Milenio/15 de marzo de 2009
Ya, la cúspide del patetismo mediático fue haber visto a Felipe Calderón, como machito recién salido de la cantina, contestándole a Estados Unidos.
Que si, a ver, demuéstrame en qué estoy fallando. Que si, cómo no, yo los llevo a donde quieran para que vean que no es cierto. Que si, órale, con qué cara me criticas si tú me has convertido en lo que soy porque tú eres el mayor consumidor de drogas en el mundo.
No sé qué era lo que esperaba el señor Calderón, pero ni Barack Obama ni los principales servicios noticiosos de aquel país se tomaron la molestia de hacer un escándalo alrededor de esta nota.
Seguramente les dio pena o pensaron, como es lógico, que explicación no pedida, culpabilidad manifiesta. Qué vergüenza.
A lo mejor yo estoy demasiado contaminado de tantos programas deportivos y del corazón que tengo que sintonizar todos los días, pero cuando vi a nuestro Presidente constitucional haciendo semejantes desfiguros sentí que estaba viendo a Niurka o a Guillermo Cantú en uno de sus tradicionales arrebatos jalarating.
Si alguien le dijo a Felipe Calderón que jugando al machito iba a reposicionar al Partido Acción Nacional rumbo a las próximas elecciones, me temo que va a conseguir exactamente lo contrario.
Lo que el PAN necesita para resurgir son hechos, no palabras, y entre más palabras se avienta don Felipe, más hunde a su partido.
¿Por qué? Porque de todos los defectos que tiene la administración federal que nos gobierna, el más grave es de comunicación.
Felipe Calderón no se sabe comunicar, tiene serios problemas de discurso y, como ni siquiera es chistoso como Vicente Fox, cada vez que abre la boca provoca las peores reacciones.
¿A quién se le ocurre ponerse al tú por tú con Estados Unidos en un fracaso tan evidente? Entre eso y lo que dice Hugo Chávez todas las semanas, en los diferentes foros que le dan réplica, sólo hay una diferencia de vestuario.
Nadie le dijo contéstale a Estados Unidos, ningún grupo de periodistas lo estaba acosando hasta hacerlo explotar. Él, solito, agarró el micrófono y se trató de lucir. ¿Ante quién? ¡Ante empresarios estadunidenses!
Lo que es no saber manejar la comunicación oficial. ¿Cómo está eso de que Estados Unidos está orquestando una campaña de desprestigio contra México?
Ya perece que nuestros vecinos del norte, con todas las megabroncas por las que están pasando, que son muchas, van a detener su agenda de trabajo para aniquilar a nuestra nación.
Eso es tener problemas de megalomanía. Ni que tuviéramos tanto prestigio. Ni que fuéramos tan poderosos. No por haber salido un ratito en 60 minutes México es China. No nos confundamos. No.
Haberle contestado a Estados Unidos fue un error tan básico como haberle hecho show a la revista Forbes por haber incluido a El Chapo Guzmán entre su nueva lista de los hombres más ricos del mundo.
Ahora resulta que todo un país se va a tambalear por la ocurrencia de una revista que, como muchas, vive por una mezcla de información, sensacionalismo y relaciones públicas. ¿Tan poquita cosa somos?
Felipe Calderón tiene que modificar sus estrategias de comunicación de inmediato porque al paso al que vamos, en una de ésas sí nos va a meter en problemas a todos.
Fue él y sólo él, el que acabó con el prestigio de la burocracia mexicana convocando a un concurso para elegir al trámite más inútil.
Don Felipe y nadie más, destruyó la imagen de todos los maestros mexicanos posicionándolos como un montón de holgazanes mediocres incapaces de educar a nuestros hijos.
El señor Calderón, con sus palabras, convirtió a los narcotraficantes en terroristas y puso a esta nación en guerra sin reflexionar que, en cualquier guerra, de cualquier tipo, nadie gana. Todos pierden.
No, ¿y qué me dice del catastrofismo, de rebajar a Carlos Slim al grado de enemigo público número uno y de tantas cosas más que tienen que ver con sindicatos, reformas, empresas, familias, poderes fácticos y oficiales?
Si Felipe Calderón se supiera comunicar, muchos de estos conflictos jamás hubieran ocurrido.
Lo peor es que el nuevo error comunicacional de Calderón se llama nacionalismo. ¿Sabe usted la cantidad de problemas en que se ha metido la humanidad por andar de nacionalista? Pues para allá nos está mandando nuestro Presidente. Prepárese.
