jueves, 5 de marzo de 2009

El desafío es marca diablo

Horacio Salazar
Milenio/5 de marzo de 2009

En los últimos días han salido a relucir varias informaciones que nos pintan en blanco y negro la auténtica situación de nuestro país en materia de ciencia y tecnología. La versión corta es que estamos del cocol. ¡Ay!
Veamos la versión un poco más larga. Podemos definirla como que somos una sociedad muy polarizada: una porción está bien preparada y enfrenta la vida de manera racional, mientras que otra parte está menos preparada y confunde cosas racionales con patrañas.
Esta última parte es la que salió a relucir en la encuesta que hace cuatro años hizo el Conacyt entre 100 mil personas de 32 ciudades del país: aunque 39% dice que le interesan la ciencia y la tecnología, la mitad de ellos imaginan a los cazafantasmas como científicos. Seis de cada diez creen que la astrología es una ciencia. ¡Doble ay!
Por otro lado están los números que se sacó de la bolsa el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, en el Seminario Internacional Fuga de Cerebros, Movilidad Académica y Redes Científicas.
¿Dónde están los talentos mexicanos? Muchos siguen en el país, sí, aunque frustrados ante un Estado que todavía no encuentra la puerta, pero también hay muchos que se están ganando el pan de cada día en el extranjero.
Hay de todo fuera de México: desde indocumentados que hacen los trabajos que nadie quiere hasta gente de primer nivel, y como revelaron los números de Tuirán, lo malo es que en términos proporcionales se nos van más doctores que peones y más masters que licenciados.
Tuirán dijo algo cierto, y es que la fuga de cerebros puede y debe verse como un necesario contacto de nuestros talentos con el mundo exterior. La experiencia que esos miles y miles de mexicanos ganan fuera del país puede ser muy valiosa para nosotros como nación. Así le está pasando a la India.
Pero lo que Tuirán no dijo es que para que tantos ingenieros regresaran a la India, fue necesario que el gobierno dedicara fortunas a establecer las condiciones para que esos repatriados pudieran aprovechar su talento en un país que sigue siendo un prodigio de pobreza.
Sí. La solución empieza (pero no termina) con algo que el senador nayarita y perredista Francisco Javier Castellón les recordó este miércoles a muchos académicos: como país hay que cumplir esa ley según la cual debemos invertir 1 por ciento del PIB en ciencia y tecnología. Nomás para empezar.
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