martes, 6 de octubre de 2009

Atento recado a nuevos diputados

José Blanco
La Jornada/6 de octubre de 2009

Me dirijo especialmente a los miembros de la comisión de educación y de la de presupuesto de la 61 Legislatura. El futuro inmediato de las universidades públicas está en sus manos, y como en el caso de los miembros de esa misma comisión, pero de la 60 Legislatura, pueden enmendar las gansadas presupuestales que la Secretaría de Hacienda ha cometido por no saber qué son y cuál es, al menos, la historia reciente de esas instituciones.
El 27 de septiembre pasado Reforma publicó en primera plana una nota que dice: “La SEP canaliza miles de millones de pesos a las universidades públicas del país sin conocer su destino y sin que se pida rendición de cuentas. Además de los presupuestos anuales… la Cámara de Diputados ha aprobado un acumulado de 16 mil 612.8 millones de pesos en seis fondos de apoyo para atender distintas problemáticas que enfrentan”.
Decía además: “… según las evaluaciones de desempeño hechas por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), estos seis fondos no cuentan con evaluaciones externas y carecen de seguimiento, además de que se desconoce el impacto que han tenido”.
Habrá que enterar a Hacienda y recordar a los señores diputados que las universidades, en todas las encuestas de credibilidad hechas en este país en años recientes, ocupan el lugar número uno. Pero no sólo eso: para 2009 el segundo Índice de transparencia de las universidades públicas señala que el último año “las universidades estatales han mejorado notablemente la presentación de sus estados financieros y de los subsidios federales”.
Los señores diputados deben saber que el Coneval, de acuerdo con sus propios documentos, nada tiene que ver con la educación superior: “Los esfuerzos (de Coneval) se enfocan a diseñar una institución que tenga la capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza y que forme parte de un esquema institucional que permita que la información sea de utilidad para mejorar la toma de decisiones en la materia”, es decir, en el tema de la pobreza.
Recojamos de paso la observación de un académico, Julio Boltvinik, quien varios lustros antes de que existiera el Coneval ya se dedicaba empeñosamente al tema de la pobreza. Lo escribió el pasado viernes: “la segunda información que se dio a conocer esta semana, proveniente de la Coneval, es una información basada en fuentes inexistentes”. Esto es lo que hace Coneval con su tema, la pobreza. Con la educación superior comete atrocidades desde la ignorancia: desconoce hasta el lenguaje elemental de la educación superior.
En los días siguientes el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, desautorizó el “estudio” de la Coneval y después lo haría institucionalmente la SEP, y también la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Por supuesto, las fuentes de Coneval en materia de educación superior son inexistentes.
Coneval hizo un “estudio” sobre seis fondos especiales adicionales al presupuesto ordinario, sin tener facultades para evaluar universidades públicas ni directamente ni por conducto de de evaluadores “independientes” (como lo hizo), incurriendo, ahí sí, en un dispendio de recursos públicos que podrían servir a dichas instituciones; pero tampoco consultó a la SEP ni a la ANUIES.
Si el Coneval hubiera preguntado a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados o a la SEP, se habría enterado de qué modo se audita anualmente la matrícula de todas las universidades públicas, cómo se controla el gasto de cierre de brechas, etcétera, y de paso algo habría aprendido, junto con sus evaluadores privados, de un manejo conceptual que les es ajeno. Pero ¿será todo ello gansadas como las de Hacienda? Hoy por hoy, en el estado lamentable en que se encuentra la esfera política, es verdad que frecuentemente vale la horrible conseja que dice: “piensa mal y acertarás”.
Señores diputados: qué tal este escenario: Hacienda quiere recortar el presupuesto de las universidades públicas, tal como ha hecho: con la más extrema de las miopías cada vez que esta economía ha estado en crisis. Con este criterio el estado del país, a mediano y largo plazos, se estancará o retrocederá.
En abril pasado, con tendencia promedio histórica ascendente, ahora fue la pequeña economía chilena la que rebasó en ingreso per cápita a México. El país seguirá en picada comparativamente sin suficientes cuadros inteligentemente preparados. Pero como este hecho no cabe en la cabeza de Carstens, nuevamente las universidades públicas pueden ser parte destacada de las víctimas. Todo indica que se trata de deslegitimarlas, diciendo que dilapidan miles de millones a los ojos de la SEP y que ésta se hace de la vista gorda. De este modo, Hacienda pretende que la sociedad acepte sin chistar un irresponsable mandoble a las universidades públicas.
Hacienda ignora que las universidades no sólo se ocupan y preocupan del futuro de la nación, de formar a los cuadros que la dirigirán en todas las esferas, sino que son también uno de las más nobles y eficaces medios para contribuir a mantener la paz política en el presente.
¿Se imagina el gobierno a estudiantes, académicos, autoridades, sindicatos, de las instituciones de educación superior, en pie de lucha por salvar sus cursos, sus posgrados, sus investigaciones?
Confiemos en que la 61 Legislatura en su conjunto entienda de qué se trata la educación superior; la comisión de educación sí sabe de qué se trata.

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