miércoles, 29 de abril de 2009

Huelgas en tiempos de la influenza

Leopoldo Santos Ramírez
Dos problemas torales para el funcionamiento de las relaciones patrones- obreros, patrones-empleados y trabajadores-gobierno es lo que representan las huelgas de Cananea y de la Universidad de Sonora, ésta última protagonizada por el STEUS. Los dos movimientos responden a la acumulación de agravios y deficiencias en las administraciones de la empresa minera y de la máxima institución de educación en el estado. Pero los dos movimientos se mueven exclusivamente en dirección de la instancia federal sin encontrar un procedimiento que les permita remontar el obstáculo de acceder a ese poder federal, punto desde donde se abriría la solución a sus demandas.

Quiero explicarme; hasta hoy ambos movimientos, -más el de Cananea- han logrado un consenso favorable en sectores sindicales y entre los legisladores sonorenses, existiendo inclusive un exhorto de parte del Congreso del Estado a las autoridades para que atiendan las demandas de los huelguistas. Es más, en el caso del mineral, continúan sumándose los apoyos y acciones de legisladores federales. Sin embargo, eso no parece ser suficiente para lograr por ejemplo, la retirada de las tropas de asalto de la Policía Federal Preventiva en Cananea. Los trabajadores universitarios por su parte han fijado en la presión al rector Pedro Ortega la estrategia para resolver sus demandas.

En ambos casos el resultado ha sido que ambos movimientos han entrado a un círculo vicioso en el que dan vueltas confinados a la lógica de que esa presión a la larga podría sentar a la mesa de las negociaciones a las autoridades y a quienes deciden. Sin embargo, hay una instancia a la que ni el sindicato universitario ni los mineros han trabajado con eficacia, y esa instancia es el Gobierno del Estado cuyo peso no ha sido puesto en juego todavía para empujar hacia las soluciones que el pueblo espera. Pienso que en este punto, por lo que atañe a las autoridades universitarias, Eduardo Bours es una instancia a la que tampoco ellos han acudido, si es que en efecto los recursos de la UNISON se han agotado. Desde la sociedad no se vería mal que en conjunto, sindicato y funcionarios universitarios utilizaran los conductos adecuados de petición y le solicitaran al gobernador una partida especial para paliar los problemas universitarios. La probable respuesta del gobernador sería que no hay recursos en el Estado para otorgárselos, pero entonces convendría que en conjunto todos los actores que he mencionado, incluyendo a nuestro primer mandatario, buscaran apersonarse con el Presidente Felipe Calderón en busca de soluciones. El presidente no podría argumentar carencia de recursos porque es público que acaba de conseguir un préstamo de 47 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, y la bicoca que están pidiendo los universitarios sería como arrancarle un pelo a un gato peludo.

Por falta de espacio, no abundaré en las razones de peso para mover a todos los actores sociales y de la clase política en la dirección de solucionar estos problemas. Ambas, Cananea y la UNISON además de ser instituciones emblemáticas de los sonorenses, representan un potencial real para enfrentar los efectos de la recesión económica. Pero ese será otro tema.

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