La Jornada/3 de marzo de 2009
José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha señalado la necesidad de realizar una cruzada por la educación superior en México. Esto ocurre en medio de una de las mayores crisis económicas a escala mundial, que afecta ya de manera muy grave a nuestro país. ¿Cuál es el sentido de este llamado?
Este mensaje busca proteger el sistema educativo nacional de los efectos adversos de la crisis. Pero hay otro nivel. No se trata tan sólo de blindar al sistema de educación superior, lo que en sí mismo estaría más que justificado, pues no podemos darnos el lujo de perder la infraestructura y los recursos humanos que tanto esfuerzo han costado a los mexicanos. Se trata, además, de plantear un camino que pueda conducirnos a enfrentar el deterioro económico que padece la población y lograr efectivamente una posición ventajosa dentro de la propia crisis.
Hay que poner atención a sus palabras. Se trata de una propuesta sobre qué hacer para enfrentar este proceso de deterioro económico. Y la verdad es que, aparte de la inercia, no abundan en esta materia las posturas propositivas fundamentadas.
Las más altas autoridades del gobierno afirman que el país no solamente va a sortear la crisis de manera exitosa, sino que va a salir fortalecido. ¡Por favor! Cómo se va a lograr esto si no se hace nada que tenga un sentido, una dirección, una idea tangible.
A escala internacional se ha adoptado un modelo combinado que consiste en destinar recursos públicos a los bancos y a las empresas y otorgar beneficios a las personas de carne y hueso para que puedan sortear los efectos del deterioro económico. Aquí, el gobierno piensa que la manera de ayudar a las personas es congelando algunos gastos impuestos por los propios gobernantes; por ejemplo, los precios de las gasolinas.
Pero los beneficios que pueden ser directos y reales, como en el empleo, los salarios, los alimentos, la salud o la educación, se encuentran estancados o francamente en retroceso. Algo va a pasar aquí y no va a ser nada bueno…
La educación es una de las fórmulas más importantes para apoyar a las familias a sortear los efectos de la crisis. Es una de las demandas más importantes de la población. A pesar de la adversidad, todos los padres desean que sus hijos sean mejores que ellos. Que tengan mejores herramientas para salir adelante. La educación superior y la investigación científica, por su parte, son la garantía para enfrentar como nación los desafíos del futuro. La formación de recursos humanos calificados y la creación de conocimientos y tecnología son la única forma de salir fortalecidos de ésta y otras contingencias. Son la base para delinear un desarrollo económico con independencia. De otra manera, estamos condenados a ser esclavos.
Pero es necesario actuar en este terreno con seriedad. Esto no está sucediendo. Por ejemplo, a la Secretaria de Educación se le ha ocurrido la idea de crear una universidad, a la que se le impondrá la denominación de Universidad Nacional. Se trata de una institución baratona que evita la modalidad presencial para dedicarse a la educación a distancia. ¿Cómo estará integrada la planta de profesores e investigadores en las ciencias, las humanidades o las artes? Me opongo a que se llame Universidad Nacional a semejante engendro.
Por otra parte, en medio de la crisis hay que actuar no sólo con seriedad, sino con responsabilidad. No debe subsidiarse con recursos públicos a la educación privada. ¿Acaso vamos a hacer un Fobaproa educativo para beneficiar a las instituciones que ya no pueden beneficiarse de las elevadas colegiaturas que cobran a las familias de sus alumnos? Como lo ha hecho el Conacyt en las administraciones panistas, sacando dinero de donde menos hay para dárselo al sector privado o a las trasnacionales. Es algo vergonzoso.
Para enfrentar la crisis debe fortalecerse la educación y en particular las instituciones de educación superior pública. Es una vía apropiada para encarar la crisis y es una modalidad tangible con la que podremos salir fortalecidos de la adversidad económica que agobia ya a todos los mexicanos.
Este mensaje busca proteger el sistema educativo nacional de los efectos adversos de la crisis. Pero hay otro nivel. No se trata tan sólo de blindar al sistema de educación superior, lo que en sí mismo estaría más que justificado, pues no podemos darnos el lujo de perder la infraestructura y los recursos humanos que tanto esfuerzo han costado a los mexicanos. Se trata, además, de plantear un camino que pueda conducirnos a enfrentar el deterioro económico que padece la población y lograr efectivamente una posición ventajosa dentro de la propia crisis.
Hay que poner atención a sus palabras. Se trata de una propuesta sobre qué hacer para enfrentar este proceso de deterioro económico. Y la verdad es que, aparte de la inercia, no abundan en esta materia las posturas propositivas fundamentadas.
Las más altas autoridades del gobierno afirman que el país no solamente va a sortear la crisis de manera exitosa, sino que va a salir fortalecido. ¡Por favor! Cómo se va a lograr esto si no se hace nada que tenga un sentido, una dirección, una idea tangible.
A escala internacional se ha adoptado un modelo combinado que consiste en destinar recursos públicos a los bancos y a las empresas y otorgar beneficios a las personas de carne y hueso para que puedan sortear los efectos del deterioro económico. Aquí, el gobierno piensa que la manera de ayudar a las personas es congelando algunos gastos impuestos por los propios gobernantes; por ejemplo, los precios de las gasolinas.
Pero los beneficios que pueden ser directos y reales, como en el empleo, los salarios, los alimentos, la salud o la educación, se encuentran estancados o francamente en retroceso. Algo va a pasar aquí y no va a ser nada bueno…
La educación es una de las fórmulas más importantes para apoyar a las familias a sortear los efectos de la crisis. Es una de las demandas más importantes de la población. A pesar de la adversidad, todos los padres desean que sus hijos sean mejores que ellos. Que tengan mejores herramientas para salir adelante. La educación superior y la investigación científica, por su parte, son la garantía para enfrentar como nación los desafíos del futuro. La formación de recursos humanos calificados y la creación de conocimientos y tecnología son la única forma de salir fortalecidos de ésta y otras contingencias. Son la base para delinear un desarrollo económico con independencia. De otra manera, estamos condenados a ser esclavos.
Pero es necesario actuar en este terreno con seriedad. Esto no está sucediendo. Por ejemplo, a la Secretaria de Educación se le ha ocurrido la idea de crear una universidad, a la que se le impondrá la denominación de Universidad Nacional. Se trata de una institución baratona que evita la modalidad presencial para dedicarse a la educación a distancia. ¿Cómo estará integrada la planta de profesores e investigadores en las ciencias, las humanidades o las artes? Me opongo a que se llame Universidad Nacional a semejante engendro.
Por otra parte, en medio de la crisis hay que actuar no sólo con seriedad, sino con responsabilidad. No debe subsidiarse con recursos públicos a la educación privada. ¿Acaso vamos a hacer un Fobaproa educativo para beneficiar a las instituciones que ya no pueden beneficiarse de las elevadas colegiaturas que cobran a las familias de sus alumnos? Como lo ha hecho el Conacyt en las administraciones panistas, sacando dinero de donde menos hay para dárselo al sector privado o a las trasnacionales. Es algo vergonzoso.
Para enfrentar la crisis debe fortalecerse la educación y en particular las instituciones de educación superior pública. Es una vía apropiada para encarar la crisis y es una modalidad tangible con la que podremos salir fortalecidos de la adversidad económica que agobia ya a todos los mexicanos.
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