sábado, 4 de julio de 2009

Votar o no votar

Pedro Ángel Palou
El Universal/4 de julio de 2009

Este dilema nos mueve a todos este sábado. ¿Iré mañana a emitir mi voto? Muchas cosas me pasan por la cabeza. El costo de la democracia en México. El excesivo financiamiento a los partidos no puede ser castigado anulando el voto. No en una democracia sin segundas vueltas o mecanismos maduros de referéndum y reelección —no elegir nuevamente a un mal gobernante sería un castigo más fuerte que votar en blanco o por Esperanza Marchita, la fantasmal candidata que algunas organizaciones civiles han construido con la idea de que pudiese haber un recuento y alguien diga el porcentaje no de votos nulos, sino de sufragios emitidos a esa dama que nunca hubiésemos querido ver en nuestra incipiente democracia niña-no adolescente, como ha dicho Fuentes. Nuestra democracia en pañales, que no representa a nadie, ni le dice nada a la gente.
No votar es válido ante una partidocracia que ha sustituido al presidencialismo utilizando lo mismo la franquicia política, el chantaje, el fraude, el miedo y la amenaza. Una clase política, casi sin excepción, que ha olvidado las ideas y las propuestas por eslóganes y costosas campañas.
Un extranjero que viniera al país no dejaría de alarmarse con el mal gusto, incluyendo los del propio organismo electoral. Hay partidos que apelan a la falta de memoria y utilizan símbolos en los que hace tiempo no creemos, como la Selección Nacional; hay otros que hicieron insoportable a una niña que seguramente fue simpática y ahora dirige cine; unos más vociferaron hasta la mudez, quizá porque habían enmudecido ante su incapacidad manifiesta. Otros más, a pesar del color que representan, abogan por la pena de muerte en un franco retroceso.
Las campañas se han convertido en un circo donde la única función tiene que ver con la inseguridad. Hay un lema particularmente analizable, el de un candidato a delegado: “Sólo el que sabe se atreve”. Otro candidato promete: “Seguridad o renuncio”. En caso de ser elegido podrá simplemente limpiar la oficina antes de firmar su salida. Como si eso pudiese prometerse en un país marcado por la descomposición política, el narcotráfico y la violencia, que se detendrá de golpe la inseguridad.
En México un candidato —a pesar de lo que diga la Constitución— no puede postularse de forma independiente, sin partido. La pregunta es si tenemos futuro o si queremos que lo que pasa en Honduras ocurra aquí un día.
Yo sí voy a votar mañana.
Escritor

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