La Jornada/16 de marzo de 2009
A una década de la publicación del reglamento por el cual se incrementaron las cuotas, que ocasionó la huelga más larga en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, alumnos entrevistados consideraron que aunque hoy día existe un caldo de cultivo social y económico para levantar un nuevo movimiento, aún falta mucho por hacer en cuanto a la creación de conciencia y la organización estudiantil.
No obstante, destacaron que el paro, que se inició el 20 de abril de 1999, no vacunó a la institución contra otros posibles movimientos, pero sí contra iniciativas al servicio del capital privado. Hoy, dijeron, las autoridades y el propio rector José Narro Robles hablan sobre la gratuidad de la educación y de la necesidad de aumentar la matrícula.
Sin embargo, a 10 años de distancia, Gilberto Ramírez, quien entonces tenía 18 años, cuestiona: ¿de qué sirve la gratuidad cuando ahora la crisis económica está expulsando a los estudiantes de las aulas? Porque no tienen dinero para transportarse ni para cubrir las necesidades mínimas.
Por ello, consideró que un nuevo movimiento tendría hoy que decir: ninguna deserción por la crisis. Que todo aquel que quiera permanecer en las aulas lo haga. Entrevistados en el contexto de un encuentro organizado en el foro abierto de la Casa del Lago, Melina González, de la carrera de pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras, afirmó que en el futuro están dadas las condiciones para generar una fuerza estudiantil.
Actualmente, indicó, se pretende construir, para lo cual se tiene que hacer trabajo de convencimiento y concientización, porque las cosas no se dan por sí solas. Por otro lado, opinó que antes de la huelga no todos actuaban juntos. Hay momentos de definición en que los diferentes grupos se unen.
Por su parte, José Arreola, de las nuevas generaciones de la Facultad de Filosofía, aseveró que la huelga de 1999 dejó una constante resistencia que ha permitido que la UNAM se inserte en otros movimientos, como el de San Salvador Atenco.
Enrique Cisneros, conocido como El Llanero Solitito, al hacer una revisión crítica, expresó que uno de los errores del movimiento fue su agresividad. Si bien en algunos momentos fue necesaria, también es cierto que no se puede reaccionar con acciones contundentes a todo.
Hoy las condiciones objetivas para la generación de otro movimiento están dadas, debido a la difícil situación social y económica por la que atraviesa el país; sin embargo, las subjetivas, que tienen que ver con la organización y la toma de conciencia”, todavía no están maduras, añadió.
No obstante, destacaron que el paro, que se inició el 20 de abril de 1999, no vacunó a la institución contra otros posibles movimientos, pero sí contra iniciativas al servicio del capital privado. Hoy, dijeron, las autoridades y el propio rector José Narro Robles hablan sobre la gratuidad de la educación y de la necesidad de aumentar la matrícula.
Sin embargo, a 10 años de distancia, Gilberto Ramírez, quien entonces tenía 18 años, cuestiona: ¿de qué sirve la gratuidad cuando ahora la crisis económica está expulsando a los estudiantes de las aulas? Porque no tienen dinero para transportarse ni para cubrir las necesidades mínimas.
Por ello, consideró que un nuevo movimiento tendría hoy que decir: ninguna deserción por la crisis. Que todo aquel que quiera permanecer en las aulas lo haga. Entrevistados en el contexto de un encuentro organizado en el foro abierto de la Casa del Lago, Melina González, de la carrera de pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras, afirmó que en el futuro están dadas las condiciones para generar una fuerza estudiantil.
Actualmente, indicó, se pretende construir, para lo cual se tiene que hacer trabajo de convencimiento y concientización, porque las cosas no se dan por sí solas. Por otro lado, opinó que antes de la huelga no todos actuaban juntos. Hay momentos de definición en que los diferentes grupos se unen.
Por su parte, José Arreola, de las nuevas generaciones de la Facultad de Filosofía, aseveró que la huelga de 1999 dejó una constante resistencia que ha permitido que la UNAM se inserte en otros movimientos, como el de San Salvador Atenco.
Enrique Cisneros, conocido como El Llanero Solitito, al hacer una revisión crítica, expresó que uno de los errores del movimiento fue su agresividad. Si bien en algunos momentos fue necesaria, también es cierto que no se puede reaccionar con acciones contundentes a todo.
Hoy las condiciones objetivas para la generación de otro movimiento están dadas, debido a la difícil situación social y económica por la que atraviesa el país; sin embargo, las subjetivas, que tienen que ver con la organización y la toma de conciencia”, todavía no están maduras, añadió.
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