lunes, 31 de mayo de 2010

Los otros hijos de Marcial Maciel

Luis González de Alba
Milenio/31 de mayo de 2010

Entiendo a los fieles de AMLO si pienso en los Legionarios de Cristo, fieles de Marcial Maciel: no es fácil ver caer así a un santo. De ahí la respuesta cada vez más obnubilada y más feroz.

No recuerdo nada igual desde que, a los 15 años, comencé a leer noticias y opiniones. Ha dejado de haber simples opiniones diversas pues quienes las sostenemos somos vendidos, transas, maricones, traidores, dignos de cualquier acto justiciero. Ni siquiera la elección de 1988, que para muchos arrebató el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas y otros admitimos al menos la posibilidad, dejaron al país en una crispación semejante. ¿Cuál fue la diferencia? Una sola: Cuauhtémoc.

Nunca los amigos y hasta los hermanos se habían distanciado tanto. Sostienen quienes aún siguen a López que hubo fraude en la elección de 2006 y así es como han envenenado la vida cotidiana del país. Estoy convencido de que cualquier partido comete fraude cuando puede. Pero aún esperamos la explicación de cómo ocurrió en una elección a cargo de vecinos, vigilada por todos los partidos y por observadores nacionales y extranjeros, con recuento voto por voto y casilla por casilla la noche de la elección, con actas firmadas por representantes de partidos; en la que se votó con credencial, padrón y papelería de alta seguridad. ¿Cómo? No saben, pero ocurrió porque, sencillamente, la derrota no era posible. O más sencillo: porque lo dice Andrés Manuel.

La encuestadora oficial de AMLO, Cristina Covarrubias, denunció (es el verbo adecuado) que su cliente jamás tuvo el cacareado 10 por ciento de ventaja y, además, que lo previno acerca del paulatino cierre de su ventaja.

Son cada vez más pocos, pero más feroces. Lo entiendo: es que deben tragar ruedas de molino cada vez mayores: que AMLO pase del PRI al PRD y desde allí llame a votar por el PT, el partido acusado de ser creación de Salinas… Que tuviera al frente de su seguridad a Antonio Mejía López, luego destituido como director del penal de Cancún y acusado de participar en el asesinato del general Tello Quiñones, quien diseñaba un cuerpo de policía confiable en Quintana Roo. Bajo las órdenes directas del famoso Nico, “chofer” de AMLO, Mejía López comandaba las gacelas, mujeres que para su protección personal López envió a Israel para recibir entrenamiento, pagado con fondos públicos, aunque no tuvo empacho ético en llevárselas, con todo y Mejía López, a su gira como candidato. Pasó luego a la seguridad de Marcelo Ebrard y después a dirigir el penal de Cancún.

Llegó a la dirección de ese penal porque Nico lo impuso a Greg Sánchez, el ahora encarcelado ex alcalde de Cancún, candidato a gobernador por PRD-PT-Convergencia. La familia de Nico recibió en pago la jugosa concesión apostólica: Dad de comer a los presos (del penal de Cancún): concesión pública no concursada.

Y no es lo peor, sino que el recién nombrado director de seguridad de esa zona dominada por el narcotráfico, general Mauro Enrique Tello, fuera secuestrado por policías locales y luego apareciera torturado y muerto, con dos de sus ayudantes. Eso ya empieza a ser un bocado indigesto.

Detenido en el penal de alta seguridad de Nayarit, el ex alcalde perredista que busca la gubernatura de Quintana Roo, se dice objeto de un compló para impedir su triunfo, aunque las encuestas lo colocaban más de 10 puntos abajo. La última es que quien fuera su tesorero, Gustavo Ponce… ups, perdón, Carlos Trigos Perdomo, se dio a la fuga dejando un faltante de 150 millones de pesos, según nota de Fernando Meraz en MILENIO.

Se parecen a los creacionistas: P: ¿Y estos huesos de dinosaurio y estos fósiles en capas diversas que muestran sus etapas de evolución? R: Dios los dispuso así, desde la Creación, para probar nuestra fe.

Como señala José Woldenberg en Reforma respecto de los apetitos de venganza que ven justicia en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos: “Ante la moda de cantar loas interminables a las supuestas virtudes de la sociedad en contraposición a las taras de nuestra “clase política”, bien vale la pena revisar las pulsiones de una y otra ante situaciones límite, para repensar qué tan civil es nuestra sociedad y qué tan inciviles son nuestros políticos. Porque todos los días nos topamos con evidencias de que la sociedad reproduce y alimenta resortes intolerantes, impermeables a los derechos de las personas.” Nuestros políticos no caen de Marte, son simples mexicanos con poder, para bien y para mal.

http://www.luisgonzalezdealba.com/

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