jueves, 20 de noviembre de 2008

El sentido de la educación

Axel Didriksson
Excélsior/18 de noviembre de 2008

El valor de la educación está fuertemente vinculado con su posibilidad de proponer un modelo de ser humano y de sociedad. Un sistema educativo que no tiene claro hacia dónde debe orientar sus esfuerzos para formar un tipo de ciudadano en relación con un tipo de sociedad, se reduce a adaptarse a las demandas del momento y a navegar entre las coyunturas. Si no se sabe hacia dónde ir, con dificultades se pueden dar respuestas efectivas y coherentes a las nuevas situaciones que se presentan.
La educación está sujeta a múltiples demandas de actores distintos y de políticas también contrapuestas. Esto se expresa en los avances o en el estancamiento que se vive, frente a una multitud de exigencias que presenta la sociedad, más aún cuando la educación tiene cada vez más importancia. En el balance realizado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, noviembre, 2008) el resultado es que la educación básica en el país avanza y ha mejorado desde los indicadores que se tomaron en cuenta, de 2000 a la fecha, que estamos cerca de lograr una cobertura plena, “que hay menos reprobación y repetición, menos rezago y que más alumnos consiguen terminar cada nivel y hacerlo a tiempo”.
Sin embargo, este organismo también apunta que el cuello de botella más importante se presenta en la secundaria, que los datos con los que se cuenta no son del todo confiables, existen grandes diferencias y brechas en los servicios que se ofrecen y no se avanza al ritmo de lo que se pudiera. Apunta asimismo a señalar que se presentan factores de riesgo relacionados con políticas sin focalización ni prioridades, que no se atiende a los sectores más desfavorecidos y existe centralismo burocrático y corporativismo. Desde el plano de lo que se aprende, el estudio del INEE hace referencia a las brechas cognitivas y a su relación con los contextos desfavorables de importantes sectores de la población.
Mantener el paso hacia cobertura universal en la educación básica puede ser muy probable hacia los próximos años, sobre todo por la disminución de los grupos de edad escolar correspondientes. Sin embargo, mejorar la calidad, la equidad, la inclusión y superar las diferencias educativas entre las grandes mayorías de la población; realizar reformas curriculares a fondo; mejorar sustancialmente el desempeño de los docentes; cambiar trayectorias escolares; sustituir la actual infraestructura por una directamente relacionada con un nuevo modelo de aprendizaje; incorporar al grueso de la población escolar a los métodos, lenguajes y contenidos del conocimiento contemporáneo, la ciencia y la tecnología; apuntar a la formación de una ciudadanía crítica y participativa, a la construcción de comunidades educativas sólidas y seguras, etcétera, parece que no podrá conseguirse en los próximos años.
El primer obstáculo está en el financiamiento con el fin de lograr los cambios que se requieren. Con todo y la enmendada de plana que realizaron los diputados federales para revertir un presupuesto que golpeaba a sectores muy sensibles del sistema educativo, como el de las universidades públicas, la orientación del presupuesto sigue a la baja y se mantiene sujeto a la reproducción de lo mismo. El segundo obstáculo es la falta de un proyecto educativo, más allá de las demandas de algunos pocos, muy pocos, actores, que están haciendo de las suyas en el sistema educativo. Los que siguen ya no tienen importancia.

didrik@servidor.unam.mx

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