martes, 20 de mayo de 2008

Desde Culiacán: La enfermedad de nuestra cultura


texto que retomamos del blog http://forouniversitariojubilacion.wordpress.com/:

La enfermedad de nuestra cultura
Mayo 13, 2008
Guardado en: Blogroll — forouniversitariojubilacion @ 2:12 pm

Juan Carlos Ayala Barrón

Sr. Director.-

Cuan paradójica resulta a veces la vida: entre el día del niño y el día de las madres Culiacán vive un paroxismo de terror y paranoia.

Se ha desatado una psicosis entre los culiacanenses: Un dejo de temor que no acierta al desatino, sino más bien un temor oculto, que apenas aflora como pánico.

Hoy percibí lo que hace mucho esperaba: la preocupación colectiva y cierta angustia como preámbulo que predispone a la defensa y a la protesta. Hoy percibí ese desconcierto latente entre nuestros ciudadanos. Pero en una situación así. ¿Qué se puede hacer si nos hemos acompañado de cierta complicidad oculta ante la violencia y ante quienes la profesan?.

¿Cuántos asesinatos hemos visto en la estadística y en la vida real que debieron ser causa de angustia colectiva y no lo fueron?. Lo que se veía tan sólo eran cifras frías de cuerpos inertes alejados de nuestro ámbito vital, por eso nos motivaba a cuestionar el estado de cosas.

El 30 de abril una serie de enfrentamientos armados dejaron atrás las muertes “silenciosas”, se inició ese día lo que se anunciaba con mucho tiempo, una “guerra” de cárteles de la droga y no precisamente por el control de la plaza, aunque ese fuera un efecto colateral, sino más bien la venganza por agravios. Nuestros “emblemáticos” ídolos entraban en crisis, de lo cual toda la siguiente semana sucedería una ola de asesinatos tanto de narcotraficantes como agentes de policía, balaceras en uno y otro punto de la ciudad, enfrentamientos y persecuciones. Las ráfagas se escuchaban lo mismo en fraccionamientos exclusivos, que en colonias populares y hasta en el centro de la ciudad y a sus alrededores.

Casi toda la población ha sido testigo de estas ráfagas que se han sentido, no precisamente desde ahora, pero el hecho de que sólo una semana sucedan a diario, ha provocado el pánico colectivo, caldo de cultivo a la vez de toda esta rumorología: que ya asesinaron al hijo del Gobernador, que al “Mochomo”, la madre del Chapo, que dos bombas en la ciudad, una en CU y otra en un centro comercial, que hará toque de queda implementado por los cárteles, además de la utilización del Chat y mensajes telefónicos desquiciantes parecieran más una estrategia sin autores del desenfreno y la locura. Un juego que la sociedad misma peligrosamente está armando.

Hemos llegado al momento del hartazgo, al momento en que tienen que sentar sus reales la reflexión y la actitud moral.

Patentar desde hoy y en adelante el aprecio por la vida y no esperar a que nos llegue de golpe cualquier signo violento para pensar y protestar.

No, no es utópica intención, sino más bien la evocación de recuperar el sentido ético de la vida, es hora ya de asumir una actitud que busque, parafraseando a Husserl, la renovación del hombre y la cultura en Sinaloa, tan necesario al ideal de la felicidad.

Hagamos a un lado ese velo oculto de complicidad morbosa, ese sentirse agraciado por ser los primeros en la nota roja esperando, con un dejo de cinismo que queremos aparentar como desconcierto, aparecer en la televisión o en la prensa como que llevamos la delantera en las ejecuciones o cualquier otro hecho de alto impacto. Dejemos de simular y busquemos en breve una salida a nuestra vanidad interna, juzguemos como debe ser todo lo que está pasando y convirtamos esa preocupación light en una preocupación sincera: la preocupación vital, cuyo sustento debe ser ese sentido ético de la vida del que hablaba anteriormente.

Nuestra cultura está enferma y el paciente por hace por aliviarse. Hagamos algo.

Atentamente:

Juan Carlos Ayala Barrón

Prof. de la Escuela de Filosofía y Letras de la UAS

No hay comentarios: