domingo, 5 de julio de 2009

El día de la verdad

Álvaro Cueva
Milenio/5 de julio de 2009

Sí, ya sé lo que va a pasar hoy con las elecciones. Primero, los medios de comunicación van a crear una sensación de pánico colectivo cubriendo a todas horas, de todas maneras, el proceso electoral.
En internet se dirá lo que no se pueda en televisión y radio, las redes sociales se convertirán en la macrofuente del día, aparecerán fotos y videos de profesionales y de aficionados; escucharemos análisis instantáneos, rumores, frases célebres, humor y tonterías.
Los políticos se la van a pasar enfrentándose, presenciaremos el momento en que el Presidente salga a votar y si vemos o no vemos a Andrés Manuel López Obrador, será nota.
Por supuesto, se harán comparaciones con las últimas elecciones, con lo que pasa en otros países de América Latina y del resto del mundo, y se hablará mucho de participación, de abstencionismo y del voto adjetivado.
Que si en blanco, que si en negro, que si útil, que si inútil, que si nulo.
Ah, y por supuesto, habrá incidentes. Desde la señora que irá a votar vestida de blanco para representar lo que va a hacer con su boleta hasta la típica casilla violenta de toda la vida.
Después del mediodía vendrán los resultados de las primeras encuestas y una avalancha de mesas de opinión, y cada quien encontrará a su equipo de analistas favorito para, más que confrontar, estar de acuerdo y sentirse parte de algo.
¿Qué le gusta que pase por la tarde? Le doy opciones: los candidatos de un partido anunciarán que ganaron antes de tiempo para manipular a la opinión pública, el candidato a gobernador de un estado gritará fraude y los que vean venir la derrota le echarán la culpa a las televisoras.
Ya para la noche, habrá algo parecido a un clima de tensión o decepción que, por supuesto, se va a prolongar durante varios días en los que escucharemos cientos de entrevistas y opiniones acaloradas.
Las más interesantes serán las que atenten contra el Instituto Federal Electoral y las que vengan de los nuevos protagonistas de esta nota: Alejandro Martí y los defensores del voto en blanco.
Al final, si es que podemos hablar de un final, nadie va a quedar satisfecho. Ni los ganadores ni los perdedores ni los ciudadanos ni los del voto de una manera o los del voto de otra.
La lucha va a ser por imponer lo que a cada quien le convenga. Que si le vamos al voto útil, entonces hablaremos de una jornada histórica donde por fin veremos resultados.
Que si le vamos a voto en blanco, entonces fíjate que qué buen susto le metimos a los políticos. Ahora sí ya somos alguien y vamos a cambiar al mundo.
Ojalá me equivoque pero todo parece indicar que hoy va a pasar lo de siempre: vamos a jugar, le vamos a echar todas las ganas y a la mañana siguiente despertaremos vacíos, crudos, hasta que comience el próximo juego que, como suele suceder en estas fechas, será por el Informe presidencial, el Grito de Independencia, el aniversario de la matanza de Tlatelolco y los posibles candidatos rumbo a la grande.
Mire, yo también estoy decepcionado de los políticos, del sistema y de muchas cosas más, pero en mi lista de decepciones la que ocupa el primer lugar es esta dinámica compulsiva en la que se ha convertido nuestra vida.
Y aplica lo mismo para elecciones intermedias que para elecciones presidenciales, partidos de futbol, cuestiones educativas, de salud y programas de televisión.
De hecho, si miramos con cuidado, no vamos a encontrar mucha diferencia entre la cobertura mediática que se le han hecho a estas elecciones y la que normalmente se le hace a un Mundial de futbol, a unos Juegos Olímpicos, al estreno de una telenovela o a una campaña tipo Mexicanas, mujeres de valor, Hazlo por ti, Elige estar bien, Las maravillas de México o El día del taco.
Todo se resume a saturación, negocio, polémica y “lo dije yo primero”.
Debe ser terrible para las cabezas de los medios de comunicación porque ni modo que no cubran unas elecciones como las de hoy. El reto va a estar en las formas y en los resultados.
No sé usted, pero yo sí quiero ver qué va a pasar hoy y quién será el valiente que rompa con la costumbre y haga algo diferente.
Quiero ver quién nos saca de la rutina y hace que esto, que parece un juego, se convierta en una realidad. No quiero despertar mañana, otra vez, en la nada. ¿Y usted?
¡Atrévase a opinar!

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