martes, 8 de julio de 2008

La ola migratoria se revierte

Economist Intelligence Unit/La Jornada, 8 de julio de 2008

Al borde de la carretera, un coyote de ojos de lince y dólares que brotan de sus oídos observa con el ceño fruncido. A su lado, un musculoso agente fronterizo estadunidense, vestido de verde y con pistola, se eleva imponente sobre un migrante que se encoge temeroso. Cerca de ellos, un signo de dólar de tamaño humano se aleja batiendo sus alas plateadas. Este grafiti sobre el muro fronterizo en Nogales, del lado mexicano de la línea divisoria con Estados Unidos (EU), relata una sencilla historia: en esta parte del mundo, el negocio de la migración es tan lucrativo como peligroso.

Los residentes de Nogales aconsejan a los visitantes que eviten la colonia Buenos Aires, controlada por violentas pandillas donde los contrabandistas almacenan su cargamento humano en casas de seguridad. En el crepúsculo, los migrantes atraviesan un lecho seco y matorrales en su arriesgado viaje hacia Arizona.

Durante años, el flujo migratorio crecía cuando la salud de la economía estadunidense era robusta; disminuía ligeramente durante las recesiones; fluía hacia el norte durante la primavera, cuando hay empleos disponibles en el sector agrícola y en el de la construcción, y se dirigía al sur durante las fiestas decembrinas. Donde el tráfico ilícito ha sido más intenso, los migrantes han utilizado senderos estrechos y tortuosos a través de las rocas. Ahora, sin embargo, se hace evidente un cambio grande: el flujo migratorio de América Latina a EU parece descender.

Por tercer año consecutivo, la Patrulla Fronteriza estadunidense reporta un agudo descenso de detenciones en la frontera y en sus cercanías. En 2006 la cifra cayó 8%, a cerca de un millón. El año pasado descendió una quinta parte. El semestre que concluyó en marzo mostró un descenso de 17% en comparación con el periodo similar del año anterior. En resumen (y debido al inexacto registro de las detenciones fronterizas) el flujo migratorio es hoy alrededor de la mitad del torrente presenciado en 2000, cuando se efectuaron un millón 640 mil detenciones.

Esas cifras olvidan a quienes cruzan de manera satisfactoria y recuentan a los que fueron detenidos varias veces, pero muestran una clara tendencia. La misma que muestran las remesas. El Banco de México reporta que, después de años de crecimiento formidable, están descendiendo los envíos de los migrantes en EU. El año pasado ese flujo de efectivo fue de 24 mil millones de dólares, superior al turismo. Pero durante el primer trimestre de este año la cifra anual descendió 2.9%, según un nuevo informe de Goldman Sachs.

Es probable que la evaluación de los flujos fronterizos después de 2001 exagerara el índice de crecimiento real. Pero aun así, es evidente que los migrantes en realidad están enviando menos dinero a casa. Una encuesta realizada en EU, publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo en abril, confirmó que pocos hacen remesas con regularidad: en 2006 tres cuartas partes de los migrantes hacían envíos; este año, sólo la mitad. No sólo es el caso de México; Brasil, segundo destino de remesas en la región, sufrió una disminución de 4% el año pasado, a 7.1 mil millones de dólares.

Es probable que dos factores, tan desagradables uno como el otro, expliquen el doble descenso en flujos de personas y dinero: la hostilidad a los migrantes, sobre todo indocumentados, y la profundización de la crisis económica en EU. El impacto del primer factor es evidente: leyes estatales que consideran ilegal emplear a migrantes sin documentos, redadas cada vez más agresivas a empresas que los contratan, y mejor tecnología para compartir información conducente a su arresto.

La enorme inversión en defensas fronterizas es el ejemplo más visible. El Departamento de Seguridad presupuesta 12 mil mdd para el siguiente año fiscal con el objeto de proteger la frontera contra personas en busca de trabajo (y los míticos terroristas que se encaminan a su objetivo). La idea es utilizar aviones no tripulados, helicópteros, sensores de alta tecnología y cámaras, 20 mil agentes (a caballo, en jeeps, bicicletas y a pie) y desde luego la enorme valla metálica que se despliega a lo largo de cientos de kilómetros de territorio desértico. Todo esto desalienta a los extranjeros, como el fracaso del Senado en aprobar una reforma migratoria el año pasado.

No es sorprendente, entonces, que las encuestas muestren que los migrantes se sientan menos bienvenidos y más preocupados por la xenofobia. Muchos temen ser deportados o que se les finquen antecedentes penales. Los que alguna vez habrían sido deportados ahora corren el riesgo de ir a la cárcel. A medida que la frontera se hace más difícil de cruzar, los inmigrantes caen en las manos de los contrabandistas y son víctimas de los peligros naturales del desierto.

