nadie quiere dejar su trabajo, porque jubilarse representa una pérdida de ingresos tan grande que es imposible sortear la vejez con alguna dignidad. Y sobre este problema nadie quiere hablar, se está dejando la solución para un después que ya está encima. Mientras, los académicos de la tercera edad se están volviendo un grupo vulnerable.

Es impresionante constatar que los académicos de alto nivel, que rebasan los sesenta años, temen al arribo de la senectud y al fin de la vida laboral; tienen una gran incertidumbre, desesperanza y desesperación por el futuro. En justicia, habría que ponerles atención.

Las autoridades y los académicos concientes tenemos la tarea de romper la precariedad a la que nos ha sometido el régimen laboral. Además, aclarar que es conveniente la presencia de los académicos de mayor experiencia para que ocurra el proceso de interacción generacional con nuevos académicos; para que antes de que se retiren, los estudiantes y colegas que vienen como reemplazo, los aprovechen y sean los herederos de la cultura acumulada y de las mejores tradiciones institucionales. Una renovación programada va a fortalecer a la universidad.

Por lo pronto, debe evitarse que la pérdida de compromisos solidarios con los viejos, como ocurre en la sociedad, se filtre a las universidades. Evitar que la monetarización de la vida académica los ponga como un grupo marginado, sin recursos suficientes, al igual que a los pobres. Actuar en las universidades en favor del retiro digno, porque la reforma a la Ley del ISSSTE no va a resolver el problema de las pensiones. Combatir al fantasma de que no hay dinero, para que la senectud de los académicos no se convierta en algo horrible. Más feo de lo que relataron sobre la vejez De Beauvoir y Bobbio en sus obras sobre el tema.

Por ello, tenemos la obligación de discutir y proponer soluciones. Algunas se han presentado en el trabajo de Bensusán y Ahumada y en los trabajos que se hicieron en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico en 2006. También habría que asomarse a soluciones como las que se han dado en El Colegio de México, las cuales podrían extenderse a otras instituciones.

Las universidades necesitan plantear varias salidas para el retiro de su personal de carrera, ajustándolas a distintos intereses. Una es el retiro gradual conservando su ingreso y, a su salida, mantenerle una parte. El académico conservaría tal porción sumada a la pensión del ISSSTE. A los miembros del SNI se les añadiría un pedazo de su beca. Al retirarse, el académico deja una cantidad de dinero suficiente para contratar a más de un nuevo académico y darle beca en el sistema. Otra opción sería movilizar a los académicos del Distrito Federal a una universidad pública estatal con su pensión, una parte de su salario y un pequeño desembolso de parte de esta última, por un tiempo determinado, si es que existe interés de su parte. A todos se les debería otorgar un seguro de gastos médicos en flotilla, que el asegurado colaboraría a pagar.

Desde luego, es indispensable hacer el análisis para diferenciar poblaciones. Si no se resuelve el problema del retiro, se impedirá la buena marcha de las universidades que lo sufren. Los enemigos de la universidad pública bien saben que esta inercia es su mejor aliado para dañarla. Y tenemos que ser críticos de lo que existe y propositivos para que ello no ocurra.

* UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS.
Tomado de: http://www.campusmilenio.com.mx/375/opinion/hmg.html

No hay comentarios: