Milenio/11 de marzo de 2009
En 2006, en una gira por Sinaloa, Vicente Fox se ufanó de que 75 por ciento de las familias mexicanas ya tenían lavadoras, “y no de dos patas, sino metálicas”.
La injuriosa frase mostraba que el concepto de mujer del mandatario se reducía al de “persona que lava la ropa”.
En el Día Internacional de la Mujer, el Papa pidió que “las mujeres sean cada día más respetadas y valoradas”. El mismo día, el periódico oficial del Vaticano, L’Obsservatore Romano, afirmó que las mujeres deberían dar gracias por las lavadoras, pues “este humilde instrumento doméstico ha hecho más por el movimiento de liberación de las mujeres que la píldora anticonceptiva”.
Al parecer, la Santa Sede valora a las mujeres más o menos tanto como Fox. Es cierto que los productos científico-tecnológicos —sin los cuales el trabajo del hogar sería peor de lo que es— han contribuido a disminuir la desigualdad social entre hombres y mujeres (que aún persiste). Lo indignante es seguir pensando que tales labores son obligación natural de las mujeres.
Pero indudablemente el que las mujeres pudieran por primera vez en la historia controlar confiablemente sus embarazos fue uno de los detonadores de la revolución que cambió radicalmente —aunque aún no lo suficiente— su papel en la sociedad.
El químico Carl Djerassi, uno de los padres de la píldora, reflexiona sobre las consecuencias sociales de su invento en su libro La píldora de este hombre, mientras que por su parte la divulgadora científica Ana María Sánchez Mora, en un libro que debió llamarse Feminismo y divulgación, pero que por mala decisión editorial se títula La ciencia y el sexo, explica cómo la ciencia dio a las mujeres los argumentos para denunciar la discriminación.
Y es que la ciencia no sólo crea productos útiles. También cambia nuestra forma de ver el mundo.
http://lacienciaporgusto.blogspot.com/
La injuriosa frase mostraba que el concepto de mujer del mandatario se reducía al de “persona que lava la ropa”.
En el Día Internacional de la Mujer, el Papa pidió que “las mujeres sean cada día más respetadas y valoradas”. El mismo día, el periódico oficial del Vaticano, L’Obsservatore Romano, afirmó que las mujeres deberían dar gracias por las lavadoras, pues “este humilde instrumento doméstico ha hecho más por el movimiento de liberación de las mujeres que la píldora anticonceptiva”.
Al parecer, la Santa Sede valora a las mujeres más o menos tanto como Fox. Es cierto que los productos científico-tecnológicos —sin los cuales el trabajo del hogar sería peor de lo que es— han contribuido a disminuir la desigualdad social entre hombres y mujeres (que aún persiste). Lo indignante es seguir pensando que tales labores son obligación natural de las mujeres.
Pero indudablemente el que las mujeres pudieran por primera vez en la historia controlar confiablemente sus embarazos fue uno de los detonadores de la revolución que cambió radicalmente —aunque aún no lo suficiente— su papel en la sociedad.
El químico Carl Djerassi, uno de los padres de la píldora, reflexiona sobre las consecuencias sociales de su invento en su libro La píldora de este hombre, mientras que por su parte la divulgadora científica Ana María Sánchez Mora, en un libro que debió llamarse Feminismo y divulgación, pero que por mala decisión editorial se títula La ciencia y el sexo, explica cómo la ciencia dio a las mujeres los argumentos para denunciar la discriminación.
Y es que la ciencia no sólo crea productos útiles. También cambia nuestra forma de ver el mundo.
http://lacienciaporgusto.blogspot.com/
mbonfil@servidor.unam.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario