miércoles, 18 de marzo de 2009

El mensaje de Obama

Carlos Ornelas
Excélsior/18 de marzo de 2009

El presidente de Estados Unidos es el hombre más poderoso del planeta, pero no tiene autoridad —poder tampoco— para imponer su visión sobre una reforma educativa, dada la descentralización de su sistema escolar, la soberanía real de los estados y las diferencias políticas entre demócratas y republicanos. A pesar de ello, Barack Obama lanzó la semana pasada sus planes de reforma en su primer discurso importante sobre la educación en su país. El marco que eligió fue en la reunión de la Cámara Hispana de Comercio. Su pieza fue clara, coherente, con ejemplos directos de escuelas, distritos escolares, estados, países y personas concretas, incluidos él mismo y su hermana.
Como todo político, el presidente Obama elogió al pueblo, rememoró las cosas buenas, los lugares de excelencia e innovación científica, el lustre de sus universidades y el linaje del sueño americano. Pero también fue un crítico de sus conciudadanos, los políticos, los administradores y los malos docentes. Su mensaje implicó un “reto” a los gobernadores y a los congresistas de su país tendiente a marchar juntos con el fin de renovar la educación como el fundamento para salir de la crisis, más fortalecidos que en el pasado, según su expectativa. Él afirmó: “El relativo declive de la educación estadunidense es insostenible para nuestra economía, nuestra democracia e inaceptable para nuestros hijos. No podemos permitirnos el lujo de dejar que continúe”.
Este desafío a los gobernadores es relevante. El presidente Obama no sólo tiene que cabildear con políticos, sino también pedir apoyo a organizaciones civiles, ofrecer recompensas para las mayorías y tratar de ganarse el favor de los actores más importantes del sistema: los docentes.
En su arenga, Obama plantea “cinco pilares” como sostenes de un edificio educativo nuevo, vigoroso, que sea la punta de lanza para que su país recupere el lugar de liderazgo que ocupó en el mundo y lo ha perdido. Antes de cada planteamiento programático, Obama hizo una crítica, a veces severa.
El primer pilar consiste en brindar un apoyo sin precedente (en recursos financieros, humanos e intelectuales) a la educación inicial. El presidente hizo eco de la importancia estratégica que la investigación educativa pone en la enseñanza de los infantes. Barack Obama ve a la educación inicial, no sólo como mecanismo de una mejor preparación escolar futura, sino también como un dispositivo para ahorrar costos futuros en salud, nutrición y bienestar. Él apuesta a que cada dólar invertido en educación inicial pueda redituar hasta 10 dólares de economías en aquellos rubros.
El segundo pilar consiste en mejorar los sistemas de evaluación para que apoyen a los estudiantes, empezando en aquellos lugares donde el desempeño es menor. Ofreció una cifra que muchos estadunidenses se niegan a reconocer: que las escuelas expulsan a los niños y jóvenes de las minorías étnicas: “En muchas escuelas superpobladas de latinos o del centro de la ciudad tenemos tasas de deserción de más de 50 por ciento”. Propone que, juntos, los gobernantes, los padres de familia y los maestros se comprometan a elevar los estándares de desempeño y a retener a los estudiantes para que la mayoría reciba educación de calidad.
El tercer pilar tiene que ver con los maestros. Obama propone nuevos métodos con el fin de reclutar, educar y recompensar a los docentes. Aquí fue particularmente crítico, al mismo tiempo que reconoció las contrariedades de la esa profesión. Expresó: “Mi hermana es maestra, así que sé cómo es de difícil la enseñanza, pero permítanme ser claro: Si a un maestro se le da una oportunidad o dos o tres, pero aún no mejora, no hay excusa para que la persona continúe en la docencia. Rechazo a un sistema que premia el fracaso y protege a una persona de las consecuencias (de ese fracaso)”. La consecuencia es que los alumnos no aprendan, aunque reconoce que en muchos casos también los estudiantes y sus padres fallan, pero así es el sistema.
El cuarto pilar es fortalecer la innovación y buscar la excelencia en la educación. El discurso de la excelencia es bienvenido en Estados Unidos, acostumbrado a competir, a recompensar a los individuos que sobresalen debido a su esfuerzo y a las oportunidades que ofrece el sistema. Su ejemplo fue el fundador de Google, quien superó un sinnúmero de obstáculos para triunfar.
El quinto pilar consiste en fortalecer la educación superior, la investigación científica y ofrecer oportunidades de ingreso y permanencia a minorías por la vía de reformas a los sistemas de becas y préstamos, mas también forzando a las universidades a que reduzcan sus gastos de operación y disminuyan el costo de las colegiaturas.
El discurso del presidente Obama destila vocación de poder y afán de servicio, él sabe combinar la crítica con el mensaje de aliento. Quizá no logre todos sus fines, pero estoy convencido de que moverá los pocos resortes que tiene el gobierno federal estadunidense en la educación, para empujar por la reforma que apenas esbozó.
El discurso de la excelencia es bienvenido en EU, acostumbrado a competir, a recompensar a los individuos que sobresalen debido a su esfuerzo y a las oportunidades que ofrece el sistema.
Carlos.Ornelas10@gmail.com

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