Pedro Miguel
La Jornada/18 de mayo de 2010
Ahí tienen su tesorito de aguas profundas: un embarrón de chapopote creciente y ya kilométrico, causado por dos de esos buitres transnacionales a los que ustedes querían entregarles, en forma legal, el subsuelo marino del país: British Petroleum y Transocean. Las poseedoras de esa tecnología de punta que, según Felipe Calderón, Georgina Kessel y Jesús Reyes Heroles, nos permitiría llegar hasta nuestro tesoro”, han provocado una catástrofe de récord Guiness en el norte del Golfo de México.
Si el sector más lúcido de la sociedad no se hubiera plantado en las calles para impedir que el Senado de la República aprobara en sesión de trámite el engendro de reforma legal presentado por Los Pinos en abril de 2008, hoy podríamos tener un derrame semejante frente a las costas de Veracruz y Tamaulipas, y ustedes, según su costumbre, estarían minimizando el problema: nos dirían –ese es su estilo– que todo está bajo control y los delfines capeados en petróleo son indicio de que vamos ganando la lucha contra la fuga.
Luz y Fuerza del Centro (LFC) no era una maravilla, pero funcionaba razonablemente bien y mantenía alumbrado el centro del país. Ustedes sabían que la Comisión Federal de Electricidad carece de la capacidad requerida para manejar la red de distribución eléctrica en la zona. ¡Ah!, pero querían acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas y de paso les venía bien destruir a LFC para entregar a los compinches de ustedes, en graciosa concesión, la red de fibra óptica, los negocios de mantenimiento, el filón de los medidores con sistema de prepago; por añadidura, la oportunidad la pintaban calva para crear un problema mayúsculo en la capital –sin electricidad no hay abasto de agua potable ni semáforos ni drenaje ni puestos de trabajo ni carnicerías ni fotocopias ni dentistas ni declaraciones de impuestos– y atribuírselo a la administración de Ebrard. No paran ahí: cuando las instalaciones huérfanas empiezan a colapsar, ustedes lanzan una insinuación penal contra los electricistas en resistencia. Y todavía creen que no socavan la gobernabilidad.
Se les advirtió, con muchos meses de anticipación, que la crisis mundial venía, y se les exhortó a actuar con rapidez y sentido nacional para proteger a la población. Ustedes se dijeron “entusiasmados” frente al “catarrito”; no movieron un dedo durante meses, y cuando por fin se dignaron a darse cuenta de la magnitud del quebranto, endosaron el costo a la mayoría y mantuvieron una política fiscal que premia a los grandes evasores y favorece a las empresas de mil millones para arriba. Pero ustedes son muy fregones y piensan que no pasa nada.
Y antes, mucho antes, desde que en pleno salinato ustedes, priístas y panistas, empezaron a destruir el país mediante un modelo económico con tren de aterrizaje bipartidista, se les advirtió que acabarían causando desintegración, pérdida de valores, violencia en todos los ámbitos. Pero querían transferir a sus chequeras y a las de sus socios filones enteros del país y no hicieron caso: saquearon a gusto, actuaron sin ningún recato como dueños del poder público y como litigantes privados contra ese mismo poder, como funcionarios electos y como consejeros delegados; usaron las instituciones no para beneficio de la nación sino para enriquecerse, encubrirse y agredir a los disidentes del sistema. Se les dijo que si querían restaurar la autoridad de la ley, debían abstenerse de hacer o mantener alianzas –estratégicas o coyunturales– con delincuentes, pero la ilegitimidad es canija, y mucho, el dinero que está en juego. Y en esas siguieron. Es que ustedes no se equivocan nunca.
Luego se les dijo que la delincuencia es el síntoma y no la enfermedad y no era conveniente ni útil lanzar la artillería del Estado contra las casas de seguridad de los grupos criminales. Ahora, alguna de las violencias que se nutren de la descomposición ha afectado a uno al que Manlio Fabio Beltrones llama “hombre clave para la gobernabilidad democrática”. Esa “gobernabilidad democrática” es y ha sido, en realidad, un aparato de intereses y complicidades antinacionales que articula a la mayor parte de la clase política, al gran empresariado voraz y a estamentos mafiosos que empiezan en lo financiero y acaban (es inevitable) en una delincuencia organizada mucho más brutal y primitiva que la que operó las privatizaciones, aprobó el Fobaproa y limpió la escena del crimen de dos fraudes electorales. Y sí: Diego Fernández de Cevallos ha sido un hombre clave en la construcción de ese engendro. Ojalá que aparezca pronto, vivo e indemne.
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