Hostilidad y muros importarían menos si el panorama económico permaneciera sólido. Sin embargo, la economía estadunidense parece deprimida, incluso si sortea una recesión. En mayo, el desempleo se elevó a 5.5%. La depresión en el sector inmobiliario y de la construcción –donde laboran muchos inmigrantes, sobre todo los recién llegados– ha sido en especial dolorosa.

En junio, el Centro Hispánico Pew publicó un informe con cifras de desempleo de 7.5% entre inmigrantes, que se elevaban a 8.4% entre mexicanos y 9.3% entre los que llegaron al país después de 2000. El año pasado, más de 220 mil migrantes perdieron sus puestos de trabajo en la construcción. Y los que tiene empleo ganan menos: los empleados latinos de la construcción experimentaron pérdidas salariales en 2007.

Más allá de EU

Esta tendencia es la parte de un cuadro más grande. Muchas regiones, entre ellas Australia, el golfo Pérsico, algunos países de Asia y la mayor parte de África, experimentarán todavía una migración a ritmo acelerado durante algún tiempo. La mayoría de los mercados emergentes, donde el crecimiento económico permanece sólido, seguirán atrayendo a los trabajadores migratorios, y éstos seguirán escapando de sitios miserables donde hay más personas que empleos. Incluso en Sudáfrica, donde la violencia xenófoba ha enviado a decenas de miles de extranjeros a campos de refugio (o de regreso a Mozambique, Zimbabue y otras partes) y ha provocado docenas de muertes, es probable que la migración siga siendo alta.

Pero donde el reciente auge económico había sido más fuerte, y donde la entrada de migrantes había alcanzado sus máximos registros, las perspectivas de una aguda disminución son evidentes. Éste es, en particular, el caso de Europa occidental. Irlanda y España, históricamente países de emigración, han presenciado llegadas masivas de extranjeros durante la década pasada. Los rumanos, en particular, acudieron en masa al auge inmobiliario de España; polacos y lituanos fueron a Irlanda. Gran Bretaña atrajo un número excepcional de migrantes del este de Europa, sobre todo Polonia; Grecia atrajo albaneses; Italia, rumanos y otros. El rápido movimiento de personas fue de la mano con la expansión de viajes de bajo costo en Europa, sobre todo por avión.

Ahora algunos de estos flujos reducen su ritmo, incluso lo revierten. Este año, un estudio del Instituto para la Investigación de Política Pública (IPPR, por sus siglas en inglés), grupo británico de expertos, apuntó que de un millón, o algo así, de europeos del este que llegaron a Gran Bretaña desde 2004, alrededor de la mitad ya han salido: unos por mejores perspectivas económicas en casa, otros porque sólo tenían la intención de aprender inglés o trabajar temporalmente o porque desean volver con sus familias. La entrada de migrantes a Gran Bretaña desde esa región ha caído bruscamente, 17% el año pasado. Danny Sriskandarajah, del IPPR, concluye: “después de uno de los periodos más intensos de migración tenía que haber un final natural. Las fichas de dominó comienzan a caer”.

Sriskandarajah cree que lo que ocurre en Gran Bretaña quizá también suceda en casi toda Europa continental. En parte, los factores en Europa son similares a los de EU: mayor hostilidad ante migrantes, vigilancia más estricta y declive económico en muchos países receptores.

La hostilidad viene en varias formas. Como sucede con el muro fronterizo de EU, las operaciones fronterizas de la Unión Europea, conocidas como Frontex, se jactan de su éxito en deportar (o al menos desplazar) flujos de supuestos indocumentados de África del Norte. Nicolas Sarkozy, el mandatario francés, propone mayor cooperación paneuropea para disuadir la migración irregular: en julio, cuando Francia asuma la presidencia de la UE, Sarkozy insistirá en una colaboración más estrecha en este tema; por ejemplo, compartir información sobre migrantes.

Las iniciativas nacionales hacen la vida más difícil a los inmigrantes. En Inglaterra, los funcionarios que cazan trabajadores indocumentados han aumentado las redadas en fábricas, granjas, restaurantes y otros lugares de trabajo. Los nombres de los que administran empresas que emplean a esos inmigrantes serán publicados ahora en sitios web oficiales, para “avergonzar” a los involucrados en la práctica. En Italia, Silvio Berlusconi regresó al poder en alianza con la antimigrante Liga del Norte y la promesa de tomar medidas enérgicas contra la migración clandestina. La primera reunión de su nuevo gabinete, el 21 de mayo, aprobó una serie de medidas que criminalizan la entrada no autorizada a Italia, aplican sentencias discriminatorias a extranjeros indocumentados e imponen penas draconianas a los italianos que proporcionen alojamiento a migrantes sin papeles. El paquete de leyes facilita también la expulsión de ciudadanos de la UE, medida dirigida contra los casi 50 mil gitanos rumanos a quienes de manera constante y no pocas veces injusta se culpa de parte grande de los crímenes en Italia. Reglas similares se han impuesto en otros países europeos.

