Excélsior/31 de marzo de 2009
La siempre generosa sociedad civil mexicana considera aún que la educación del país es buena y sigue siendo una de las pocas instituciones del Estado que funcionan, a pesar de todo. Lo menos resulta ser lo más. Desafortunadamente, la realidad no converge con este imaginario colectivo, cuando menos desde la visión de algunos expertos en el tema.
Con respecto a la educación básica, uno de estos expertos, Olac Fuentes Molinar (“Calidad Educativa: rumbo perdido”. El Universal, 21 de marzo 2009), analiza las actuales propuestas del gobierno panista y se pregunta si los diseñadores de la denominada Alianza para la Calidad de la Educación (ACE) pensaron… es decir, si reflexionaron sobre lo que propusieron. La respuesta de Olac Fuentes resulta negativa, porque lo que aparece al respecto es la reproducción del más burdo enciclopedismo, con “un currículum de un kilómetro de superficie (con) tres centímetros de profundidad”, es decir, rayando en lo superficial. Las evaluaciones que se aplican (como la prueba ENLACE o la de la OCDE), dice, sólo refuerzan esta superficialidad. El toque de “modernidad” es que las propuestas anunciadas buscan fomentar “competencias”. Sin embargo, no hay tema más criticado en la literatura especializada que éste. El autor mencionado califica todas esas propuestas como de “mezquindad pedagógica”.
Para el nivel medio superior, Roger Díaz (“Jóvenes: educación o violencia”. Este País, No. 216, marzo 2009), también diserta sobre las limitaciones que presenta la actual política educativa, sobre todo porque tiende a proclamar, de forma muy insistente: “un ansia centralista y con tendencia a uniformar; la obsesión por las competencias; y (porque) no toma en cuenta los ciclos adyacentes en particular la secundaria” (p. 20). Como se sabe, la propuesta de la SEP va en el sentido de uniformar un “sistema nacional” de bachillerato, al que la UNAM, por cierto, ya rechazó de forma concluyente. Los estudiantes también ya empezaron a manifestarse en contra. Al igual que la ACE, la propuesta del bachillerato estándar sólo está provocando conflictos.
En el terreno más general del derecho a la educación, Pablo Latapí Sarre (“El derecho a la educación en México: real o metafórico”. Este País, ídem) señala que no existen garantías para el cumplimiento de este derecho y eso se agrava en algunos sectores de la población de manera muy alarmante, como ocurre entre la indígena. “De poco sirve dice Latapí que la Constitución establezca que todo individuo tiene derecho a recibir educación, si los intereses de los que depende que ese derecho se satisfaga actúan, desde hace muchos años, al servicio del poder sindical y de redes políticas clientelares” (p. 35).
De los ocho millones de jóvenes que existen en el país, sólo la mitad alcanza a llegar al bachillerato y de ellos 40% no lo termina. Esta es la sangre joven que alimenta las bandas de delincuentes y las mafias, como dice Roger Díaz. Esta es la aportación del panismo, la oferta de vida que les da a los jóvenes que aparecen muertos todos los días. Lamentabilísimo.
Las políticas de este gobierno federal, así como se presentan, no sirven para el país. Asimismo, en lugar de tantas pruebitas, como la de PISA de esta semana, ya tan cuestionada, la pregunta es: ¿por qué se debate con tanto ahínco la ubicación de una refinería y no los recursos y los contenidos que deben de cambiarse en el sistema educativo?
didrik@servidor.unam.mx
Con respecto a la educación básica, uno de estos expertos, Olac Fuentes Molinar (“Calidad Educativa: rumbo perdido”. El Universal, 21 de marzo 2009), analiza las actuales propuestas del gobierno panista y se pregunta si los diseñadores de la denominada Alianza para la Calidad de la Educación (ACE) pensaron… es decir, si reflexionaron sobre lo que propusieron. La respuesta de Olac Fuentes resulta negativa, porque lo que aparece al respecto es la reproducción del más burdo enciclopedismo, con “un currículum de un kilómetro de superficie (con) tres centímetros de profundidad”, es decir, rayando en lo superficial. Las evaluaciones que se aplican (como la prueba ENLACE o la de la OCDE), dice, sólo refuerzan esta superficialidad. El toque de “modernidad” es que las propuestas anunciadas buscan fomentar “competencias”. Sin embargo, no hay tema más criticado en la literatura especializada que éste. El autor mencionado califica todas esas propuestas como de “mezquindad pedagógica”.
Para el nivel medio superior, Roger Díaz (“Jóvenes: educación o violencia”. Este País, No. 216, marzo 2009), también diserta sobre las limitaciones que presenta la actual política educativa, sobre todo porque tiende a proclamar, de forma muy insistente: “un ansia centralista y con tendencia a uniformar; la obsesión por las competencias; y (porque) no toma en cuenta los ciclos adyacentes en particular la secundaria” (p. 20). Como se sabe, la propuesta de la SEP va en el sentido de uniformar un “sistema nacional” de bachillerato, al que la UNAM, por cierto, ya rechazó de forma concluyente. Los estudiantes también ya empezaron a manifestarse en contra. Al igual que la ACE, la propuesta del bachillerato estándar sólo está provocando conflictos.
En el terreno más general del derecho a la educación, Pablo Latapí Sarre (“El derecho a la educación en México: real o metafórico”. Este País, ídem) señala que no existen garantías para el cumplimiento de este derecho y eso se agrava en algunos sectores de la población de manera muy alarmante, como ocurre entre la indígena. “De poco sirve dice Latapí que la Constitución establezca que todo individuo tiene derecho a recibir educación, si los intereses de los que depende que ese derecho se satisfaga actúan, desde hace muchos años, al servicio del poder sindical y de redes políticas clientelares” (p. 35).
De los ocho millones de jóvenes que existen en el país, sólo la mitad alcanza a llegar al bachillerato y de ellos 40% no lo termina. Esta es la sangre joven que alimenta las bandas de delincuentes y las mafias, como dice Roger Díaz. Esta es la aportación del panismo, la oferta de vida que les da a los jóvenes que aparecen muertos todos los días. Lamentabilísimo.
Las políticas de este gobierno federal, así como se presentan, no sirven para el país. Asimismo, en lugar de tantas pruebitas, como la de PISA de esta semana, ya tan cuestionada, la pregunta es: ¿por qué se debate con tanto ahínco la ubicación de una refinería y no los recursos y los contenidos que deben de cambiarse en el sistema educativo?
didrik@servidor.unam.mx
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