sábado, 26 de julio de 2008

¿Nuevos Estudiantes?


Alejandro Canales

Una buena parte de los profesores, particularmente de los ámbitos urbanos, expresan reiteradamente cierta incertidumbre y desesperación por el comportamiento de los jóvenes en el salón de clase. En general, dicen, no consiguen interesarlos en los temas del programa escolar, difícil que lean un capítulo de libro para la sesión y a menudo tienen que establecer controles rígidos sobre el uso de dispositivos digitales en el aula y sobre las características de los trabajos escolares, particularmente para que estos últimos no resulten de un “copiar” y “pegar” en una rápida navegación por la red.

Pero tal vez la queja más frecuente es que los jóvenes no se concentran en una sola actividad: parecen prestar atención al profesor y al mismo tiempo están navegando en internet, enviando mensajes por el teléfono móvil, escuchando su iPod, tomando notas o jugando con algún dispositivo digital. Son los jóvenes multitareas que resultan incomprensibles y desconcertantes para los profesores y para sus propios padres.

Lo paradójico del caso es que coexisten espacios escolares con infraestructura multimedia y jóvenes altamente equipados, junto con otros en los que ni existen los espacios y los jóvenes no tienen capacidad de acceso tecnológico. No menos paradójico es que, pese a las inquietudes que generan los dispositivos de tecnología digital, desde la educación básica hasta el posgrado se busca llevar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) al salón de clase, bajo el supuesto de que constituyen herramientas imprescindibles para mejorar el aprendizaje. Las escasas evidencias que existen sobre el impacto de las TIC en el aprendizaje no son concluyentes.

Lo que no está en duda son dos cosas. Una, todavía sabemos relativamente poco de la intersección entre el aprendizaje escolar y el funcionamiento del cerebro. Hace apenas un par de décadas se indaga de forma sistemática sobre el cerebro y sus implicaciones para la práctica, la política y la investigación educativa. A partir del 2006 se comenzaron a conocer algunos de los resultados, como el comportamiento del aprendizaje del cerebro a lo largo de la vida, y el horizonte que se abre para la década siguiente.

Dos, lo otro que es indudable es que los jóvenes de hoy no son iguales a los de ayer. No solamente porque se trata de diferentes generaciones. La mayor parte de estudiantes que hoy están en las aulas universitarias nacieron en los años ochenta, precisamente cuando comenzó el auge de los dispositivos digitales, rodeados por el supuesto cambio acelerado y el vértigo de las transformaciones. La escuela, sin embargo, no pareció registrar el cambio, continuó con sus mismas prácticas y modelos. A pesar de que se emitieron declaraciones para cambiar el enfoque, de uno que solamente enfatizaba la enseñanza a otro que debiera centrarse en el aprendizaje, lo cierto es que la escuela, en general, siguió más o menos de la misma forma.

No obstante, los estudiantes no son los mismos y también parecen ser otras sus inquietudes y otros los recursos pedagógicos a su disposición. Es un tema a discutir pero es innegable que, a diferencia del siglo pasado, son otros los insumos y los mecanismos del aprendizaje y tal vez otras las formas de enseñar.

También habrá que reconocer que es un tema de esta década, relativamente novedoso no sólo para los países en desarrollo, también lo es para los países industrializados. El Centro para la Investigación e Innovación Educativa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (CERI - OCDE), inició un proyecto en enero del año pasado para tratar de precisar quiénes son estos nuevos “aprendientes” (The New Millennium Learners, NML), mediante el cual intenta conceptualizar y analizar desde una perspectiva comparada, sus actitudes, expectativas y competencias respecto a la enseñanza, el aprendizaje y, particularmente, “sobre la contradicción que eventualmente pueden percibir entre sus prácticas cotidianas que involucran comunicación y el manejo del conocimiento dentro y fuera del salón de clases”.


El documento base del proyecto (NML: Challenging our Views on ITC and Learning, 2006) realiza una primera caracterización de los nuevos aprendientes, también aclara qué tan generalizado es el fenómeno en los países de la OCDE, así como los factores que hacen la diferencia entre y al interior de los países. Lo más relevante es que también plantea cuáles son los desafíos educativos que se derivan de esta generación y en qué medida su aparición reta a la visión escolar que prevalece sobre la comunicación interpersonal, el aprendizaje y la administración del conocimiento.


Hoy, en México, a pesar de que es un país miembro de la OCDE, la discusión principal es sobre el tema del financiamiento y cómo ampliar la oportunidades educativas para un mayor número de jóvenes. Quiénes ingresan a las aulas universitarias, cómo aprenden y qué papel juegan las TIC en el desempeño escolar será una preocupación posterior, si es que lo es.

Publicado en Campus Milenio No. 275, el 2 de junio del 2008.

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