Zlotys y libras

A medida que las economías se desaceleran, su atractivo para los migrantes también. Irlanda y España son en especial vulnerables a un descenso doloroso: en ambos países el empleo en la construcción y el sector representaba 13% de todos los empleos del sector privado a finales del año pasado. Como en EU, estos sectores han sufrido una depresión y emplean a gran número de migrantes. En España, de enero a mayo, alrededor de 100 mil migrantes fueron despedidos: los migrantes representaron la mitad de quienes se agregaron al registro del desempleo español durante ese tiempo. Aunque el país no haya vivido ninguna xenofobia estilo italiano, el gobierno trata de convencer a cerca de 20 mil migrantes de regresar a casa durante al menos tres años, ofreciéndoles adelantos de prestaciones por desempleo. Los españoles buscan también la manera de restringir el número de parientes de migrantes que llegan al país.

Más allá de la zona del euro hay también preocupaciones monetarias. En Gran Bretaña la economía se desacelera, y la repentina caída de la libra ha reducido el atractivo del país para los trabajadores extranjeros. Cada libra que un polaco envió a casa en mayo de 2004 le representó siete zlotys polacos; hoy serían poco más de cuatro. De manera similar, a medida que el valor del dólar desciende, la atracción de trasladarse a EU para trabajar ha disminuido.

Algunos se preocupan de una nueva oleada de migrantes, una vez que Rumania y Bulgaria se conviertan en socios de pleno derecho, con libertad de acceso en toda la UE. Pero de hecho, miles de personas de esos países ya han trabajado en el extranjero. Demetrios Papademetriou, director del Instituto de Política Migratoria (por sus siglas en inglés), en Washington, y observador cercano del movimiento poblacional en Europa, concluye: “la mayor parte de lo que podría pasar ya ha pasado. No veremos otros grandes movimientos. El impacto de la migración ha terminado”.

No se trata sólo de migrantes indocumentados o poco capacitados. Por ejemplo, para los de estudios avanzados, el atractivo de trabajar en Gran Bretaña puede disminuir ante la fuga de extranjeros que impulsan la emigración. En 2006, 35% de los graduados de la UE provenientes de universidades británicas hallaron empleo en el extranjero; sólo 25% se quedaron en Gran Bretaña a trabajar. El año pasado, tres cuartas partes de todos los doctores que cancelaron su registro en Gran Bretaña eran nacidos en el extranjero.

Y la oferta, también

La oferta global de migrantes no es escasa. Aunque la mano de obra de los países ricos no esté hoy en su mayor registro (en Europa declinará en un futuro previsible), la mano de obra mundial sigue creciendo muy rápido; la reserva actual de 200 millones de migrantes puede llegar con facilidad a 300 millones en unas décadas. Pero los grandes flujos migratorios se dan, sobre todo, entre países cercanos.

Para EU hay pocas perspectivas de que la oferta de trabajadores al sur de la frontera se agote; América Latina sigue siendo relativamente pobre y joven. En contraste, para Europa occidental la oferta de personas del este con estudios avanzados podría declinar a medida que los vecinos inmediatos se convierten en países de ingresos medios y de población relativamente vieja que tienen que importar trabajadores, no exportarlos.

Durante 2004, y de ahí en delante, las tasas de emigración hacia Occidente de los nuevos miembros de la UE han excedido por mucho las expectativas de la mayoría de expertos y funcionarios. Pero podrían no continuar, e incluso revertirse. Las economías de Europa oriental se han acelerado durante los años recientes, su fuerza laboral se contrae con rapidez (en parte por la migración, en parte debido a poblaciones envejecidas) y el desempleo se redujo a la mitad la década pasada. Todo esto hace más tentador quedarse en casa o volver a ella.

Es posible que el declive migratorio afecte a los más pobres del mundo. A principios de junio, un informe del Banco Mundial reportó que durante 2007 fluyó un billón de dólares a países pobres, pero predijo que, a consecuencia de la desaceleración económica en los países ricos, la cifra podría reducirse a alrededor de 800 mil mdd en 2009.

Parte de la reducción se explica por la disminución de las remesas. Para algunos países, en especial de Asia del sur, donde tales fondos representan gran parte de la renta nacional (16% del PIB en Nepal en 2007, 9% en Bangladesh), la caída será en verdad dolorosa cuando se combine con combustibles y productos alimenticios más caros. Más personas caerán de nuevo en la pobreza.

Fuente EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

No hay comentarios: