lunes, 19 de abril de 2010

Una visita importante

Sara Sefchovich
El Universal/18 de abril de 2010

La semana pasada, a raíz de las recientes y repetidas visitas a nuestro país de funcionarios norteamericanos de alto perfil, escribí en este espacio sobre lo que me parece que constituye su importancia: se trata de un cambio de actitud del gobierno norteamericano hacia México, para considerarlo vecino digno de tomarse en cuenta y no el traspatio del que han hablado tristemente célebres personajes de aquel país. También señalé que me parecía importante el cambio en el discurso del gobierno estadounidense para empezar a reconocer su parte de responsabilidad en asuntos como son el tráfico de armas y de drogas así como la cuestión migratoria.

Entiendo la visita de la señora Michelle Obama a nuestro país en este mismo sentido y dentro de la misma perspectiva. Se trata sin duda de un acto eminentemente simbólico, como lo confirma la amplia difusión que se le dio al hecho de que fuera “la primera visita oficial a la que ella asistía sola”, para así mostrar que México ocupa, supuestamente, un lugar especial para el gobierno de su marido.

Cuando digo que la visita es puramente simbólica, es porque, lo mismo que cualquier primera dama, la señora no tiene ningún cargo público ni tarea específica a cumplir, no es responsable de decidir sobre o de ejercer alguna política pública y no representa a nada ni a nadie más que a su marido. Pero, precisamente el hecho de que sea la esposa del presidente, significa que las posiciones y opiniones que manifiesta necesariamente son las del gobierno de su marido.

Por eso, cuando se anunció la agenda de su encuentro con la señora Margarita Zavala de Calderón, le dije a la BBC Mundo que me parecía grave que no se tocaran temas esenciales para la relación bilateral como son la cuestión de las drogas y de los niños migrantes devueltos por ese país, más todavía, siendo que la perspectiva que se podía haber asumido de ellos cabía perfectamente dentro del ámbito del quehacer que por usos y costumbres tienen las primeras damas y porque además, la señora Calderón ha hecho suyos estos asuntos, dándoles prioridad en programas específicos contra las adicciones y para recibir a esos niños en albergues.

Pero así estaba establecido y el guión se siguió. En los actos públicos, la señora Obama dijo discursos que no podían causar problema: que los dos países teníamos los mismos valores, como el del apego a la familia y que los jóvenes tenían que asumir la responsabilidad para un mejor futuro y sobreponerse a los obstáculos.

Y sin embargo, a la cadena de televisión CNN en español, la señora le concedió una entrevista en la que fue más allá. Allí dijo que consideraba necesario “un enfoque integral en la lucha contra el tráfico de drogas, que no sólo contemple la represión”, lo cual plantea una manera diferente de cooperación de la que hasta ahora se ha hecho, que consiste sólo en mandar dinero y equipo para usarlo en acciones represivas, y dijo también que le parecía necesaria una reforma migratoria, lo cual también plantea una manera diferente de entender la actuación de las autoridades y policías fronterizas.

Estas palabras tienen enorme importancia y seguramente enfurecieron a muchos conservadores, para quienes la única actitud hacia México debe ser de superioridad y regaño. Que la esposa del presidente haya venido a decir que somos amigos, que quiere regresar con sus hijas y que debemos trabajar juntos, no le da puntos entre esos sectores de la población, que no son pequeños y sí poderosos.

No se si las señoras Obama y Calderón efectivamente abordaron esos temas en sus encuentros privados, pero fue importante que la señora Obama los mencionara y sobre todo, a un medio norteamericano. Más aún, cuando la visita coincidió con la “Semana Panamericana” declarada por el presidente Obama, cuyo objetivo es, según dijo, un mayor compromiso con los vecinos del sur, algo que ya había planteado hace un año en la Cumbre de las Américas. Hasta ahora eso no ha pasado de ser, como dice Andrés Oppenheimer, “un gesto bonito sin acciones específicas”, pero todo parece indicar que las cosas podrían cambiar.


Escritora e investigadora en la UNAM

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