Javier Flores
La Jornada/11 de mayo de 2010
Yo no creo que el elemento principal de la ceremonia en la que Esther Orozco tomó posesión como nueva rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) haya sido el rechazo de su comunidad al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, como se ha dicho en varios medios de comunicación. Algunos gritos aislados –el anonimato, a mi juicio, resta valor y calidad a la protesta– no traducen, ni por asomo, el ánimo que privó en el acto con el que se inicia una nueva etapa en la vida de la institución de educación superior más joven en la capital del país.
Hubo muchas cosas de gran significación en la ceremonia realizada en el pequeño auditorio del plantel ubicado en la colonia Del Valle. La nueva rectora fue muy bien recibida por su comunidad, lo que revela que en ella se cifra una esperanza por el fortalecimiento de esta institución. El nombramiento, realizado por el Consejo Universitario, recayó finalmente en quien contaba con el más sólido perfil académico y científico, lo que indica que ése es el camino que se ha decidido seguir en la UACM.
Otro dato importante es que el nombramiento de la nueva rectora atrajo de inmediato el respaldo de las más importantes instituciones de educación superior y de la comunidad científica y tecnológica de México. El viernes pasado acompañaron a Orozco Yoloxóchitl Bustamante, directora general del Instituto Politécnico Nacional; Enrique Fernández, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana; René Asomoza, director del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados; Sergio M. Alcocer, secretario general de la UNAM –el rector José Narro Robles no pudo asistir por encontrarse en Michoacán–; Sylvia Ortega, rectora de la Universidad Pedagógica Nacional; Virginia García, directora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social; Rafael López, secretario general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior; Rosaura Ruiz, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias; Juan Pedro Laclette, coordinador del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, y Giovanna Valenti, directora general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, entre otros. El significado de estas presencias es que se abren importantes canales de colaboración que pueden contribuir al fortalecimiento académico de la UACM.
Esther Orozco es la primera mujer que dirige esa institución, lo que también es un hecho significativo, pues, como ella lo hizo notar en su mensaje, las jóvenes de la ciudad de México tendrán una presencia importante en esa universidad. No es casual que desde antes de que se tomara la decisión sobre quién habría de dirigir a la UACM, Orozco contó con el respaldo de las académicas y científicas de diferentes instituciones, algunas de las cuales, con su presencia en el acto que comento, hicieron explícito este apoyo.
La UACM es actualmente, por sus dimensiones, una universidad pequeña, que atiende en cinco unidades ubicadas en diferentes zonas del Distrito Federal –algunas de las cuales son de las más marginadas– a cerca de 10 mil estudiantes. Cuenta con una propuesta educativa innovadora con 11 licenciaturas en disciplinas no tradicionales. En el posgrado se imparten seis programas de maestría y dos de doctorado; tiene además una planta académica en la que se encuentran profesores muy destacados, que son reconocidos en los medios académicos científicos e intelectuales del país. Para fortalecer o modificar su actual estructura y para emprender el indispensable crecimiento que le permita ensanchar su capacidad educativa entre los jóvenes de la capital, requiere de recursos económicos suficientes y crecientes.
El jefe de Gobierno del DF, además de anunciar que con el respaldo de la Asamblea Legislativa se otorgarían de inmediato 200 millones de pesos a la UACM, señaló públicamente que a esta universidad no le faltaría ni un solo peso para llevar adelante sus programas educativos, lo cual –más allá de las especulaciones sobre un apoyo condicionado de Ebrard a partir de la decisión que tomara el Consejo Universitario sobre quién, sería el rector o rectora– a mi me parece que es una muy buena noticia.
La decisión sobre la rectoría recayó en una persona altamente calificada para ocupar el cargo, fue tomada libremente por los órganos de gobierno de esa institución y Esther Orozco se comprometió, y está obligada, a defender su autonomía. Creo que el desenlace ha sido el más afortunado. Como habitante del Distrito Federal pienso que debe otorgarse a esta institución el mayor respaldo posible, y deseo que la UACM tenga el mayor de los éxitos en beneficio de la ciudad de México y del país.
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