jueves, 24 de julio de 2008

Concurso de oposición: la mitad de mis palabras

Carlos Ornelas
EXCELSIOR on line/23-Jul-2008


Mientras la señora Elba Esther Gordillo anda de gira por el país haciendo que los gobernadores firmen con ella —y sólo con ella— un documento de apoyo a la Alianza por la Calidad de la Educación, la SEP continúa con el esfuerzo de poner en marcha el concurso de oposición para las plazas de docentes, las de nueva creación y las vacantes por retiro o defunción.

Las arengas de Gordillo y la apuesta de la SEP no son eventos independientes. Ella declaró enfática que debe terminarse el prejuicio o la realidad de que las plazas se venden en el sindicato, aunque reconoció que es una práctica común del SNTE, donde “[...] A veces quieren hasta pago de cuerpo” (Excélsior, 22 de julio). En tanto, la UPEPE o Unidad de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas (esa es la denominación de la dependencia que sustituyó a la Subsecretaría de Planeación y Coordinación en la SEP), prepara la primera convocatoria, para nuevos profesores y maestros en ejercicio, de lo que serán los concursos nacionales de ingreso al servicio docente. Tal vez sea emitida esta misma semana.

En mi entrega del 18 de junio me comprometí con un amigo normalista a que, si observaba resultados sólidos de la ACE, me tragaría mis palabras. Hoy me zampo la mitad de ellas; la otra porción, me la guardo. El hecho de que la SEP haya conseguido sacarle al SNTE esa concesión no significa que la batalla por la calidad de la educación esté ganada o que el sindicato abandone sus prácticas clientelares, pero es un paso trascendente. Más aún porque Transparencia Internacional vigilará el proceso y es probable que otras organizaciones civiles también participen, al menos como observadoras.

Además de hacerse promoción política y apretar una que otra tuerca a sus subalternos, la señora Gordillo hace actos de constricción con el fin de ponerse las medallas del mérito. Hoy reconoce como defecto lo que siempre promovió como método de control de las secciones: la venta y herencia de plazas. Al presente, como dijo con ironía Martín Espinosa en la nota principal de su noticiario en Reporte 98.5, ayer, “[...] la presidenta del SNTE descubrió el hilo negro”. La realidad parece ser que el presidente Calderón, acaso por insistencia de su secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, le exigió los concursos al SNTE a cambio de tanta merced. En el trayecto, esa medida le ayuda a los dirigentes sindicales a lidiar con los egresados de las normales y otras instituciones formadoras de maestros: son casi 28 mil solicitantes potenciales y nada más siete mil plazas estarán en concurso. No habría lugar para todos los recomendados, familiares y compradores potenciales. Es una forma de salir de apuros. ¡La culpa es del concurso! Dirán a quienes no ingresen.

No todo es miel sobre hojuelas. La dirigencia nacional del SNTE tiene que lidiar con sus adversarios internos. Las secciones donde los opositores se hicieron fuertes ya anunciaron la resistencia a los concursos abiertos y su rechazo a quebrantar sus cuotas de poder; son “democráticos” en la retórica y corporativos en los hechos. Anticipo que a las andanadas verbales de los grupos disidentes se añadirán marchas, plantones y uno que otro acto de violencia. Tal vez también haya movimientos de “rechazados”. La SEP tiene el desafío de institucionalizar el proceso.

Este año la convocatoria y los instrumentos los elaboró la UPEPE, pero está en el fogón el proyecto de crear una institución autónoma que se encargue de realizar los concursos. Tal vez en esta primera etapa haya problemas de calidad y calibre en los exámenes, no se diga en su aplicación, pero es mejor caminar pronto que esperar a que haya arrepentimientos. Asimismo, habrá que avanzar en reformas legales; si no se derogan los artículos que norman el otorgamiento de plazas en las Condiciones Generales de Trabajo, se corre el riesgo de volver al pasado.

El examen será nacional y único. Por más que se hagan alusiones al federalismo, en este trance, como en todos los de la educación básica, los estados —aun los que ya realizaban concursos por su cuenta— serán acompañantes, algunos forzados por el poder del centralismo burocrático. Si tienen algo de autonomía será para decidir si abren esta convocatoria a egresados de años anteriores. El gobierno quizá precise de la oratoria federalista para fines de legitimidad, pero es simbólica, ajena a la realidad.

No pienso que con este concurso se agoten los recursos corporativos del SNTE, pero aminorar la venta o la herencia de plazas embiste a uno de sus santuarios. Habrá que vigilar como cancerberos que no haya opacidad y que se premie a los nuevos maestros por sus méritos.

Retazos: ¿Podrá alguien decirle al presidente de la Comisión de Vigilancia de la ASF, diputado Antonio Ortega Martínez, que las universidades públicas están obligadas a rendir cuentas al Congreso del uso que hagan de los subsidios federales? Los rectores no lo hacen movidos por sus afanes de transparencia, la Suprema Corte de Justicia los obligó.

ornelasc@netvoice.com.mx

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