martes, 23 de septiembre de 2008

¿Dónde está el Estado?

Alberto Aziz Nassif
El Universal/23 de septiembre de 2008

Con más preguntas que respuestas observamos cómo el país cae a niveles de inseguridad que hace muy poco tiempo hubieran resultado impensables. Ahora se habla de terrorismo o narcoterrorismo: ¿a dónde hemos llegado? Los últimos acontecimientos que han dejado una ola de muertes de civiles inocentes —Creel, La Marquesa, los asesinatos en la plaza de Morelia y lo que se acumule— nos obligan a repensar el rumbo del país, si es que tiene alguno.
¿En dónde estamos como país? ¿Estamos cerca del fondo o seguiremos en picada? ¿La fase actual, explosión de granadas para matar a civiles en una plaza llena, es el inicio de una nueva fase o es el final de una larga descomposición? ¿Estamos ante una guerra que se puede ganar? Si la respuesta es afirmativa, entonces preguntamos si la estrategia actual del gobierno es la ruta adecuada. La percepción ciudadana observa a un Estado que ha sido rebasado.
El problema es complejo y tiene muchos niveles. Por lo pronto se ve un enfrentamiento en contra de los operadores directos, pero ¿qué se está haciendo con las otras piezas, con los circuitos financieros de la droga, con las redes que vinculan al narco con la piratería y el secuestro? ¿Qué se hace ante la protección política que tienen las redes y los cárteles del crimen organizado? ¿Dónde ha quedado el Estado mexicano ante territorios completos en manos del narcotráfico? ¿Estamos ante un Estado que ha sido vulnerado, es frágil, es fallido, o simplemente ha fracasado en materia de seguridad? ¿Es posible establecer fronteras entre el crimen organizado y el Estado o sencillamente ya no se puede hacer este ejercicio?
Por ejemplo, las redes de complicidad del grupo criminal La Familia involucran, según información de prensa, a alcaldes, diputados federales, jefes policiacos. Existe una geografía en la que “la sombra de la banda se ha hecho presente hasta llegar a tener el control absoluto en al menos 12 municipios del estado: Morelia, Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Pátzcuaro, Uruapan, Zinapécuaro, Tiquicheo, Tanhuato, Ocampo, Jacona, San Juan Nuevo y Tancítaro” (EL UNIVERSAL, 22/IX/08). ¿Dónde está el Estado?
Al Estado mexicano se le ve como un aparato en peligro de convertirse en fallido. Este concepto se ha usado para analizar países en los que no funciona prácticamente nada, la ley es inexistente, las bandas del crimen dominan y gobiernan. En nuestro país existen múltiples áreas que todavía funcionan, pero otras que no sirven.
En México ya tenemos nuestra fecha límite que marca un antes y un después: el 15 de septiembre de 2008 es un momento en el cual se fracturó el piso de seguridad de un país que ya se había vuelto un territorio peligroso y violento. Hay un quiebre de la confianza social y una sensación de que lo ocurrido en Morelia o en Creel se puede repetir en cualquier parte y en cualquier momento. En contra de esta percepción, ¿qué garantía existe de que no vaya a suceder así?
El gobierno federal tiene sus cifras y sigue con su estrategia que confirmó en su última reunión del Consejo Nacional de Seguridad: 30 toneladas de mariguana incautadas y siete de cocaína, captura de 266 secuestradores, desarticulación de 35 bandas (EL UNIVERSAL, 19/IX/08). Datos que no logran establecer ninguna base de confianza. Mientras tanto las maquinarias del crimen siguen su escalada para demostrar que esta guerra no está definida o refutar que el gobierno vaya ganándola. Lo cierto es que no sabe cuándo pasara la tormenta.
La inseguridad ya tocó centralmente la conducción del Estado, prácticamente el país ha entrado a una situación de emergencia, las alarmas están encendidas y el discurso oficial de Felipe Calderón, un presidente golpeado en su legitimidad por el origen de su elección, llama a la unidad nacional. Pero cualquier proyecto de unidad pasa por un pacto político que implica compromisos y proyectos compartidos, lo cual parece que todavía está muy lejos de lograrse. ¿Dónde está el Estado?

Investigador del CIESAS

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