¡Atrévase a opinar!
Que si, a ver, demuéstrame en qué estoy fallando. Que si, cómo no, yo los llevo a donde quieran para que vean que no es cierto. Que si, órale, con qué cara me criticas si tú me has convertido en lo que soy porque tú eres el mayor consumidor de drogas en el mundo.
No sé qué era lo que esperaba el señor Calderón, pero ni Barack Obama ni los principales servicios noticiosos de aquel país se tomaron la molestia de hacer un escándalo alrededor de esta nota.
Seguramente les dio pena o pensaron, como es lógico, que explicación no pedida, culpabilidad manifiesta. Qué vergüenza.
A lo mejor yo estoy demasiado contaminado de tantos programas deportivos y del corazón que tengo que sintonizar todos los días, pero cuando vi a nuestro Presidente constitucional haciendo semejantes desfiguros sentí que estaba viendo a Niurka o a Guillermo Cantú en uno de sus tradicionales arrebatos jalarating.
Si alguien le dijo a Felipe Calderón que jugando al machito iba a reposicionar al Partido Acción Nacional rumbo a las próximas elecciones, me temo que va a conseguir exactamente lo contrario.
Lo que el PAN necesita para resurgir son hechos, no palabras, y entre más palabras se avienta don Felipe, más hunde a su partido.
¿Por qué? Porque de todos los defectos que tiene la administración federal que nos gobierna, el más grave es de comunicación.
Felipe Calderón no se sabe comunicar, tiene serios problemas de discurso y, como ni siquiera es chistoso como Vicente Fox, cada vez que abre la boca provoca las peores reacciones.
¿A quién se le ocurre ponerse al tú por tú con Estados Unidos en un fracaso tan evidente? Entre eso y lo que dice Hugo Chávez todas las semanas, en los diferentes foros que le dan réplica, sólo hay una diferencia de vestuario.
Nadie le dijo contéstale a Estados Unidos, ningún grupo de periodistas lo estaba acosando hasta hacerlo explotar. Él, solito, agarró el micrófono y se trató de lucir. ¿Ante quién? ¡Ante empresarios estadunidenses!
Lo que es no saber manejar la comunicación oficial. ¿Cómo está eso de que Estados Unidos está orquestando una campaña de desprestigio contra México?
Ya perece que nuestros vecinos del norte, con todas las megabroncas por las que están pasando, que son muchas, van a detener su agenda de trabajo para aniquilar a nuestra nación.
Eso es tener problemas de megalomanía. Ni que tuviéramos tanto prestigio. Ni que fuéramos tan poderosos. No por haber salido un ratito en 60 minutes México es China. No nos confundamos. No.
Haberle contestado a Estados Unidos fue un error tan básico como haberle hecho show a la revista Forbes por haber incluido a El Chapo Guzmán entre su nueva lista de los hombres más ricos del mundo.
Ahora resulta que todo un país se va a tambalear por la ocurrencia de una revista que, como muchas, vive por una mezcla de información, sensacionalismo y relaciones públicas. ¿Tan poquita cosa somos?
Felipe Calderón tiene que modificar sus estrategias de comunicación de inmediato porque al paso al que vamos, en una de ésas sí nos va a meter en problemas a todos.
Fue él y sólo él, el que acabó con el prestigio de la burocracia mexicana convocando a un concurso para elegir al trámite más inútil.
Don Felipe y nadie más, destruyó la imagen de todos los maestros mexicanos posicionándolos como un montón de holgazanes mediocres incapaces de educar a nuestros hijos.
El señor Calderón, con sus palabras, convirtió a los narcotraficantes en terroristas y puso a esta nación en guerra sin reflexionar que, en cualquier guerra, de cualquier tipo, nadie gana. Todos pierden.
No, ¿y qué me dice del catastrofismo, de rebajar a Carlos Slim al grado de enemigo público número uno y de tantas cosas más que tienen que ver con sindicatos, reformas, empresas, familias, poderes fácticos y oficiales?
Si Felipe Calderón se supiera comunicar, muchos de estos conflictos jamás hubieran ocurrido.
Lo peor es que el nuevo error comunicacional de Calderón se llama nacionalismo. ¿Sabe usted la cantidad de problemas en que se ha metido la humanidad por andar de nacionalista? Pues para allá nos está mandando nuestro Presidente. Prepárese.
¡Atrévase a opinar!
alvarocueva@milenio.com
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