Afectará a los más de 300 mil inscritos en planteles patito, y también a los de instituciones de elite, advierte Tuirán
En 1994 las familias bajaron sus gastos escolares y pusieron a trabajar a jóvenes y niños
Karina Avilés
La Jornada/26 de marzo de 2009
Como efecto de la crisis económica, se advierte un panorama preocupante ante el incremento de profesionistas mal pagados, recién egresados víctimas del deterioro de las prestaciones de ley y hogares afectados por la pérdida de ingresos, así como la posible afectación de 300 mil alumnos de bajos recursos que acuden a las llamadas escuelas patito, aunque no se puede descartar que también sean impactados jóvenes de las universidades de elite, advirtió el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán.
Señaló que también hay riesgo en cuanto a los proyectos de investigación que realizan las instituciones públicas, debido al impacto de la devaluación del peso, ya que muchos de sus insumos se han disparado como consecuencia del mismo fenómeno.
Sólo en la crisis de 1994 –precisó–, las familias redujeron sus gastos escolares en 24.5 por ciento y, en el caso de la educación superior, cayeron 17.4.
En aquella época, la respuesta de los hogares fue usar su arsenal disponible para incorporar al mercado laboral a quienes puedan, entre ellos niños y jóvenes, lo que provocó aumento en las tasas de deserción escolar, en el número de personas que estudian y trabajan simultáneamente, así como incremento en el índice de peor desempeño académico, al no tener condiciones óptimas para estudiar.
Esto es: la debacle económica modificó los indicadores en la enseñanza superior, agregó el funcionario de la Secretaría de Educación Pública, efecto que no descartó en el escenario actual.
En el seminario La crisis internacional y sus implicaciones en América Latina y las políticas públicas, realizado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Rodolfo Tuirán manifestó que otra de las preocupaciones en este panorama es el aumento en los niveles de desigualdad.
El porcentaje de profesionistas sin acceso a las prestaciones de ley aumentó de 10.15, en el tercer trimestre de 2007, a 10.83 en el último de 2008, mientras el número de desocupados ascendió a 269 mil, de los cuales, 52.6 por ciento eran menores de 30 años.
Asimismo, indicó que en las universidades privadas hay 900 mil estudiantes, de los cuales, 300 mil acuden a centros con niveles deficientes de calidad –escuelas patito–, cuyo perfil es pertenecer a un segmento de bajos ingresos.
Estos alumnos, pero también los pertenecientes a sectores más prósperos en las instituciones de elite, podrían estar en una situación de vulnerabilidad, dependiendo de cómo se presente la crisis, advirtió.
La matrícula de las universidades privadas creció entre 50 mil y 60 mil estudiantes en los años recientes, aunque en el último ciclo escolar su aumento fue de 40 mil. En este sentido, aclaró que con los datos disponibles no se puede afirmar aún si esta caída es consecuencia de la crisis o de la dinámica de cambio que comienzan a presentar dichas instituciones.
No obstante, insistió en que en términos generales todavía no se puede señalar que los impactos de la crisis en la educación sean tan considerables como se ha señalado en los medios de comunicación, lo cual no significa que no vayan a ocurrir.
Hasta el momento –dijo– no hay un aumento representativo en la deserción estudiantil ni en la movilidad de alumnos de escuelas privadas a las públicas. Sin embargo, se advierte esta preocupación por el deterioro en las condiciones laborales, focalizado en los recién egresados, así como en la caída de nivel de ingresos de los profesionistas, precisó.
Señaló que también hay riesgo en cuanto a los proyectos de investigación que realizan las instituciones públicas, debido al impacto de la devaluación del peso, ya que muchos de sus insumos se han disparado como consecuencia del mismo fenómeno.
Sólo en la crisis de 1994 –precisó–, las familias redujeron sus gastos escolares en 24.5 por ciento y, en el caso de la educación superior, cayeron 17.4.
En aquella época, la respuesta de los hogares fue usar su arsenal disponible para incorporar al mercado laboral a quienes puedan, entre ellos niños y jóvenes, lo que provocó aumento en las tasas de deserción escolar, en el número de personas que estudian y trabajan simultáneamente, así como incremento en el índice de peor desempeño académico, al no tener condiciones óptimas para estudiar.
Esto es: la debacle económica modificó los indicadores en la enseñanza superior, agregó el funcionario de la Secretaría de Educación Pública, efecto que no descartó en el escenario actual.
En el seminario La crisis internacional y sus implicaciones en América Latina y las políticas públicas, realizado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Rodolfo Tuirán manifestó que otra de las preocupaciones en este panorama es el aumento en los niveles de desigualdad.
El porcentaje de profesionistas sin acceso a las prestaciones de ley aumentó de 10.15, en el tercer trimestre de 2007, a 10.83 en el último de 2008, mientras el número de desocupados ascendió a 269 mil, de los cuales, 52.6 por ciento eran menores de 30 años.
Asimismo, indicó que en las universidades privadas hay 900 mil estudiantes, de los cuales, 300 mil acuden a centros con niveles deficientes de calidad –escuelas patito–, cuyo perfil es pertenecer a un segmento de bajos ingresos.
Estos alumnos, pero también los pertenecientes a sectores más prósperos en las instituciones de elite, podrían estar en una situación de vulnerabilidad, dependiendo de cómo se presente la crisis, advirtió.
La matrícula de las universidades privadas creció entre 50 mil y 60 mil estudiantes en los años recientes, aunque en el último ciclo escolar su aumento fue de 40 mil. En este sentido, aclaró que con los datos disponibles no se puede afirmar aún si esta caída es consecuencia de la crisis o de la dinámica de cambio que comienzan a presentar dichas instituciones.
No obstante, insistió en que en términos generales todavía no se puede señalar que los impactos de la crisis en la educación sean tan considerables como se ha señalado en los medios de comunicación, lo cual no significa que no vayan a ocurrir.
Hasta el momento –dijo– no hay un aumento representativo en la deserción estudiantil ni en la movilidad de alumnos de escuelas privadas a las públicas. Sin embargo, se advierte esta preocupación por el deterioro en las condiciones laborales, focalizado en los recién egresados, así como en la caída de nivel de ingresos de los profesionistas, precisó.
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