Alberto Aziz Nassif
El Universal/11 de mayo de 2010
Cuando se mira lo que ha pasado con la política mexicana en los últimos 10 años, se entiende de mejor forma lo que le ha sucedido a los principales partidos en nuestro país. En general, podemos ver que a 10 años de haber tenido la primera alternancia presidencial hay cambios importantes, pero infortunadamente, la gran mayoría nos muestran una visión bastante negativa de estos privilegiados actores de la vida pública, que generan tanta desconfianza a los ciudadanos. Veamos sólo algunos rasgos.
Lejos ha quedado la división entre oposición y gobierno, que fue el núcleo de una larga lucha por democratizar las reglas del juego electoral. Ahora los principales partidos son gobierno en diferentes niveles, con la salvedad de que la izquierda no ha podido llegar a Los Pinos, tanto por sus errores, como por los enormes esfuerzos que ha realizado la derecha para impedírselo por las buenas y, sobre todo, por las malas. México pasó del PRI al PAN, dos partidos que comparten en su mayor parte el proyecto económico, el modelo neoliberal que se construyó desde los años ochenta y que necesita una cirugía mayor.
El PRI, desde que dejó la Presidencia de la República, ha estado obsesionado por su regreso a Los Pinos; ha sido una oposición chantajista que se resiste a ser parte activa de las reformas que necesita el país y comparte con el PAN los ejes básicos del proyecto económico. El PRI ha tenido dos ciclos similares en cada uno de los sexenios panistas, pierde la elección presidencial y luego gana las elecciones intermedias y se recupera en las elecciones locales, lo cual le ha permitido tener expectativas firmes para recuperar la Presidencia. Sin cambios internos notorios, tiene una eficaz maquinaria electoral y se mantiene de forma competitiva como el partido a vencer tanto para el PAN, como para el PRD. Este año puede recuperar Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas, pero puede perder Oaxaca e Hidalgo.
El PAN se ha transformado de forma radical desde que ganó la Presidencia en el año 2000. Ha dejado atrás la imagen del partido de oposición que durante décadas construyó una ética de la política y de la educación ciudadana y se ha mudado hacia un organismo pragmático, factor que siempre es positivo en un gobierno, pero se fue al extremo de desdibujarse por completo. Fox abusó de las herramientas del poder para alterar las condiciones de la competencia, para detener a AMLO; y Calderón, que llegó con una legitimidad cuestionada de origen, ha tenido resultados negativos, sobre todo en su equivocada estrategia de combate al narco. Los gobiernos panistas han recrudecido su contenido de derecha y el partido ha sido tomado por grupos de una derecha extrema; el panismo ha disminuido de forma consistente su componente de liberal y de centro. Prácticamente el panismo más liberal se encuentra marginado o ya no está en el escenario político. Los resultados de sus dos gobiernos llevan a ver un país en donde ha aumentado la pobreza y la desigualdad del ingreso; el PAN persigue causas de derecha que se contraponen a la cultura que defiende los derechos de las minorías, está en favor de la penalización del aborto y en contra de los matrimonios gay. Mantiene alianzas con la parte más corporativa del viejo régimen y está sometido a los intereses monopólicos. Sus pleitos locales lo han fracturado, ver el ejemplo de Aguascalientes.
El PRD, partido que surgió a raíz de la fraudulentas elecciones de 1988, ha sido el mayor esfuerzo de confluencia partidista de las fuerzas de izquierda. Después del sexenio salinista, donde se les reprimió y se les hizo fraude, el PRD empezó a crecer electoralmente, a ganar gobiernos locales, hasta llegar a conquistar espacios que lo ubicaron como una alternativa de gobierno. En 1997 se emparejó al PAN y ganó la ciudad de México y en el año 2006 estuvo a punto de ganar la Presidencia. Desde entonces ha entrado en una espiral a la baja. Ha perdido millones de votos y se ha convertido en el partido más rechazado. Una parte de la explicación tiene que ver con su estrategia ante el resultado del 2006; otra con los liderazgos que se han ido y, además, sus grupos internos se han enemistado. Hoy el caso de Zacatecas es un indicador de sus pulsiones hacia la fragmentación. Su capacidad de influencia en el Congreso ha disminuido de forma notable y sus perspectivas para el 2010 son muy complicadas. Parece como si el PRD, que llegó a sus 21 años, se hubiera pulverizado.
En suma, tres fenómenos atraviesan a los partidos políticos en México: obsesión tricolor por el poder, perversión blanquiazul ante el poder y pulverización amarilla frente al poder.
Investigador del CIESAS
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