lunes, 8 de septiembre de 2008

El grupo UdeG a examen

Rubén Martín
Periódico Público/ 4 de septiembre de 2008

A medida que se va asentando la polvareda que ha dejado el conflicto por el poder dentro de la Universidad de Guadalajara (UdeG), va quedando claro que se definirá en contra de Carlos Briseño Torres. Todavía pueden pasar muchas cosas, pero las cosas que ya pasaron indican que falta un proceso jurídico que aún si fuera favorable a Briseño, no cambiará en el corto plazo la correlación de fuerzas al interior de la casa de estudios. Si fuera restituido, en los siguientes días los consejeros universitarios que responden a la jefatura política de Raúl Padilla López, volverían a citar al Consejo General Universitario (CGU) y lo volverían a destituir.
Lo que sí ha cambiado es la correlación de fuerzas al exterior de la Universidad: Carlos Briseño aceleró su confrontación en contra del jefe político del grupo UdeG, y casi al mismo tiempo se manifestaron varios actores políticos a favor Raúl Padilla. El primero entre todos fue Arturo Zamora que por lo que se ve tiene un catalejo especial para mirar hacia donde vira la corriente, para acomodarse mejor; le siguió la dirigencia del PRI, luego en cascada llegaron los espaldarazos de los diputados locales y del mismo Emilio González Márquez. Al parecer Briseño y su grupo tenían expectativas de que la luna de miel que labraron con Emilio González les ayudara en este conflicto, pero no fue así. Más tardó el CGU en enviar una notificación del arribo de Marco Cortés, que Casa Jalisco en invitarlo a una cita con el gobernador.
Puestas así las cosas, ahora Briseño trata de lanzarse a una cruzada por la dignidad universitaria que, según mi punto de vista, no tendrá eco simple y sencillamente porque no tiene credibilidad para encabezar un movimiento de esa naturaleza. Antes tendría que aclarar qué gobernador lo apoya financieramente. De modo que esta cruzada parece que tendrá poca convocatoria.
Pero también se está lejos de la restauración caciquil que pretenden los padillistas; creer que muerto el perro se acabó la rabia, o que después del susto que les sacó Briseño, nada ha pasado en la Universidad.
Ahora resulta que algunos intelectuales orgánicos del padillismo quieren convencernos de que un liderazgo o cacicazgo como el que ejerce Raúl Padilla en la UdeG no es tan malo, al contrario, ha sido exitoso. Nos dicen incluso que no hay que ser tan simplistas y que más que hablar de un grupo político, habría que hablar de una “coalición padillista”. La verdad es que suena un poco ingenua esta reinterpretación (legitimación) del padillismo.
Con todo, el conflicto ha dejado un saldo interesante: se volvieron a desnudar los mecanismos de operación política del grupo sobre la Universidad, y se llegó al grado de admitir que a lo largo de estos 20 años han existido múltiples irregularidades.
En lugar de volver a la restaurar la “normalidad” caciquil que operaba hasta antes del conflicto, convendría promover un intenso debate para decidir entre todos, y no únicamente al seno del grupo, qué Universidad queremos los contribuyentes, no la que decidan los que la ostentan como botín político y personal. Es necesario someter a examen al grupo UdeG:
¿Qué tipo de Universidad pública le conviene a la mayoría de la población? ¿La UdeG debe apostar como hasta ahora por ese ostentoso proyecto de infraestructura para espectáculos y eventos culturales? ¿Debe Raúl Padilla encabezarlos todos ellos, o únicamente algunos como la FIL? ¿Debería transparentarse plenamente los recursos que ejercen las empresas universitarias? O antes aún, ¿Debe la UdeG tener una empresa de venta de muebles, y de producción diseño? ¿Por qué se triplicó el costo del teatro Diana? ¿A dónde fueron a parar los 430 millones de pesos de déficit que se aprobaron en la sesión del CGU el viernes pasado con el tramposo nombre de “compromisos institucionales para otras entidades de la red”? ¿Por qué la UdeG tiene la franquicia de una gasolinera y quien y cómo ha manejado sus ingresos?
Además de permitir discutir más abiertamente los asuntos de la Universidad, este conflicto también ha dejado en claro que un cambio de fondo en la casa de estudios no vendrá de las disidencias del grupo de poder en turno.

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