viernes, 15 de agosto de 2008

¿Quién es Barack Obama?


El siguiente artículo de opinión fue escrito por la pluma del sociólogo Manuel Castells por encargo del Observatorio Global, proyecto editorial impreso del periódico español La Vanguardia, donde emite su opinión sobre el actual candidato demócrata Barack Obama. En éste relata puntualmente su trayectoria biográfica y la búsqueda identitaria a la que Obama fue sometido por su origen étnico y social.

por Manuel Castells

El viaje de Obama por Oriente Medio y Europa está consagrando su proyeccion internacional, tanto entre el ciudadano de a pie como entre los líderes políticos.

De hecho, se le recibe como si fuera el futuro presidente de Estados Unidos. Todo puede suceder. Pero si no hay dramas que afecten a Obama en lo personal (un atentado) o en lo geopolítico (una guerra, un acto terrorista), parece perfilarse efectivamente como un futuro e insólito presidente. Insólito no porque sea mulato (más del 90% de los norteamericanos aceptarían un presidente negro). Es la vida de Obama, una vida multicultural en búsqueda de identidad, una larga experimentación personal, lo que hace de él un personaje inusitado en la política mundial, una personalidad que a la vez fascina e inquieta.

Obama contó parte de su vida en Memorias de mi padre,libro publicado en 1995 cuando no aspiraba a ser presidente. Es increíble que las dudas que revela ese libro no hayan destruido su carrera política. Pero tal vez es esa frescura humana en contraste con los políticos prefabricados lo que ha seducido a los ciudadanos. No cuenta todo en ese libro. Añadiré por tanto algún otro detalle revelador.

Obama nació en Hawái en 1961. Su padre fue uno de los primeros estudiantes de Kenia becados para Estados Unidos en vísperas de la independencia. Estudiante de econometría en la Universidad de Hawái, conoció a Ann en la clase de ruso. De ese romance nació Obama. Ann era hija de un modesto matrimonio blanco de Kansas que buscó mejor fortuna en Hawái. Él vendía muebles y ella ascendió de empleada a vicepresidenta de un banco local.

Cuando Obama tenía dos años, Barack padre ganó una beca para Harvard y allí se fue. Se divorció de Ann, encontró otra mujer y regresó a Kenia, donde fue por un tiempo un tecnócrata idealista del gobierno, hasta que se fue decepcionando por la corrupción y acabó deshilachándose en el alcohol hasta que se mató en la carretera. Obama sólo lo volvió a ver una vez a los diez años. Ann se volvió a casar con un estudiante indonesio, con quien tuvo una hija, y se fueron a Yakarta.

Obama estudió en una escuela multiconfesional y no tuvo educación islámica como se rumorea. Su madre y sus abuelos no eran religiosos y Obama creció en un ambiente secular, una rareza en Estados Unidos. La madre fue una humanista que, según Obama, le inculcó los valores de trabajo y honradez y le hizo creer en sí mismo. Ann trabajó para fundaciones ayudando a mujeres pobres. Se divorció de nuevo y volvió a Hawái a estudiar antropología para regresar después a su trabajo en Indonesia. Murió de cáncer a los 52 años. Cuando Obama tenía diez años, su madre lo envió a Hawái con sus abuelos para que se educara mejor. Obama fue a una escuela de elite blanca y descubrió lo que era ser negro. En su adolescencia bebió, fumó marihuana y tomó cocaína. Buscó quién era, a qué cultura pertenecía. Después fue a estudiar a Los Ángeles y allí consiguió otra beca para acabar sus estudios en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Viviendo en Harlem, se fue identificando como negro y americano. Al licenciarse en 1983, trabajó en una fundación y dos años más tarde se fue a Chicago como activista organizador de vecinos en los barrios negros de Chicago por cuenta de una fundación católica. Fue ahí donde se forjaron su conciencia política, su identidad étnica y su capacidad organizativa. La fundación se inspiraba en la tradición de Saul Alinsky, un legendario activista que en los años 50 y 60 desarrolló en Chicago un método de organización comunitaria imitado luego en todo el país. Se basa en la unidad interétnica de los ciudadanos en su lucha por reivindicaciones comunes, más allá de la ideología. Ahí fue donde Obama aguzó sus dotes de unificador. En 1988, nuevo giro, fue a estudiar derecho en Harvard. Hizo historia al ser el primer negro elegido director de la revista de derecho de Harvard. En la facultad conoció a Michelle, de familia negra modesta de Chicago, graduada en Princeton, que llegó a Harvard gracias a las becas. Su relación con Michelle ancló su identidad como afroamericano. Por fin descubrió quién quería ser, pero siempre con la idea de conservar una identidad abierta. Volvió a Chicago, trabajó en un bufete de abogados de derechos civiles (en lugar de los bufetes de negocios donde se rifan a los de Harvard), enseñó derecho en la Universidad de Chicago, se casó con Michelle y adoptó una identidad religiosa cristiana, en la Trinity Church, la iglesia de la elite negra de Chicago. La iglesia del famoso pastor Wright. Y se metió en política, empezando por la base, censando a votantes negros para la elección presidencial de 1992.

A pesar de ser externo a la máquina política demócrata de Chicago, su capacidad organizativa y su carisma le permitieron ganar la elección al Parlamento de Illinois y en el 2004 dar la campanada arrasando en la elección al Senado de Estados Unidos con un 70% del voto. Su discurso en la convención demócrata del 2004 le consagró como un político nuevo capaz de inspirar y unir.

Esa capacidad fue el resultado de una búsqueda, tan compleja como atormentada, viviendo entre culturas, enraizado en su madre idealista y en su abuela pragmática, alimentado por el recuerdo mítico de su padre y la relación con esa África que sólo conoció brevemente de adulto, combinando educación de elite y trabajo de barrio, buscando a Dios y creando una familia fuerte, con una relación igualitaria de pareja y dos niñas que son el centro de su vida. Y todo ello con una gran calma interior que irradia en su contacto con la gente, como si todo lo que vivió dentro de él se hubiera sedimentado en forma de convicción. Por eso nos fascina Obama. Y por eso se nos encogerá el corazón cuando la política se lo trague hasta hacerlo irreconocible.

Referencia: http://sociologiac.net

No hay comentarios: