domingo, 7 de septiembre de 2008

Vencidas en la UdeG

Carlos Ornelas
Excélsior-03-Sep-2008

En memoria de Gilberto Rincón Gallardo.

A Carlos Briseño Torres le fallaron los apoyos políticos externos: perdió una lucha contra su ex jefe político, Raúl Padilla. El Consejo General Universitario de la Universidad de Guadalajara lo defenestró el viernes pasado. La UdeG (es un acrónimo defectuoso, pero así lo acostumbran) engendró una organización estudiantil corporativa y poderosa, la Federación de Estudiantes de Guadalajara, la FEG, que fue la cuna de rectores y mecanismo de control codiciado por grupos políticos que se enfrentaron con violencia, aun armada, por su liderazgo.
El poder del binomio UdeG-FEG fue proverbial durante el régimen de la Revolución Mexicana. Tres cacicazgos se sucedieron en su jefatura, el primero capitaneado por los Zuno Arce, hijos del fundador de la institución, quien fue sustituido por el que comandó Carlos Ramírez Ladewig, y el tercero que encabeza Raúl Padilla. El cacicazgo de este último es de diferente naturaleza: al igual que sus predecesores, posee habilidades políticas y eliminó del gobierno universitario al grupo anterior, pero Padilla se significa por talante modernizador.
Raúl Padilla fue dirigente de la FEG, de ahí saltó a ser funcionario universitario y después rector. La UdeG no era autónoma, por eso tuvo que lidiar sin entrar en conflicto con Guillermo Cossío Vidaurri, un gobernador que acostumbraba mandar. Padilla también tendió lazos con altos funcionarios del gobierno de Salinas y aceptó su programa de modernización. Además accedió a que la universidad y su gestión fueran evaluadas por la Comisión Coombs. Esta fue una congregación de académicos de renombre internacional que presidió Philip H. Coombs, el famoso autor de La crisis mundial de la educación. El secretario de Educación Pública de aquel gobierno, Manuel Bartlett, se apoyó en ella para diseñar e impulsar la política de evaluación de la educación superior.
Raúl Padilla, como otros rectores, rebatía la política de evaluación y más la que proponía el secretario Bartlett. Pero la creación del programa de Fondos para la Modernización de la Educación Superior, que asignaba recursos extraordinarios a las universidades (entonces en verdaderas penurias), rompió la resistencia. Al contrario de otros rectores, Padilla no se opuso a la Comisión Coombs, mas abogó porque también académicos mexicanos evaluaran a otras instituciones. En cierta forma, él es el creador de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior, los Ciies, o comités de pares. Cuando el entonces rector de la UNAM, José Sarukhán, avaló la propuesta de Padilla, Bartlett aceptó la idea de los rectores.
A los integrantes de aquella Comisión (entre ellos el mismo Coombs), que visitaron la UdeG, les agradaron los proyectos de Padilla. Éstos incluían la expansión de la universidad, la creación de una red, con unidades en todo Jalisco, una reforma administrativa, impulso a la investigación científica y a las artes. No obstante que planteaba una universidad imperial, la visión académica era moderna. La opinión favorable de los comisionados ayudó a Padilla a conseguir más recursos para sus planes. Además, concibió y puso en marcha la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la Muestra Internacional de Cine y varios programas de internacionalización.
Cuando se acercaba el fin de su periodo como rector, Padilla influyó para que heredara el puesto uno de los suyos. Él sostenía el argumento de la continuidad en los planes, mas no ocultaba su intención de mantener el poder o, al menos, influencia. Si no hubiera sido tanta su ambición, hubiese pasado a los anales de la UdeG como uno de sus mejores, acaso el mejor, de sus rectores. Pero no resistió la tentación, una vez que probó la sangre se habituó a ella (esta es una metáfora que Coombs utilizaba para denotar la costumbre del poder): se transformó en cacique.
Después de ser rector se aventuró en la política partidista. Fue candidato a gobernador por el PRD, puesto que no conquistó, pero fue diputado local y federal por ese partido. Él tal vez sea la persona más influyente en el PRD de Jalisco, tiene bajo su control la FIL y la Muestra de Cine que, además de poder, le otorgan prestigio por la calidad cultural de esos programas.
Carlos Briseño se juzgó con los tamaños suficientes para crear su propio cacicazgo: se apoyó en actores externos, en especial en personalidades del PRI, tendió lazos con el gobernador panista, puso a fieles en puestos clave y se dispuso a dar la batalla. La perdió, su padre (político, digo) resultó más fuerte. Su argumento de que quería defender la institucionalidad de su mandato es pueril; su propósito era desplazar a Padilla y a su grupo del poder en la UdeG, para ser el nuevo cacique.
Moraleja: No nada más la educación básica es rehén de intereses políticos.

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