viernes, 2 de octubre de 2009

1968: demasiados héroes

Juan Díaz Rebollar
El Universal/2 de octubre de 2009

Lorenza y Mateo, madre e hijo, viajan a Buenos Aires en busca del padre del muchacho, que un día los abandonó. La pareja se enamoró mientras militaban en la oposición a la dictadura. Madre e hijo comienzan un diálogo en la habitación del hotel. Lorenza, que creció en medio del movimiento político de los 60, reflexiona sobre sus convicciones ideológicas; a Mateo, un joven de los 90, no le interesan la política ni la ideología, lo único que desea es encontrar a su padre.
En ese contexto se desarrolla Demasiados héroes (Alfaguara, 2009), la reciente novela de Laura Restrepo. En Demasiados héroes resalta el contraste entre dos generaciones, la de los años 60, determinada por las ideologías, y la actual, indiferente a ellas. La apretada reseña viene a cuento porque el calendario cívico no pasará por alto el recurrente “2 de octubre no se olvida”. Se cumplen 41 años de la matanza de Tlatelolco y, ante ello, muchos jóvenes nacidos a partir de los 80 aún muestran desconocimiento y desinterés ante lo ocurrido.
Hijos de la modernidad, la crisis y el desencanto, los que nacimos a partir de los 80 poco sabemos de aquella época en que los jóvenes fueron parte activa y transformacional de la realidad del país. En parte tenemos culpa, porque estamos más preocupados por el presentismo que por averiguar de dónde venimos y a dónde vamos. No de gratis existen varios apodos para nosotros: Generación Perdida, Generación X o Generación Ni-Ni (ni estudia ni trabaja). Las nuevas generaciones se caracterizan en lo general por una baja participación en la esfera pública, el consumismo tecnológico, un desdibujamiento de referentes ideológicos y utopías, y nuevas formas de participación política que escapan tanto de la movilización callejera como del voto.
Hablan las estadísticas de la última Encuesta Nacional de la Juventud: sólo 58% cree que la democracia es la mejor forma de gobierno, 44% declaró que no le interesa en nada la política, sólo 13% acostumbra conocer cotidianamente noticias sobre política o asuntos públicos.
El uso de internet como herramienta de estudio y socialización ha modificado los esquemas de interacción entre personas. Quizá por eso para la generación del 68 los que pertenecemos a la Generación Google estamos lejos de dejar a un lado el pragmatismo individualista y defender causas colectivas. Pero también diversos actores de la generación del 68 se han encargado de alimentar la apatía entre las generaciones recientes.
Así como es triste ver que los jóvenes actuales carecemos de emblemas ideológicos aglutinadores, también es lamentable ver que el 68 es utilizado por algunos de sus sobrevivientes como negocio, arma analítica para sustentar dogmatismos vulgares o como instrumento para mantener vigente su liderazgo.
Cada 2 de octubre es lugar común presenciar en periódico, tele o radio entrevistas y reportajes sobre lo ocurrido. En medio de esto, algunos actores incurren en: 1) un desfile de historias en torno al 68 en las que cada quien promueve su verdad, 2) una vigente disputa por el protagonismo o la autoría del movimiento entre ex líderes sobrevivientes, 3) heridas abiertas y debates presentes entre ex moderados y ex radicales, y 4) pretensión de usar la historia para llevar a cabo venganzas políticas (asustan con el petate del muerto, a través de la amenaza de “abrir los archivos”).
Hace unos años en un artículo de la revista Nexos un historiador comentaba que “el 68 es una epopeya que los hoy estudiantes han literalmente mamado”. Creo que tiene razón y que es necesario que el 68 deje de ser un episodio heroico, melodramático y maniqueo de la historia nacional.
En estos tiempos de crisis no sólo económica, sino también de valores e ideales, es preciso un diálogo generacional. Urge que Lorenza y Mateo intercambien experiencias y que aprendan uno del otro. Mientras Lorenza siga creyendo que las nuevas generaciones están perdidas y que todo tiempo pasado fue mejor, y mientras Mateo continúe aferrado en que los héroes sólo existen en la pantalla del X-Box, nuestra historia poco contribuirá en la edificación del futuro.
Urge que los sobrevivientes del 68 nos ayuden a las generaciones presentes a valorar el interés por lo público. Apremia que la Generación YouTube renuncie a la laxitud ideológica y aspiracional, y aprenda de la del 68 a inmiscuirse en la transformación de su realidad.
zoonpolitikon2002@hotmail.com
Politólogo por la UNAM

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