jueves, 29 de abril de 2010

Respecto de los ni-nis

María Herlinda Suárez Zozaya*

Ahora que hablar de los ni-nis se ha puesto tan de moda, se vuelve indispensable superar la vacuidad y la ligereza con la que se suele utilizar este mote que se da a los jóvenes de hoy que no estudian ni trabajan. Ir más allá y comprender la condición juvenil y la problemática social de este grupo de jóvenes exige reflexionar, entre otras cosas, sobre sus características sociodemográficas y culturales.

La importancia de hacerlo radica, sobre todo, en que en nuestro país los jóvenes que no estudian ni trabajan representan un grupo nutrido pues, según la Encuesta Nacional de Juventud realizada en 2005, el porcentaje de ni-nis que, en el ámbito nacional, hay entre los jóvenes de 12 a 29 años es de 22 por ciento.

Ciertamente, esta proporción constituye una causa que explica la prominencia que ha ganado el tema de los ni-nis en conversaciones cotidianas y en la opinión pública.

Pues bien, al escudriñar los datos de la mencionada encuesta, lo primero que salta a la vista es que del total de jóvenes que no estudia ni trabaja, más de 80 por ciento son mujeres. Este altísimo porcentaje da cuenta de que en el México de hoy, todavía, la condición femenina se sigue construyendo social y culturalmente asociada a la exclusión de los ámbitos de socialización, socialidad y poder modernos.

Este hecho se torna incluso más evidente al observar que, entre las mujeres jóvenes mexicanas, 35 por ciento se encuentra en situación ni-ni y, en cambio, entre los hombres la proporción es de 8.4 por ciento.

Por supuesto, además del sexo, entre los factores que predominan en la explicación de cómo opera la exclusión educativa y laboral, destaca el tipo de localidad en la que viven los y las jóvenes, pues en aquellas clasificadas como urbanas o semiurbanas los porcentajes de ni-nis toman valores cercanos a 20 por ciento y en las rurales el valor es superior a 30 por ciento.

Asimismo, la condición de analfabetismo opera en contra de la inclusión en la educación y el trabajo, pues entre los analfabetas el porcentaje de ni-nis es de 58 por ciento.

En fin, volvamos a tomar al grupo de los jóvenes ni-nis como universo de análisis, repitiendo el dato de que está compuesto, en su gran mayoría, por mujeres. Ahora, al poner la atención en la edad, se encuentra que 73 por ciento tiene cuando menos 20 años. Y en cuanto a la situación conyugal, nuestra fuente informa que, en su mayoría (56 por ciento), se encuentran viviendo en pareja, aunque no es despreciable la proporción de ni-nis que declararon ser solteros o no estar unidos (44 por ciento).

Los más nunca han trabajado (57 por ciento) y la mayoría sí ha asistido, en el pasado, a la escuela. En relación con el máximo nivel de estudios alcanzado, las frecuencias son las siguientes: secundaria incompleta o menos, 42.3 por ciento; secundaria completa, 34 por ciento; preparatoria o bachillerato completos o incompletos, 16.5 por ciento, y educación superior, 7.4 por ciento.

La gran mayoría (73 por ciento) de los ni-nis dejó de estudiar antes de cumplir 18 años y la razón más aludida para haberlo hecho es “ya no me gustaba estudiar” (29 por ciento). A la pregunta “¿te gustaría seguir estudiando o preferirías trabajar?”, 38.1 por ciento respondió que sí, le gustaría estudiar; 38 por ciento, que preferiría trabajar; 8.8 por ciento, que querría estudiar y también trabajar, y 10.8 por ciento dijo que no querría trabajar ni estudiar.

Entonces resulta que, entre los ni-nis, son pocos los que están satisfechos con su situación educativa y laboral. Pero sería una equivocación pensar que su insatisfacción tiene raíces en su interés por tener mayor formación y participación social; el principal motivo de insatisfacción se relaciona, principalmente, con el deseo de ganar dinero.

Por otra parte, respecto de sus condiciones de salud, los ni-nis se sienten relativamente más vulnerables que el total de jóvenes del país. Mientras que entre los que estudian y/o trabajan sólo 10 por ciento declaró que, en general, su estado de salud es regular, malo o muy malo, el indicador correspondiente a los ni-nis es de 18 por ciento. Y la desprotección pública que enfrenta este grupo de jóvenes queda en evidencia cuando a la pregunta “cuándo te enfermas, ¿dónde te atiendes?”, la respuesta más frecuente que dan los ni-nis es: “voy a un médico particular” (29.4 por ciento).

Cabe destacar que entre los ni-nis hay mayores problemas de sobrepeso respecto de la juventud mexicana en general. Resulta que mientras en los jóvenes que estudian, trabajan o hacen ambas cosas las proporciones de insatisfechos con su peso actual es de 20 por ciento, entre los ni-nis hay más de 30 por ciento, y 85 por ciento lo está debido a que consideran que su peso actual está por encima de lo que ellos mismos desearían.

La escuela es el espacio principal para hacer amigos. Esto lo que revelan los datos de la encuesta, pues los y las jóvenes que asisten a la escuela consideran, en mayor proporción que los que sólo trabajan y que los que no estudian ni trabajan, tener muchos amigos. Entre los ni-nis, más de la mitad (51.6 por ciento) considera tener pocos amigos o de plano no tenerlos. Los relativamente pocos que aceptan tener amigos, dicen que la amistad la entablan con los integrantes de sus barrios y de sus propias familias. Las propias casas constituyen el espacio de reunión más frecuente.

Se me acaba el espacio para desarrollar este artículo. Muchos datos más podrían ser dichos sobre los ni-nis mexicanos. Por ahora, baste con decir que a la pregunta “¿cuáles son las tres cosas que, en lo personal, esperarías para el futuro?”, las respuestas más frecuentes que dieron estos jóvenes fueron: tener familia e hijos (32 por ciento) y tener una buena posición económica (20.6 por ciento).

Estas respuestas resultan lógicas cuando se advierte que, en general, los y las jóvenes que no estudian ni trabajan piensan que sus hijos tendrán más oportunidades para estudiar, trabajar y tener servicios de salud que las que ellos y ellas tienen. ¿Será cierto esto? Por como están las cosas hoy en México, yo, lo dudo.

* Investigadora del CRIM, profesora de la FCPS, miembro del Seminario de Educación Superior y del Seminario de Juventud de la UNAM.


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