miércoles, 15 de julio de 2009

Desencanto

Carlos Ornelas
Excélsior/15 de julio de 2009

Una lectora criticó mi artículo de la semana pasada porque, me dijo: “Los ejercicios en optimismo son superfluos con el SNTE que tenemos”. Acepto su juicio y añado que no sólo el sindicato es corrupto, sino que la SEP y el gobierno no están a la altura de los tiempos. Los principales actores de la política educativa se van por el camino fácil y tratan de tomarle el pelo a la sociedad. Lo primero para ellos es mantener las cosas como están, no arriesgarse a perder poder con cambios profundos, pero se construyen estrategias de maquillaje con el fin de convencernos de que la Alianza por la Calidad de la Educación es el camino. Mas, a fe mía, que eso es oratoria.
La retórica renovadora, de acuerdo con estudiosos de reformas educativas en varias partes del mundo, produce un efecto de legitimación transitoria. Este concepto significa que los gobiernos y sus aliados, más que promover cambios en las estructuras profundas de los sistemas educativos, elaboran discursos con cierto atractivo político, pero no actúan para modificar los hábitos y comportamientos que crearon las condiciones actuales, sedimento de la historia institucional, de las que se benefician los sindicalistas y los burócratas.
Con meses de rezago, de acuerdo con la ruta que había trazado la SEP, por fin el SNTE y la Secretaría anunciaron la creación del Órgano Independiente de Evaluación con Carácter Federalista (Oief), para organizar el concurso de ingreso a la profesión docente. Hasta en el título pomposo se nota el afán de hacernos creer que una ficción es algo cierto, a menos que se refiera a que ese órgano será independiente de la sociedad. Según las notas de Vivian Hernández, en Excélsior, y Sonia del Valle, en Reforma, el SNTE propuso a la mitad de sus miembros y, la SEP, a la otra. Los designados por el sindicato son maestros, asesores técnico pedagógicos, directores de escuelas normales, supervisores y maestros jubilados. Ningún periódico publicó la lista de los integrantes. Los periodistas reclamaron que oculten su currículum con el fin de saber quiénes son, de dónde vienen, sus calificaciones y, lo más importante, quién los propuso. La SEP no difundió un boletín de prensa sobre el Oief, en su página de Internet, al día siguiente del acto.
En el Oief hay funcionarios de la SEP, quienes, como lo anotó Vivian Hernández, también son miembros del SNTE (el efecto de la colonización) y le son fieles a su dirigencia. Cierto, entre los integrantes de la nueva institución hay personas de honor que no se prestan a componendas, pero mi intuición me dice que son minoría y, aunque no sea ese su propósito, su presencia legitimará esos concursos, aunque en su aplicación muchos hagan chapuza. Atención. No me opongo a los exámenes a los futuros maestros, al contrario, defiendo ese principio meritocrático. Pero, con la composición de ese órgano, no habrá independencia, transparencia y, mucho menos, federalismo. Es un acuerdo entre cúpulas que no desean perder poder.
La retórica tal vez convenza a personas bienintencionadas, pero cuando descubran que la práctica no coincide con los dichos, su desencanto será mayor. Pienso en segmentos sociales que tienen un interés legitimo en que la educación pública mejore, pero apuestan mucho a la acción del gobierno. Por ejemplo, el empresario Alejandro Ramírez Magaña, quien pone sus esperanzas de que con la ACE mejore la educación en Michoacán, hoy secuestrada por disidentes (Cf. Este país, julio de 2009). Parece que, con este segmento, a la SEP y al SNTE les funcionó el discurso, pero dudo que los seguidores de Elba Esther Gordillo sean mejores que los radicales. La legitimación concluye cuando otros actores se dan cuenta de que la elocuencia no tiene referentes empíricos firmes.
Ya escuché los argumentos de que en las condiciones actuales es lo mejor que se puede hacer, que no es tiempo de luchar por el todo o nada, que eso es un síndrome de los románticos. Mi argumentación no va por ese camino, no concibo que la nada sea lo mejor. Lo que me perturba es que el gobierno ceda todo al SNTE, incluso en la prosopopeya. El lunes, el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, expresó: “El país tiene rumbos y en materia educativa es la Alianza por la Calidad de la Educación la ruta clara por la que hemos apostado y por la que estamos transitando bajo el liderazgo del presidente Calderón. Lo que hoy nos reúne es una prueba contundente de ello”.
Ante tal afirmación, uno puede preguntarse dónde quedó el Programa Sectorial de Educación 2007-2012, que el presidente Calderón presentó muy orgulloso hace menos de dos años y cómo justificará la SEP las transas que se avecinan para continuar con la venta de plazas. En lugar de legitimación perdurable, el desencanto social le cobrará la cuenta al gobierno. El SNTE, de cualquier manera ganará.
Retazos
Desde el sábado, cuando leí que se instalaría ese órgano —sin proponérmelo— me acordé del primer verso de una canción norteña, de moda cuando era un niño: “Ya lo sé que fue vacilada”.
Carlos.Ornelas10@gmail.com

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