Jenaro Villamil
Proceso/18 de mayo de 2010
El sábado 15 de mayo, a las 14:16 horas, unas cuantas líneas escritas por Manuel Espino, exdirigente nacional del PAN, incendió la pradera informativa y determinó lo que ya se ha convertido en un enredo de altas dimensiones y que amenaza, como ningún otro caso, la “imagen” del gobierno de Felipe Calderón y la relación ambigua con los medios oficiosos, en especial con Televisa.
“Hay mucho rumor sobre la desaparición del Jefe Diego, me dicen que está muerto y el cuerpo en el campo militar de Querétaro. Muy lamentable!”, esas fueron las palabras de Espino que se difundieron en la red social de Twitter.
Una hora antes, un portal informativo de Querétaro dio la primera versión sobre la desaparición del excandidato presidencial de 1994. A las 13:44 horas, la versión on line del periódico Reforma difundió un reporte insistiendo en la “desaparición” de Fernández de Cevallos, pero induciendo la versión hacia el secuestro. La nota advirtió que “fuentes de la delegación de la PGR en Querétaro” confirmaron que Diego “fue privado de su libertad” y que su camioneta fue hallada en el municipio de Pedro Escobedo.
A partir de ese momento, el enredo creció en los medios porque estaban tres versiones en juego: ejecución, desaparición o secuestro. Ninguna autoridad asumió la versión oficial en las primeras horas claves del suceso.
La Procuraduría General de la República emitió tres comunicados que no aclaraban nada. Simplemente todo el aparato oficial de Los Pinos se orientó a desmentir la versión difundida por Manuel Espino en Twitter y relanzada a todas las redes sociales y versiones online de los periódicos. El propio Espino se desdijo y lamentó su compulsión twittera, pero el daño ya estaba hecho.
Si se quería aminorar el impacto de una situación dudosa, el gobierno federal consintió –y quizá ordenó– que de manera extraordinaria se difundiera un segmento de “Ultimas Noticias”, el sábado a las 22 horas, en el canal 2 de Televisa, el de mayor audiencia en toda la pantalla de televisión abierta. El reporte sólo tuvo un tema: Diego Fernández de Cevallos.
La información confirmaba la desaparición física del dirigente panista, mostró imágenes del rancho La Cabaña, desplegó los tres boletines de la PGR y desmintió, sin citar la fuente, las versiones que habían proliferado sobre su posible ejecución y que su cuerpo se encontrara en el campo militar de Querétaro.
La transmisión especial informativa despertó los focos rojos en todos los ámbitos políticos e informativos. ¿Por qué la desaparición de Fernández de Cevallos mereció un tratamiento extraordinario, aun cuando ningún vocero oficial asumía una versión clara de los sucesos?
Desde ese momento, el Jefe Diego se convirtió en el mensaje. Queriendo minimizar el impacto sobre su gobierno, la administración de Calderón acabó sobredimensionando las versiones sobre la desaparición o secuestro del excandidato presidencial y, lo peor, se enredó a tal grado que el caso ensombreció la visita del primer mandatario a España.
Sin que la PGR lo hubiera confirmado, Felipe Calderón afirmó en Santander que la desaparición de Diego se trataba de un “secuestro” y, por si fuera poco, teorizó sobre los riesgos de “colombianización” en México.
El propio presidente español José Luis Rodríguez Zapatero siguió la línea de argumentación de su homólogo mexicano y afirmó:
“Sé que es un amigo y un hombre de gran importancia, de gran relevancia política en México. Deseamos su pronta liberación. Condenamos la criminalidad, condenamos los secuestros y estamos siempre muy cerca de México y de su presidente en esa lucha ejemplar que está llevando a cabo”.
Con estas palabras, la desaparición de Fernández de Cevallos se convirtió en un asunto de Estado. El futuro del Jefe Diego transformó desde ese momento el futuro inmediato del gobierno de Calderón. El mensaje indirecto es muy claro para la percepción pública: el político vivo más poderoso del PAN determinará el propio éxito o fracaso del aparato gubernamental que ve la amenaza de la “colombianización”.
Por eso el caso del Jefe Diego ha ocupado las primeras planas de todos los medios impresos desde el domingo 16 de mayo y, por eso, los medios electrónicos y cibernéticos han reflejado una ansiedad informativa que oscila entre la conmoción, las especulaciones y no pocas muestras de crítica hacia la figura pública de Fernández de Cevallos.
Desde la noche del lunes 17 de mayo, el gobierno federal pretende aminorar la bola de nieve del Jefe Diego. Y Televisa fue el primer medio de comunicación que anunció una extraña autocensura argumentando el “respeto a la familia” y el “respeto a su vida”.
El comunicado que leyó en su emisión nocturna Joaquín López Dóriga y oficializó Televisa en su portal www.esmas.com tiene un segundo párrafo que alienta más las especulaciones:
“Es una decisión de anteponer la vida de Fernández de Cevallos en el ejercicio periodístico. No ha sido una decisión fácil, pero es una decisión firme”.
Este comunicado vuelve a poner el tema de la muerte del excandidato presidencial como el asunto más preocupante. Y Televisa justifica su doble condición como ministerio de Información oficial y, al mismo tiempo, como medio informativo con la última frase: “no ha sido una decisión fácil, pero es una decisión firme”.
Ciro Gómez Leyva, director de Milenio TV, cuyo noticiario se ha convertido en clave para la difusión de la agenda informativa del gobierno federal, sugiere en su columna La Historia en Breve, publicada este martes 18 en Milenio Diario, que la orden de no volver a tratar el tema provino de las autoridades y no de los familiares.
“Dudo, sin embargo, que el gobierno federal y el de Querétaro resistan 48 horas más la presión de quienes pedimos notas, notas. Lo dudo, a pesar de que tienen un argumento irrebatible: la delicadeza del caso impone el silencio”, escribe Gómez Leyva en su artículo titulado “Tragarse la Información del Jefe Diego”.
Por supuesto, el silencio no se impone por decreto. Aun cuando algunos medios masivos decidan reorientar la información con el caso Paulette (el gobernador Enrique Peña Nieto ya anunció, como si se tratara de una función de circo, que, ahora sí, su procurador Bazbaz va a dar el desenlace del reality judicial) y justificar la autocensura por “respeto a la familia” de Fernández de Cevallos, lo cierto es que el Jefe Diego se ha convertido en el mensaje, el síntoma y el termómetro principal de una atmósfera de descomposición política muy preocupante.
Blog: http://www.jenarovillamil.wordpress.com/
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