Milenio/12 de marzo de 2009
Los especialistas en dolor, especialmente los que le saben más al asunto del dolor posoperatorio, andan como gallinas descabezadas porque en este momento no están seguros de cuánto de lo que saben es cierto.
De ese tamaño es el impacto de uno de los fraudes científicos más impresionantes reportados en los últimos tiempos.
En el ojo de este huracán está el anestesiólogo Scott S. Reuben, hasta hace muy poco jefe de dolor agudo en el Centro Médico Baystate, en Springfield, Massachusetts. Una de las áreas en las que se le considera una autoridad mundial es la de la anestesia multimodal, es decir, la que combina distintos agentes para ejercer su efecto bienhechor.
El doctor Reuben admitió que inventó o falseó los datos detrás de diez estudios científicos que aparecieron en Anesthesia and Analgesia, así como 11 más en revistas como Acute Pain, Anesthesiology y otras.
El caso salió a relucir durante la Semana de la Investigación, un encuentro anual de Baywatch donde Reuben presentó datos preliminares de un estudio. El responsable académico del hospital, Hal Jenson, se dio cuenta de que el informe no tenía el visto bueno de la Junta Institucional de Revisión, así que pidió auditar sus trabajos previos y fue ahí donde salió ya no el pelo, sino la peluca entera en la sopa.
La indagatoria reveló que Reuben falseó o inventó datos al menos desde 1996, y aunque muchos de los estudios en los que participó deberían en principio sostenerse, lo cierto es que la desconfianza marcará al campo por largo tiempo.
De entrada, las revistas implicadas empezaron a publicar retractaciones y notas aclaratorias. Una de ellas dijo que consideraría quitar todo material en el que Reuben participe como protagónico.
Reuben no ha dado la cara, y sólo su abogada Ingrid Martin dijo que él lamentaba profundamente lo ocurrido. Al doctor se le impuso una licencia indefinida y se le prohibió participar en actividades educativas o de investigación durante diez años. Para su fortuna, parece que no levantarán cargos en su contra.
Pasará mucho tiempo antes de que salgan a relucir las causas de este fraude. De momento, la revelación ha dejado al campo de los algólogos en pleno desconcierto, pues Reuben sigue siendo considerado una autoridad mundial. El daño que este suceso asestará a la investigación médica es incalculable, pues habrá que aclarar cuáles conclusiones valen y cuáles fueron fruto de su mente. ¡Ouch!¡Esto sí duele!
http://www.notasdeciencia.com/
De ese tamaño es el impacto de uno de los fraudes científicos más impresionantes reportados en los últimos tiempos.
En el ojo de este huracán está el anestesiólogo Scott S. Reuben, hasta hace muy poco jefe de dolor agudo en el Centro Médico Baystate, en Springfield, Massachusetts. Una de las áreas en las que se le considera una autoridad mundial es la de la anestesia multimodal, es decir, la que combina distintos agentes para ejercer su efecto bienhechor.
El doctor Reuben admitió que inventó o falseó los datos detrás de diez estudios científicos que aparecieron en Anesthesia and Analgesia, así como 11 más en revistas como Acute Pain, Anesthesiology y otras.
El caso salió a relucir durante la Semana de la Investigación, un encuentro anual de Baywatch donde Reuben presentó datos preliminares de un estudio. El responsable académico del hospital, Hal Jenson, se dio cuenta de que el informe no tenía el visto bueno de la Junta Institucional de Revisión, así que pidió auditar sus trabajos previos y fue ahí donde salió ya no el pelo, sino la peluca entera en la sopa.
La indagatoria reveló que Reuben falseó o inventó datos al menos desde 1996, y aunque muchos de los estudios en los que participó deberían en principio sostenerse, lo cierto es que la desconfianza marcará al campo por largo tiempo.
De entrada, las revistas implicadas empezaron a publicar retractaciones y notas aclaratorias. Una de ellas dijo que consideraría quitar todo material en el que Reuben participe como protagónico.
Reuben no ha dado la cara, y sólo su abogada Ingrid Martin dijo que él lamentaba profundamente lo ocurrido. Al doctor se le impuso una licencia indefinida y se le prohibió participar en actividades educativas o de investigación durante diez años. Para su fortuna, parece que no levantarán cargos en su contra.
Pasará mucho tiempo antes de que salgan a relucir las causas de este fraude. De momento, la revelación ha dejado al campo de los algólogos en pleno desconcierto, pues Reuben sigue siendo considerado una autoridad mundial. El daño que este suceso asestará a la investigación médica es incalculable, pues habrá que aclarar cuáles conclusiones valen y cuáles fueron fruto de su mente. ¡Ouch!¡Esto sí duele!
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horacio.salazar@milenio.com
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