miércoles, 25 de marzo de 2009

Los jóvenes y la lectura

Adriana Malvido
Milenio/25 de marzo de 2009

Los mexicanos leen en promedio 2.9 libros al año, según reveló la UNAM en 2006. Con base al próximo Censo de INEGI, que incluirá preguntas sobre hábitos lectores, el Conaculta realizará una segunda Encuesta Nacional de Lectura en 2010. Y es que, a nuevas realidades, urgen nuevos indicadores culturales.
El problema ya no es cuánto se lee sino cómo se lee. Las recientes evaluaciones de ENLACE y PISA revelan que la mitad de los jóvenes examinados en México “sólo comprende entre 30 y 40 por ciento de lo que está leyendo”, que se quedó en la fase de identificación de letras y decodificación de palabras, pero es incapaz de utilizarlas para la elaboración de conceptos más complejos (MILENIO, 19 de marzo).
Al analfabetismo de 7.8 por ciento de la población, al rezago educativo de 33 millones de personas mayores de 15 años y a la alta deserción escolar, entre otros problemas de la educación en el país, se suma el “analfabetismo pasivo” de los estudiantes evaluados.
Sin embargo, el fenómeno de la falta de concentración es global. Hace más de 15 años que el ejercicio de la lectura inició su mudanza de los medios impresos a los formatos digitales y en el trayecto surgieron nuevos mecanismos de acercarse al texto.
El proyecto Eye tracking (Seguimiento Ocular) de Jacob Nielsen y Kara Pernice, que captura la expresión visual del usuario con cámaras ocultas en sus computadoras, revela que los lectores en Internet recorren, como máximo, 28 por ciento del contenido de un texto en una visita promedio. Durante un experimento, realizado en 2008, detectaron que sólo el 16 por ciento de los usuarios lee palabra por palabra mientras que el 79 por ciento “escanea” las páginas con la mirada. En más de 2 mil sitios web seleccionados, sólo el 4 por ciento sostuvo la lectura durante más de 10 minutos. Además, en pantalla no se lee siempre de izquierda a derecha sino que el texto se recorre con un movimiento ocular en forma de F.
Dicen que la memoria humana ya funciona más como memoria Ram, de procesamiento y conectividad, que como memoria Rom, de acumulación de archivos. Otros aseguran que la imagen en movimiento ha desbancado al texto.
Daniel Canogar, artista visual madrileño, lo expresó así en una entrevista reciente con El país semanal: “Soy adicto a la información, y recibir tanta me está volviendo amnésico. Parte de la ironía de lo digital es que es totalmente efímero. En fotografía ya no se hacen copias. Las imágenes no se guardan. Sólo circulan”.
adriana.neneka@gmail.com

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