miércoles, 26 de noviembre de 2008

INEE: fin de la primera etapa

Carlos Ornelas
Excélsior/26 de noviembre de 2008

En sus dos conferencias sobre la vocación, Max Weber expuso las diferencias entre la profesión del político y la del científico. Para él eran incompatibles. La interrogación básica para el científico descansa en el llamado que le hace la ciencia: ¿Qué es lo que puedo conocer? En cambio, el político se pregunta: ¿Qué es lo que puedo hacer? Desentrañar los misterios de la naturaleza es la vocación del científico, el político se inclina por el servicio público. Según Weber la ciencia no puede ser el fundamento de la política.
En México —por lo general— los científicos o los académicos que desempeñaron puestos públicos y quisieron mantener su carácter de pensadores independientes y espíritu crítico fracasaron en sus aspiraciones. Quienes destacaron fue porque abandonaron su vocación inicial y se hicieron políticos profesionales y, en su acción política, utilizaron las herramientas que les otorgó su conocimiento científico. Esos personajes encarnaron las tres “virtudes” preeminentes que Weber consideraba decisivas para el político: pasión, responsabilidad y un sentido de la proporción.
Felipe Martínez Rizo pasará a los anales de la política educativa como director fundador del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Él trató de hacer de ese órgano un instituto de investigación, más que un aparato al servicio del Estado, en especial de la Secretaría de Educación Pública y, pienso, fracasó en lo uno y lo otro. El INEE no es una institución de análisis académico con grados de autonomía y se distanció de su patrocinador principal.
Una aclaración. Conozco a Felipe Martínez Rizo desde 1979, cuando era profesor y funcionario en la Universidad Autónoma de Aguascalientes y ya aspiraba a ser su rector. Lo respeto como académico, lo he invitado a participar en empresas y libros colectivos en los que tuve responsabilidad directa, lo convidé a que reuniera sus mejores ensayos sobre investigación educativa en México y los canalicé a que se publicaran en una colección que dirigí, AulaXXI/México, de la Editorial Santillana. Los debates que hemos sostenido, no han sido obstáculo para conservar la amistad, tampoco lo fueron mis críticas al INEE. Pero, si se dirige una institución gubernamental, al igual que cualquier otro político, se es sujeto de escrutinio público.
Martínez Rizo fue el encargado de diseñar el INEE. Él, junto con otros investigadores afines, cabildeó ante el Congreso (me atrevo a pensar que por sugerencia del entonces secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra) que el INEE no fuera una institución autónoma; él se apuntó desde antes de que se hiciera pública alguna convocatoria para ser su primer director. Durante el gobierno de Vicente Fox no tuvo problemas con sus superiores (recuérdese que quien preside la Junta Directiva es la cabeza de la SEP) y le impuso su sello personal al Instituto. Disfrutó de la confianza del secretario, designó a su personal con completa libertad, tuvo el apoyo para establecer una oficina del INEE en Aguascalientes y tendió lazos con los miembros del Consejo Técnico (académicos también), mas no con los de la Junta Directiva del gobierno actual.
Martínez Rizo firmó con su nombre la mayoría de las publicaciones del INEE, con el riesgo de que sus artículos personales se confundieran con planteamientos políticos, como aquel en que abogaba por eliminar la reprobación en primaria (que el subsecretario de Educación Básica del presente gobierno ya adoptó). Además, nunca colaboró con pasión con otras instancias de evaluación de la SEP o de los estados; por el contrario, alegaba la superioridad técnica del INEE y mostraba desdén por el trabajo de otras instituciones.
Cuando Josefina Vázquez Mota llegó a la SEP, Martínez Rizo le ofreció su renuncia, ella aceptó e incluso la secretaria designó a su sucesor. Son las reglas del juego político y parecería que él las acataba, que tenía el sentido de las proporciones. Pero algo sucedió. En los pasillos de la SEP se rumoreaba que, apoyándose en recomendaciones de amistades mutuas, Juan Camilo Mouriño le pidió al presidente Calderón que sostuviera a Martínez Rizo en el puesto. Y allí siguió, pero desligado de la presidenta de la Junta Directiva y de otros altos funcionarios de la SEP.
Aunque el político y el científico tienen atributos diferentes, Martínez Rizo adquirió al menos uno de los rasgos mordaces de los políticos mexicanos. Su nombramiento para el segundo periodo fue ilegal, no hubo acuerdo de la Junta Directiva ni ratificación presidencial; continuar en el cargo fue un acto de irresponsabilidad; también lo fue de Reyes Tamez.
En cuanto se designe al sucesor de Martínez Rizo, el INEE comenzará una nueva etapa, tal vez con un enfoque más práctico, más ligado a la toma de decisiones y sin la pretensión de que sea un organismo autónomo, que nunca lo ha sido.
Lo dicho, el político y el científico tienen campos distintos. Felipe Martínez Rizo será bienvenido en su retorno a la academia.
Carlos.Ornelas10@gmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que quiere decir que ya hay un sucesor, mas no lo revela, pero sospecho, por lo mismo, que será uno apegado a la sep y al snte.