viernes, 15 de mayo de 2009

Espacio en las universidades

José Sarukhán
El Universal/15 de mayo de 2009

En las últimas semanas ha resurgido, por razones obvias, el problema de la falta de cupo para los alumnos que desean ingresar al nivel universitario. Los cupos ofrecidos por las tres principales instituciones públicas de educación superior en el área metropolitana no satisfacen la demanda de quienes desean ingresar a este nivel educativo.
Este diario publicó un extenso y detallado texto sobre el tema a cargo de Nurit Martínez (EL UNIVERSAL, 21/IV/09); las cifras que Nurit mencionaba en su reportaje no me resultaron sorprendentes, pues de mi experiencia pasada en la UNAM era obvio que estaríamos en estas condiciones en el presente.
Se criticaba en ese reportaje (por quienes deberían conocer mejor la realidad de las universidades mexicanas) la apertura de instituciones de educación superior dedicadas a la formación de estudiantes en áreas tecnológicas, ignorando que ese es el tipo de profesionistas que se debería formar en mayor número en el país.
Otras inquietantes opiniones iban en el sentido de afirmar que debería seguirse ampliando la matrícula de las instituciones ya existentes. El resultado inmediato de ese texto fue el número de mensajes enviados a la página electrónica de este diario por lectores (¿reales?, ¿manipulados?) insistiendo en la “inutilidad de las instituciones públicas de educación superior”, las bondades de tener el apoyo de bonos para escoger en qué universidad ir a estudiar, etcétera.
Las inevitables declaraciones de algunos ilustrados diputados al respecto sólo nos volverán al terreno de las declaraciones fundamentadas en convicciones ideológicas o económicas, más que en los datos reales (cualitativos y cuantitativos) de lo que ocurre en la educación en general, y de la superior en particular, de México.
El crecimiento de la demanda a la educación media superior era algo que se veía venir claramente hace 15 años, y que yo tuve oportunidad de encarar y comentar, cuando empezaron movimientos artificialmente propiciados desde afuera de la UNAM para lograr el ingreso de estudiantes a nuestro bachillerato.
Entonces mencioné que la presión demográfica para el ingreso a ese nivel era un problema que “había llegado para quedarse”. Las respuestas a ello, que ciertamente las ha habido, han sido insuficientes para el tamaño del problema. Sin duda hay que ampliar la oferta educativa a los jóvenes. Nuestro país no tiene futuro alguno si sólo uno de cada cuatro jóvenes tiene oportunidad de asistir a la educación superior.
Perdemos de vista (y de un lugar en nuestras discusiones) el meollo del problema. Se ha invertido en nuevas IES de enfoque tecnológico, lo cual está bien, pero estaría mejor si hubiese la suficiente planta académica, realmente bien preparada, para atender a los alumnos.
Se ha ampliado la matrícula universitaria, pero a base de cerrar los ojos a la existencia de docenas de “universidades” que no deben tener ese nombre y que son un fraude a nuestra juventud. La última universidad pública basada en investigación fue la UAM, creada hace más de 35 años. Estos son algunos de los puntos medulares por los que deberíamos empezar las discusiones del tema en México.
Estamos en un año electoral. Todos los que tenemos interés real por el fortalecimiento y la salvaguarda de la educación superior pública deberíamos tener también cuidado de no generar aire caliente y estática, ideales para ser capitalizados en conflictos inspirados desde los intereses partidistas, ya sea personales o de grupo. Hemos tenido ya suficiente de eso.
jose.sarukhan@hotmail.com

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