jueves, 28 de agosto de 2008

Mediocridad olímpica mexicana

Francisco Suárez Dávila*
El Universal/28 de agosto de 2008

Me atrevo a escribir sobre las Olimpiadas como expresión de mi frustración e indignación ante la mediocridad evidenciada por nuestro deporte. Este sentimiento no lo anula la satisfacción por las medallas alcanzadas en taekwondo y clavados, fruto de destellos individuales.
Nuestro deporte es síntoma de las enfermedades que afectan de raíz a nuestra sociedad y la mantienen en el rezago mundial. En medallas, ¡oh maravilla, quedamos en el lugar 36, mejorando el 74 anterior! Esto se debe a dos deportes de 25. En número de medallas estamos cerca del 50, como en competitividad y calidad de nuestra educación. Hubo 24 deportistas con resultados razonables entre 85 competidores. ¿Para qué fueron los otros?
Cuando la evaluación oficial era que íbamos “bien”, algún lector escribió: “Sí, ningún nadador se ahogó y los arqueros no flecharon a ningún juez”. Excusas indignas: el marchista prometedor comió pasta muy sazonada el día anterior, quizá imitando a Phelps. A nadie debe escapar la importancia del deporte. Para los mexicanos es símbolo de identidad y prestigio nacional. Lo vemos en tv, lo escuchamos en radio y lo leemos en diarios deportivos —los de mayor circulación—. A nivel mundial, como lo acaba de escribir Carlos Fuentes, las medallas evidenciaron las aspiraciones de primacía de los tres imperios: el chino, el estadounidense y el ruso.
México debe retomar el deporte como política de Estado. Para ello, hay que adoptar medidas drásticas. Hay burocracia excesiva: el Comité Olímpico, la Conade, la Codeme con 81 federaciones; el dinero público no llega a los atletas; hay corrupción, mafias o grupos de interés. ¿Quién contrató la empresa patito que dio uniformes inapropiados? No hay transparencia ni rendición de cuentas. ¡Esto no se resolverá, como ya se ha propuesto, con reformas constitucionales! Es un problema de organización y management eficaz, como lo han demostrado los chinos, españoles o coreanos. Va de la mano con cambios educativos.
Deben definirse políticas de largo plazo con metas ambiciosas. Se requiere participación pública y más privada. La actual dirigencia dice que ahora sí triunfaremos en Londres. ¡Qué cinismo! La seguridad es una prioridad nacional, pero el deporte también. Forma parte de los rezagos nacionales que hay que enfrentar con decisión y que tienen algunas causas comunes.

*Ex subsecretario de Hacienda

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