miércoles, 21 de abril de 2010

El salario magisterial

Carlos Ornelas
Excélsior/21 de abril de 2010

Maquiavelo, en sus reflexiones para El príncipe, sentenció que “derrochar lo ajeno, antes concede que quita reputación; sólo gastar lo de uno perjudica”, y José Alfredo Jiménez, en La que se fue, asegura que “el cariño comprado ni sabe querernos ni puede ser fiel”. Pienso que esta paradoja describe el momento por el que pasa el presidente Felipe Calderón en su trato con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

El gobierno aprobó un paquete de mejoras a los ingresos de los maestros que es la envidia de otros trabajadores: 4.9% más 1.5% en prestaciones, retroactivo al 1 de febrero, un mes más que el año pasado. Además, los maestros que viven en la Zona Económica 2 recibirán un aumento de 15% por Compensación Provisional Compactable, la rezonificación que aprobó el ex presidente Vicente Fox en su último año de gobierno.

El sindicato también logró 350 millones de pesos para el programa de carrera magisterial (que la SEP había planteado de crecimiento cero), más 489 millones para la capacitación y formación continua del magisterio y 750 millones de pesos destinados a la creación de nuevas plazas, incluidas algunas para los bachilleratos bajo el control de la Subsecretaría de Educación Media Superior. Por si fuera poco, el gobierno canalizará 150 millones a tecnologías de la información y la comunicación (no queda claro si es para las escuelas o los docentes) y 100 millones más destinados a vivienda de los maestros. Sobresalen en este pacto los tres mil 461 millones de pesos para la mejora de infraestructura.

En reciprocidad, la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, Elba Esther Gordillo, le obsequió elogios al presidente Calderón, reconoció que él honra su palabra y consuma sus compromisos, pero evitó apuntar si ella y sus seguidores acatarán lo pactado. Claro, habló de que se va a mejorar la calidad de la educación, pero lo mismo dice desde hace 21 años (los que ayer cumplió como mandamás del SNTE).

A lo que me refiero es que ella no va a respetar el contrato político, sus fieles no van a votar por los candidatos del PAN, si acaso movilizarán a sus seguidores (y no a todos) en Puebla y Veracruz, pero en otros estados, como Hidalgo y Zacatecas, su partido político, el Panal, irá con el PRI.

El presidente Calderón no podrá ser acusado por el SNTE de cicatero, porque ha tratado a sus dirigentes con mano de seda y caballerosidad, les ha concedido prebendas sin parangón en la historia de las relaciones entre el gobierno y el sindicato, los elevó a la categoría de interlocutores únicos y firmó una Alianza por la Calidad de la Educación de costo elevadísimo y magros resultados.

Me imagino que el Presidente se contentará con los elogios que le hizo la señora Gordillo, porque no veo que le exija alguna contraprestación. Además, ella dedicó más palabras a justificar y defender su labor que las destinadas al mandatario o al titular de Educación Pública, Alonso Lujambio. Por el contrario, ella espetó: “No aceptamos que el gobierno o algún grupo externo de la sociedad o que la propia ONU o Harvard digan que es el SNTE obstáculo para la calidad de la educación. Y a la hora que quieran podemos establecer un debate” (Reforma, 19 de abril).

¿Cuándo este gobierno ha dicho, o tan siquiera insinuado, que el SNTE es el obstáculo? Es al revés, el gobierno tiene al SNTE (a la señora Gordillo, para ser precisos) en un pedestal. Me parece que ella lanzó un torpedo preventivo, no vaya a ser que algún alto funcionario le quiera hacer caso a la OCDE; dudo que alguien de Harvard ambicione debatir con este grupo.

¿Con base en qué fundamento legal el gobierno merca con el sindicato cumplir con lo que le manda la ley?

Los más de tres mil 400 millones de pesos para infraestructura escolar no tendrían razón de figurar en una negociación salarial, a menos que el SNTE decida a quién se le darán contratos, como parece que ocurre con la compra de las 300 mil computadoras para los docentes.

La generosidad presidencial no es sin pretensión. Alguien me dijo que la expectativa del gobierno es que las 300 mil computadoras se conviertan en 300 mil votos.

Sin embargo, pienso que José Alfredo tenía razón: el cariño comprado no sabe ser fiel, y al final, más que reputación, el Presidente obtendrá desprestigio.

*Académico de la UAM

Carlos.Ornelas10@gmail.com

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